Trump tuiteó para cancelar
EPN reaccionó tres horas después
¿PRImer PRImo, al Edomex?
APOYO A INDOCUMENTADOS EN CHICAGO. Activistas y defensores de derechos humanos protestan en Chicago contra las políticas antinmigrantes de Donaldo Trump, quien ayer amenazó con cobrar un impuesto de 20 por ciento a los productos mexicanos si el país se niega a pagar el muro en la fronteraFoto Afp
E
nrique Peña Nieto (EPN) no aprovechó, la noche del miércoles, la insólita oportunidad de aparentar un arranque de dignidad política y cancelar por iniciativa propia la cita que Donald Trump le había asignado para el próximo martes en la Casa Blanca. Eso no resolvía el problema de fondo, y serviría solamente como gesto efectista patriotero (el autor de esta columna sostiene su punto de vista de que EPN debía haber ido a Washington, no a convalidar, sino a confrontar), pero le habría dado al apabullado mexiquense cierto respiro escénico que mucha falta le hace.
A lo más que llegó el estresado Enrique fue a pronunciar algunas frases más o menos de cajón (
México no cree en los muros. Lo he dicho una y otra vez: México no pagará ningún muro) y a anunciar que otro día anunciaría las medidas a tomar, pues esperaría los reportes de su predominante neuronal, Luis Videgaray, y realizaría consultas con el Senado y con la Conferencia Nacional de Gobernadores (las tomas de su
mensajenocturno a la nación lo mostraron tenso, sobreactuado a la hora en que el libreto decía
enojo, incluso más acentuado el tic delator que achica su ojo izquierdo).
Pero no se subió Peña al camión que muy probablemente no volverá a cruzar por su camino. No representó el enojo generalizado ante las ofensas de Trump, que ese mismo día había anunciado el inicio de la construcción del mentado muro fronterizo, ni se convirtió en el líder de la nación al que diversas fuerzas políticas, incluso opositoras, excitaban a ponerse al frente y defender con entereza a la nación, haiga sido como haiga sido el pasado de ese mismo Peña, con el propio Andrés Manuel López Obrador invitando a apoyar al priísta y exhortándolo a que anunciara (a tiempo) su decisión de no ir a la cita ignominiosa.
Y resulta que Trump leyó políticamente los titubeos de Peña y, a las 7:55 de la mañana del jueves (hora de México), ya estaba manteniendo la iniciativa: si México no iba a pagar la construcción del muro, sería mejor que se cancelara la reunión del martes. Era una virtual cancelación de dicha cita. Un grosero cierre de opciones: vienes y te comprometes a pagar, y te vas. O mejor ni vengas. Una vez más, Trump le ganaba la delantera a Peña. Una vez más, la iniciativa, las propuestas, las decisiones, estaban de un solo lado.
¡Casi tres horas después, a las 10:48, Peña Nieto apenas estaba reaccionando para tuitear que no iría adonde ya no lo estaban invitando más que de inaceptable forma condicionada! Así escribió EPN: “Esta mañana hemos informado a la Casa Blanca que no asistiré a la reunión de trabajo programada para el próximo martes con el @POTUS”. Más tarde, el mencionado POTUS (la prosodia a la mexicana rápidamente hizo enroques vocálicos que reflejan mejor su opinión sobre dicho Presidente of the United States y sus coequiperos) aseguró ante miembros del Partido Republicano que la cancelación se había decidido
de mutuo acuerdo. Y pronunció una frase con pretensiones de justificar la declaración de guerra (no sólo comercial) contra el país vecino:
A menos de que México trate a Estados Unidos de forma justa y con respeto, ese encuentro habría sido inútil o infructuoso. Y yo quiero ir por otro camino. No tuve opción. Poeshito güero, los vecinos no lo trataron con justicia y respeto porque no aceptaron pagar el muro que él, el güero POTUS, decidió levantar cargándole el costo al otro.
En esas horas de tensión, el vocero de la Casa Blanca (Sean Spicer, no Virgilio Andrade) hizo saber a periodistas algo que confirmaba el inicio de hostilidades en serio contra México: a las exportaciones de este país hacia Estados Unidos se les cargaría un 20 por ciento de impuesto, que serviría para pagar el muy mentado muro. Al estupor inicial siguió una reflexión elemental, más de simple consumidor que de gran economista: un impuesto así acabaría siendo pagado por la clientela estadunidense (claro que un golpe fiscal de ese tamaño dañaría profundamente la economía mexicana, pero, a fin de cuentas, los gringos acabarían pagando más por ciertos productos, así que no serían los mexicanos los que pagaran el muro). Al estilo de Rubén Aguilar, cuando era vocero de Vicente Fox y tenía que salir a escena a explicar
lo que el presidente quiso decir, el vocero Spicer tuvo que recular: esa idea no era sino una de las opciones a considerar. No era definitiva, sólo una posibilidad (por cierto, Fox sigue en la ruta grotesca de ataques
patrióticoscontra Trump, como si el propio Vicente no fuera corresponsable del saqueo y el hundimiento del país, y de elogios convenencieros a Peña Nieto).
Luego, en una conferencia de prensa en Washington, Luis Videgaray Caso, el maltrecho canciller que dos veces ha protagonizado episodios de vergüenza nacional, hizo declaraciones retóricas, sin sustancia real, elusivas, asegurando que el diálogo no se ha roto, que continúa. Uno, como tendedor de alfombras electorales en Los Pinos para el entonces candidato Trump; otro, en estos días aciagos, en que no sirvió de nada su presunta amistad con el yerno de Donald (que habría sido el único motivo por el cual fue llevado a Relaciones Exteriores). Videgaray ya quemó dos veces su capital burocrático. Sólo le queda la puerta de salida.
Mientras el país sufría la metralla de Trump, Peña Nieto se daba tiempo para recibir en Los Pinos a su primo Alfredo del Mazo Maza, quien pidió licencia a una curul federal para
buscarla candidatura del PRI al gobierno del estado de México. Es una imposición de Peña, pues la corriente del actual gobernador, Eruviel Ávila, prefería otra carta. Y llevará, ese PRImer PRImo, el sello de Peña Nieto que, según se deduce de las encuestas de opinión que lo ponen por los suelos, contamina electoralmente todo lo que toca. Pero, bueno, si bien ante Trump no se aplica aquella frase de que
La patria es primero; en la política mexiquense sí se mantiene otra:
La familia es primero.
Y, mientras se ve cuánto durará la estancia del ex gobernador de Nuevo León Rodrigo Medina en la cárcel, ¡hasta el próximo lunes!
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