jueves, 10 de noviembre de 2016

Marchan miles contra una presidencia del republicano

También hubo festejos de apoyo y alusiones nazis

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Estudiantes latinoamericanos se manifestaron contra la elección de Donald Trump como presidente y marcharon hacia el Congreso estatal de Arizona, en PhoenixFoto Ap
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 10 de noviembre de 2016, p. 3
Nueva York.
Miles de personas marcharon ayer en varias ciudades, afirmando que no aceptarán una presidencia de Donald Trump. En tanto, inmigrantes, afroestadunidenses, mujeres y jóvenes tratan de enfrentar temores y angustias al despertar en una pesadilla colectiva como resultado de la elección. A la vez, para los olvidados en varias partes del país el día fue el triunfo de un sueño y en algunas manifestaciones portaron esvásticas.
Anoche en esta ciudad, al igual que en otras, se programaron vigilias y mítines de protesta ante la elección de Trump, para tratar de romper el silencio y resistir lo que promete el presidente electo.
Miles de personas marcharon desde Union Square por Broadway, cientos más estaban en Columbus Circle. Miles de estudiantes de preparatoria y sus maestros abandonaron las aulas en Berkeley y hubo manifestaciones en Chicago, Boston, Atlanta, Filadelfia, San Francisco, Los Ángeles y Seattle, entre otras ciudades.
Los manifestantes coreaban: No es mi presidente, hoy no, y en Portland gritaban: No a Trump, no al KKK, no a un Estados Unidos fascista.
Cundía el temor entre las comunidades de inmigrantes por las implicaciones de la elección de un candidato que prometió expulsar a todos los indocumentados, construir un muro y cerrar la puerta a los musulmanes.
En todo el país la angustia crecía entre los inmigrantes, quienes comentaban sobre las posibles implicaciones y trataban de entender qué les puede pasar.
Jóvenes afroestadunidenses temían enfrentar mano dura en las acciones que realizan para defender sus derechos civiles, y un estudiante musulmán comentó a CBS News: Esta mañana me desperté con una sensación de temor muy parecida a la del 11-S.
Durante el día, en calles, universidades, centros comunitarios y organismos sociales prevalecía un silencio inquieto, como ocurre antes de una tormenta, que a veces era interrumpido por cientos de jóvenes gritando que no reconocerán al presidente electo Trump, o con intentos de animarse y consolarse unos a otros, e insistir en que la lucha continúa. Después regresaba el silencio.
Varias organizaciones enviaron misivas a sus redes instando a pensar en qué tipo de resistencia presentar ante la nueva realidad política del país. “La noticia provocó una ola de shock entre la comunidad musulmano-estadunidense”, escribió Hussam Ayloush, director de CAIR en Los Ángeles, organización de defensa de derechos civiles de ese grupo. “Este es nuestro país… no nos vamos a ningún lado”, afirmó. “No permitiremos que la elección de un individuo cambie quiénes somos o el lugar que llamamos casa… no seremos intimidados o marginados”.
Las calles en Nueva York se llenaron de personas con cara de angustia. Todas las conversaciones, en varios idiomas, empezaban y terminaban con: no es posible, y algunos preguntaban: qué nos va ha suceder.
Las entrevistas con amplia gama de personas –desde un pequeño comerciante hindú hasta un mesero mexicano, porteros polacos, trabajadores de limpieza puertorriqueños, académicos latinoamericanos– reflejaban incredulidad y ansiedad, que todos intentaban cortar con un poco de humor negro.
Ari, inmigrante mexicana indocumentada que ha vivido en este país durante años, se quedó viendo las noticias durante toda la noche con una mezcla de asco, indignación y temor por su familia y su comunidad, y tuvo que vomitar varias veces.
Niños de primaria y hasta de kínder, que estaban asustados desde la campaña electoral al escuchar a sus padres, ahora piensan que se construirá un muro y ya no podrán ver a sus familias, o que podrían regresar de sus escuelas y sus padres habrían sido deportados. Se espera que habrá mas bullying racial en los planteles escolares, aseguraron maestras entrevistadas por La Jornada.
Unas veces, cuando la gente platicaba de lo sucedido, brotaban lágrimas, y en otras, nada más había estallidos de ira.
Es un momento contrarrevolucionario, señaló a La Jornada Antonio González, presidente del Instituto William C. Velasquez, en Los Ángeles. Más aún, indicó que es una ironía que ahora el Republicano es, en cierta forma, el partido de la clase trabajadora blanca de Estados Unidos.
Y es que también había júbilo y festejos entre millones de ciudadanos, sobre todo los que Trump identificó como los olvidados, los que sienten que las cúpulas políticas los han abandonado durante años mientras sus vidas se deshacían, principalmente trabajadores de zonas industriales.
No nos tomaban en cuenta, nadie nos escuchaba. Pero hoy eso cambió; ahora nos tienen que escuchar, dijo un trabajador a medios en Ohio. Estas voces se repitieron en diversos puntos del país, con gente que insistía en que el presidente electo por fin obrará en favor de ellos y restaurará la grandeza de Estados Unidos.
Durante el día, agrupaciones de simpatizantes de Trump festejaron frente a la Torre Trump, en la Quinta Avenida, en Nueva York, donde por la noche miles lo condenaron, aunque no lograron acercarse a más de una cuadra.
También había expresiones alarmantes. En Filadelfia, durante la noche aparecieron pintas con esvásticas, referencias a la Alemania nazi y grafitis racistas en varias tiendas, automóviles y otros lugares, reportó el Philadelphia Inquirer. Entre ellas había “Sieg Heil”. Algunas agrupaciones recordaron que esta semana es el 78 aniversario de Kristallnacht (La noche de los cristales rotos), cuando se realizaron ataques masivos contra judíos en Alemania. El alcalde de Filadelfia condenó esas expresiones y llamó a la calma.
Algunos opositores a Trump compartieron poemas de tiempos oscuros antes de la Segunda Guerra Mundial, otros afirmaron que por lo menos con esto se marca el fin de la farsa democrática, y no pocos enviaron mensajes desde otros países ofreciendo asilo en sus casas a sus amigos que residen en Estados Unidos.
Otros más sugirieron escuchar Simpatía por el Diablo, de los Rolling Stones.

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