CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El 30 de enero de 2016, con el título “Pide renuncia de Alvarado en TV UNAM”, el periódico La Jornada publicó la siguiente carta firmada por Carlos Mendoza, profesor del CUEC-UNAM, director del Canal 6 de Julio, uno de los medios nacionales más prestigiados por la calidad de sus reportajes y documentales políticos:
“Durante los años que Nicolás Alvarado practicó el periodismo cultural en Televisa se esmeró en hacer de sí mismo un personaje petulante y elitista, que rechazó toda noción de cultura con sentido social, y segregó muchas expresiones de aquellas corrientes artísticas y de pensamiento que no son de su agrado.
“La trayectoria del citado periodista y escritor es incompatible con el cargo de director de TV UNAM para el que fue recientemente nombrado, puesto en el que la ley orgánica de nuestra universidad alienta una función social de la cultura. Algunas de las corrientes artísticas y filosóficas despreciadas por Alvarado están vigentes en ella”.
Como profecía que en algún momento se cumpliría, la descripción de Carlos Mendoza sobre el “personaje petulante y elitista” la confirmó el propio Nicolás Alvarado en su desafortunado artículo periodístico titulado “No me gusta Juanga (lo que le viene guango)”, publicado este 30 de agosto en Milenio Diario.
No me sorprendió su exhibición narcisista y su evidente envidia por el éxito de un artista como Juan Gabriel. Alvarado se ha caracterizado por su antipatía o, mejor dicho, su nula empatía social en sus distintas intervenciones profesionales. Muy su derecho.
Me sorprendió más la presunción y descripción de cómo preparó el programa de Observatorio Cotidiano, en TV UNAM, canal televisivo de la principal universidad pública de América Latina, para abordar el fallecimiento de Juan Gabriel y lo que esto representa para la cultura del país:
“Así, desde la mesa del restaurante contacté –bendito Whatsapp– a José Luis Paredes Pacho, quien sabe de rigor intelectual pero también de idolatría pop, y quien conduce la emisión semanal dedicada a la cultura –a toda la cultura– en Observatorio Cotidiano, la barra de opinión de TV UNAM. Armamos un programa en caliente. Invitamos a Marco Hernández –extraordinario periodista cultural y conocedor de varias subculturas (sic), entre ellas la gay que es referencia obligada cuando se habla de Juan Gabriel–, a Uriel Waizel –que entiende de toda la música, de la más culta a la más indie a la más popular– y, vía telefónica desde Guadalajara, a Luis González de Alba, cuyas credenciales para ocuparse del tema son todas…”.
Así de sencillo. El director de TV UNAM nos dice que “cumplió” con una mesa de análisis, y demostró una incapacidad infinita para conectar con el fenómeno social, mediático, musical, periodístico que se está produciendo en todo el país, en Estados Unidos, en decenas de ciudades de América Latina y en las propias aulas de la UNAM, aunque le “venga guango” Juan Gabriel.
Al final de su texto, Nicolás Alvarado pretende vacunarse con una retahíla de sandeces sin sentido del humor, típica de quien se siente superior a sus lectores (y colaboradores):
“Mi rechazo al trabajo de Juan Gabriel es, pues, clasista: me irritan sus lentejuelas no por jotas sino por nacas, su histeria no por melodramática sino por elemental, su sintaxis no por poco literaria sino por iletrada. Y sé que la pérdida es real y que es enteramente mía. Pero condicionado como estoy por mi circunstancia, no puedo evitar reaccionar como reacciono”.
¡Fantástico! Al director de TV UNAM le debe pagar el Estado un salario para presumirnos que le irrita Juan Gabriel por su clasismo y su mal disimulada homofobia interiorizada.
Con esta parrafada no fue extraño que Nicolás Alvarado se haya convertido en Trending Topic –sus 15 minutos de infamia– y que en el sitio Change.org existan más de 12 mil firmas que en unas cuantas horas reclamaron su renuncia de TV UNAM.
Cito el párrafo final de la carta del cineasta Carlos Mendoza porque ahí está la clave del escándalo generado por Alvarado:
“La UNAM es una institución plural, calidad que ha demostrado no compartir ni valorar el señor Alvarado. Por eso parece justo pedirle un acto de congruencia personal mediante su renuncia a la dirección de TV UNAM”.
En congruencia también, no será mala idea ir a bailarle con lentejuelas al señor Nicolás el Noa Noa(No a Alvarado) frente a sus oficinas en TV UNAM.
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