Por: Jaime Avilés (@desfiladero132)
Para César Octavio Huerta, un periodista de una pieza
14 de enero 2016.- Entre 2013 y 2015, Enrique Peña Nieto, a través de Luis Videgaray, entonces titular de Hacienda y Crédito Público (SCHP), desvió 240 mil 518 millones de pesos (135 mil de Pemex y 105 mil 158 de la Comisión Federal de Electricidad) “para destinarlos al gasto corriente” al margen de cualquier mecanismo de fiscalización, bajo el rubro de “otros”.
Enrique Ochoa Reza, hoy presidente del PRI por designios de Videgaray, como director de la CFE entregó a Hacienda 43 mil 400 millones de pesos en 2015, de acuerdo con una investigación del diario The Huffington Post publicada el pasado 14 de septiembre bajo la firma del reportero Manuel Hernández Borbolla.
Emilio Lozoya Austin, como director de Pemex, en diciembre de 2013 tomó 65 mil millones de pesos y 70 mil millones más en diciembre de 2014, que pertenecían a la empresa paraestatal, y los depositó en Hacienda, también por concepto de “aprovechamientos”.
Se trata, en ambos casos, de un despojo al patrimonio de la nación, que explica por qué, a decir de Peña, se “secó” la gallina de los huevos de oro, cuando la verdad es que la organización criminal que desde 1983 funge como “gobierno de México”, no ha hecho otra cosa que desplumarla y retorcerle el pescuezo en beneficio de un grupúsculo de 30 empresarios y tecnócratas que son dueños de todo.
Mientras Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo (1988-2000) dejaron de construir refinerías y de darle mantenimiento a las que estaban en servicio, para preparar las condiciones en que hoy las seis plantas que subsisten trabajan al 37 por ciento de su capacidad, por lo cual importamos 630 mil barriles de gasolina diarios, que representan el 62 por ciento del consumo nacional, a Vicente Fox y Felipe Calderón (2000-2012) les tocaron, en palabras de Andrés Manuel López Obrador, los precios internacionales del petróleo “más altos en la historia del mundo”, y miren cómo estamos.
Durante el primer sexenio panista (2000-2006), Pemex obtuvo ingresos por 335 mil millones de dólares (mdd), de los cuales, por concepto de “excedentes” petroleros, Vicente Fox recibió un total de 30 mil mmd, de 2004 a 2006, mientras por el mismo concepto Felipe Calderón dispuso de 100 mil mdd más.
En su libro La salida, de próxima aparición, López Obrador afirma que “todos estos recursos, al igual que los captados por Fox, se utilizaron para subsidiar fiscalmente a sus aliados de las grandes corporaciones empresariales, se dilapidaron con la corrupción o se orientaron para mantener los privilegios de los altos funcionarios públicos”.
De 2007 a 2012, señala AMLO, “el gobierno espurio no hizo nada para reducir su enorme gasto burocrático. Por el contrario, en 2007, lo aumentó en 154 mil millones de pesos. En 2008, creció 190 mil millones más y, en 2009, fue mayor, en 150 mil millones. Es decir, en tres años aumentó el gasto corriente en casi 500 mil millones de pesos. A lo largo del sexenio, este oneroso gasto burocrático pasó de 1 billón 229 mil 809 millones de pesos a 1 billón 842 mil 216 millones de pesos; mientras el crecimiento económico en ese mismo periodo fue del 13 por ciento, cuatro veces menos. Más aún, la deuda pública con Calderón pasó de 1.7 a 5.2 billones, o sea, creció 207 por ciento”.
¿Por qué somos tan pobres si durante los doce años de calamidad panista nuestra industria petrolera tuvo ingresos excedentes de 130 mil millones de dólares cuando menos? Según el diputado morenista, Vidal Llerena, citado por The Hufftington Post, en el presupuesto para 2017 Hacienda desviará 56 mil 312 millones de pesos que serán etiquetados como “otros de otros” y nadie podrá fiscalizar en qué se gastan.
Con todas las reservas del caso, dada la fuente de donde proviene, el mismo diario menciona que de acuerdo con la bancada del PAN en San Lázaro, de 2013 a 2016 Peña y Videgaray han saqueado un billón 122 mil millones de pesos, cuyo misterioso origen también encubre “otros de otros”.
En 2013, siempre según el PAN, por “otros de otros” Peña desvió 227 mil 846 millones de pesos; en 2014 la suma ascendió a 259 mil 260 mdp; en 2015, a 350 mil 708 mdp y en 2016, a 294 mil 202 mdp. Más los 240 mil 510 millones robados a Pemex y la CFE, la suma total configura un delito de traición a la patria por el que Peña puede ser acusado, destituido y castigado, como debería ocurrirle asimismo a Fox y a Fecal.
A la hora de ponernos sentimentales porque Barack Obama lloró en su último discurso, no olvidemos que, en sus ocho años, mantuvo un apoyo irrestricto a la organización criminal de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, ni que Killary Clinton dijo sentirse “impresionada” por las reformas estructurales que aplicó la dictadura del Estado de México, o que (a diferencia de Trump) era tan grande su amor por México que ya había destapado a Margarita Zavala para que profundizara el saqueo de nuestro país seis años más.
Nunca, vuelvo a decirlo, me cansaré de celebrar la derrota de Obama y los Clinton el pasado 8 de noviembre, en la medida en que puso fin a la inercia de una “normalidad” perversa, insaciable, genocida, que benefició exclusivamente a la dictadura salinista y a las grandes empresas mundiales, pero nos condenó a vivir en el terror de la inseguridad pública, la miseria y la infelicidad.
Por eso, a la hora de asustarnos por las amenazas de Trump, recordemos que a cada capillita le llega su fiestecita, y ahora, frente a la bestia de pelos dorados y cerebro maligno, le tocará al copetón sin cerebro salir a defendernos, mientras México se levanta contra él por su abusiva y descarada política, y Estados Unidos no tardará en levantarse contra su nuevo presidente, en el marco de una coyuntura doble o mixta que no podemos ver sino con optimismo.
Quienes —como el filósofo Slavoj Zizek y la actriz Susan Sarandon, y en el plano nacional el padre Alejandro Solalinde y poquitos más a los que me sumo yo— preferimos la victoria de Trump y no de Kíllary, debemos recordar una de las razones más poderosas que sustentaron nuestra postura: puede que Trump sea otro Hitler, pero Estados Unidos no es una sociedad fascista como la Alemania de 1936, y los resortes democráticos que impulsan la cultura de una gran mayoría de la población estadunidense impedirán que el delirante magnate llegue muy lejos.
Por lo pronto, esperemos, que empiece, pero ya, a construir el muro, nos aplique nuevos impuestos y nos ponga contra la pared para que se lleve a Peña entre las patas, mientras nosotros como pueblo harto de estar harto, hacemos lo que tengamos que hacer, con todo y sus leyes de golpe militar que no se atreve a decir su nombre, y las fábulas gallineras del anencefálico ladrón y su gabinete de asesinos aterrorizados que, en sus horas más negras y pesadas, cuando el pánico los saca del sueño y los arroja al insomnio, deben estar pensando en imitar a sus grandes amigos, como Javier Duarte, César Duarte y Beto Borges, que más que fugarse, se les adelantaron y ya los esperan en el exilio.
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