CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Ni con acarreados lució: al llegar a la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México para presentar su cuarto Informe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera apenas levantó los ánimos de los trabajadores capitalinos y otros grupos afínes al jefe de gobierno aglutinados en las banquetas de la calle Donceles.
El gobierno de la capital había preparado todo para el evento: desde temprana hora desplegó policías en las calles aledañas para filtrar a los asistentes; preparó un templete para la prensa –que no pudo moverse de ahí–; colocó dos pantallas gigantes en las que pasaban las imágenes del interior del palacio y colocó mantas en las vallas de la calle.
Mancera pasó rápidamente, se dirigió hacia la prensa, dio unas declaraciones y subió las escaleras del edificio, puño en alto. Los tamborines aceleraron el ritmo y la asistencia gritó “Mancera presidente”.
Aún así, fueron pocas las personas que participaron en el aplauso institucional para el jefe de Gobierno –cuyo balance en la Ciudad de México está repudiado por seis de cada 10 habitantes– y de los jefes delegacionales.
Los que estuvieron presentes agitaban sus globos de color rosa y blanco, así como cartulinas de apoyo a Mancera. “Gracias x abrir más comedores comunitarios”, se leía en una de ellas; otra decía “gracias por una CDMX más diversa”.
Frente al espacio de prensa, se observaba cómo unos jóvenes de camisa y corbata lanzaban consignas para alentar los ánimos.
Al lado del templete, líderes seccionales del Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno del Distrito Federal (STUGDF) realizaron un pase de lista momentos después de la llegada de Mancera, lo que significó la partida de decenas de trabajadores capitalinos.
Así, durante más de una hora desfilaron los jefes delegacionales y figuras del PRD nacional en la calle empedrada del Centro Histórico, recibiendo su cuota de aplausos, chiflidos y consignas de apoyo, y posando ante los fotógrafos.
Xochitl Gálvez Ruíz, delegada panista de la Miguel Hidalgo, dio varias vueltas en su bicicleta eléctrica, para enseñar a las cámaras que usa este transporte de moda. Funcionó: la política recibió aplausos.
La asistencia ignoró por completo a Mariana Moguel Robles, lideresa del PRI capitalino e hija de Rosario Robles Berlanga, quién llegó 15 minutos después de Mancera. Alejandra Barrales, recién nombrada dirigente nacional del PRD, tampoco provocó mucho entusiasmo.
Las banquetas de la calle Donceles estaban ya prácticamente vacías cuando Mancera inició la ceremonia de entrega del informe en el Palacio Legislativo.
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