Krauze, X. González, Aguilar Camín, responsables
–Wallace y la abyección
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Por la fama de sus convocantes –Enrique Krauze, Claudio X. González, Héctor Aguilar Camín– y su amplio respaldo propagandístico –con Televisa como ariete y las siglas de la UNAM como estandarte–, la movilización de este domingo 12 contra Donald Trump fue un inmenso fiasco, un papelazo de la élite que la tramó.
Y la responsabilidad de este fracaso no es de los críticos de la bicéfala marcha dominical –dividida en #VibraMéxico y #MexicanosUnidos–, sino de los propios organizadores y sus propósitos abiertos y soterrados ante Trump y Enrique Peña Nieto.
Las numerosas organizaciones sociales convocantes –más de 80–, con Enrique Graue colocado al frente en su calidad de rector de la UNAM, apostaban a una movilización masiva, pero resultó raquítica: Si en verdad acudieron 20 mil personas, según el obsequioso gobierno de Miguel Ángel Mancera, por cada organización asistieron sólo 250 individuos en promedio.
En cada facción emergieron sus demonios: La marcha de #UnidosMexicanos, encabezada por Isabel Miranda de Wallace, fue de respaldo confeso a Peña Nieto y de ahí su marginal contingente de si acaso mil 500 personas que, por la convocante y sus fines, son un éxito.
La de #VibraMéxico se promovió, a su vez, como “apartidista, pacífica y respetuosa”, pero uno de sus principales animadores, el historiador Enrique Krauze, depuso toda civilidad y calificó de cobardes a quienes, por las razones que fueran, no estaban dispuestos a sumarse.
La bravuconería de Krauze ante Trump –“escoria de Estados Unidos”, le llama y amaga con abofetearlo si lo tiene enfrente– la trasladó a los mexicanos. “Marchar proyecta al mundo una imagen de solidaridad frente a Trump; no marchar proyecta pasividad, indiferencia y hasta cobardía”, escribió en Twitter, el 7 de febrero, en plena convocatoria.
El mismo día de la movilización que encabezó del brazo del escritor Aguilar Camín –a quien Octavio Paz atribuía deshonestidad a él y a sus allegados de Nexos: “Son capaces de sacrificar una idea para guardar una posición”–, el propio Krauze escribió en el diario Reforma lo que ya se presagiaba: “Asistiré a la marcha. Dudo que sea un éxito y es una pena…”
Pero el fracaso de la movilización obedeció, también, a que, siendo fundamentalmente contra Trump, declaró proscrita toda condena al servilismo de Peña, repudiado por su ineptitud y corrupción. Se entendió que era de respaldo, como expresamente lo admitió Miranda de Wallace.
“La marcha es para apoyar al gobierno del presidente Peña Nieto”, declaró la señora Miranda quien, de ser activista favorita de Felipe Calderón –que la impuso como candidata del PAN a jefa de gobierno capitalino, en 2012–, pasó a matraquera del priista emblema de la corrupción.
No sólo eso: Ella y otro de los más prominentes convocantes, Claudio X. González Guajardo, han sido enemigos de las movilizaciones populares, sin asumir que en la sociedad hay diversas acciones para la defensa de intereses, como las que ambos han practicado como parte de la clase empresarial.
La marcha tampoco fracasó porque la izquierda no se incorporó ni porque este tipo de movilizaciones son su patrimonio, como han demonizado los promotores, sino porque la derecha intelectual, empresarial y partidaria –PAN, PRI y satélites– han descalificado todas las movilizaciones hasta con argucias clasistas, repetidas a menudo por quienes no tienen para pagar la tarjeta de crédito.
A nadie debe sorprender el monumental fracaso de la marcha bicéfala del domingo, aun cuando sepamos lo que implica Trump para México, pero nadie puede perder de vista también que está en curso otro capítulo de la disputa por la nación y que todas las acciones son guiadas por un cálculo político, incluyendo marchas y antimarchas.
Marchar es un derecho constitucional y, cuando hay un agravio, la sociedad se manifiesta, como las movilizaciones incesantes contra el gasolinazo, la desaparición de los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa, el cese de la guerra en Chiapas y los propios asistentes a la marcha #VibraMéxico.
Pero también cuenta quienes hacen la convocatoria, si tienen autoridad política y moral o son oportunistas, politiqueros, mercaderes e intelectuales, esos que suelen recibir “favores oficiales”, como los describió Octavio Paz en “La conjura de los letrados”, publicada en la revista Vuelta hace exactamente un cuarto de siglo…
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
No hay comentarios:
Publicar un comentario