“Me siento traicionada por Javier Duarte. Desde 1980 he trabajado para el partido. Cuando fue candidato le llevé a más de 400 acarreados a sus mítines. Ahora que está en el poder, y sabe que tengo a dos hijas desaparecidas, ni siquiera se ha acercado a darme el aliento”, habla Yolanda Espíritu Mota, quien desde hace casi seis años permanece con la esperanza de hallar a Iriana Yset e Ivonne Amador Espíritu.
Por Miguel Ángel León Carmona
Ciudad de México, 16 julio (SinEmbargo/BlogExpediente).- “Me siento traicionada por Javier Duarte. Desde 1980 he trabajado para el partido. Cuando fue candidato le llevé a más de 400 acarreados a sus mítines. Ahora que está en el poder, y sabe que tengo a dos hijas desaparecidas, ni siquiera se ha acercado a darme el aliento”, habla Yolanda Espíritu Mota.
La madre de 65 años comparte el origen de su desgracia cuando el 11 de octubre de 2011 cuando sujetos armados levantaron a cinco custodios de un bar en Xalapa, Veracruz. Atraco vinculado, según investigaciones federales, a Los Zetas.
Blog Expediente, tuvo acceso a la carpeta de investigación, 1196/2011/ra/xal/11, dictada ante la Agencia Primera del Ministerio Público Investigador en la capital del estado. El caso de Iriana Yset e Ivonne Amador Espíritu, de 30 y 34 años. Así como, Jorge Barrera Fernández, Luis Alberto Torres Castillo y una última desaparecida, de quien se ignoran sus referencias.
Las hijas de la entrevistada, se formaron en el penal de Villaldama, en el año de 2005. Allí aprendieron a lidiar con secuestradores, tratas de blancas y asesinos. Ambas, recorrieron diversos reclusorios a lo largo del estado. El último para Ivonne en Poza Rica y para Iliana en Pacho Viejo, Veracruz.
La desaparición múltiple, coincidió con la fuga de 32 reos de los centros de Readaptación Social de Coatzacoalcos, Amatlán y Cosamaloapan, hecho suscitado el 19 de septiembre de 2011, es decir, 30 días atrás. Yolanda Espíritu, comenta que la más joven de sus hijas, recién había solicitado vacaciones, pues la situación era insegura.
“EN UN RATITO PERDÍ A MIS HIJAS”
La mujer, con el ánimo apagado, sostiene las fotografías de sus desaparecidas, una en cada mano, luego se recoge el llanto y comienza a recordar la última vez que las miró con vida. “Eran las 11 horas con 30 minutos. Dejaron avisado que no preparara de comer, por la tarde regresarían con pollos rostizados. Sabrá Dios dónde estarán”.
Ivonne acompañó a Iriana a cobrar su sueldo. La hora de comida se llegó y la única que regresó fue la mayor. Su hermana, comentó, se había quedado con unos compañeros custodios y pasarían un rato en alguna parte de Xalapa. Mientras tanto, en casa, comieron los que estaban.
Para las 19 horas con siete minutos, Ivonne avisó a su madre que saldría a buscar a la de menor edad. Llevó puesto un pantalón de mezclilla, zapatillas blancas descubiertas y una blusa transparente, al tono de sus tacones.
En tanto, en la ficha de desaparición de Iriana Luna Espíritu, se reporta que viste un pantalón de mezclilla, tenis deportivos y una blusa de color azul cielo. Las horas pasaron hasta el caer de la madrugada. Doña Yolanda, atribuyó la ausencia a alguna reunión entre compañeros. La preocupación se apoderó de la madre, antes del amanecer. Así que decidió llamarles a sus celulares. Primero uno, luego el otro, aparatos reportaban estar fuera del área de servicio. La zozobra en forma de barrancada estaba por desatarse.
“SON CINCO LOS DESAPARECIDOS”
Las horas mutaron en días, Yolanda también fue víctima del mito de las 72 horas, y no pudo denunciar antes la doble desaparición. Para el sábado 15 de octubre, recibió una llamada del padre de Jorge Barrera Fernández, un compañero de sus hijas. El reporte fue lapidario: eran cinco custodios los que no habían regresado a sus hogares.
La primera hipótesis para los padres agraviados fue que se trataba un secuestro, sin embargo esperaron el llamado del teléfono y nunca timbró. Buscaron en los alrededores de la capital, reportaron las ausencias al Centro de Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo (C4), pero ya había iniciado la sequía de respuestas.
Fue hasta el 17 de octubre, que los padres decidieron interponer una denuncia ante la Agencia Primera del Ministerio Público Investigador, en Xalapa, con número de carpeta 1196/2011/ra/xal/11.
La familia de la entrevistada no se confió del operar de la extinta Procuraduría General de Justicia del Estado, y continuó la búsqueda. En las horas siguientes, el hijo de Yolanda Espíritu, quien llegó a ocupar el cargo de director en el penal de La Toma, Amatlán de los Reyes, llamó para dar las últimas coordenadas de las jóvenes.
De acuerdo con testigos, también compañeros custodios, al grupo de amigos se les vio conviviendo en el bar “El Triangulito”, hoy el Table Dance “Ladies”, ubicado a la entrada de la ciudad, entre las calles Pípila y Sarabia, a unos metros del concurrido centro comercial Las Américas.
“MEJOR VÁYANSE O TAMBIÉN LOS VAN A LEVANTAR”
La madre acudió al bar donde sólo recibió negativas al inicio de su cuestionario. Alguien le señaló a la bailarina más cotizada del lugar, de nombre “Iris”, quien más tarde sería llamada a declarar ante la PGJ y la Procuraduría General de la República (PGR).
Lo anterior tras asegurar a la madre: “Los muchachos hicieron un zafarrancho y un grupo de tamaulipecos los levantaron. Yo estoy con ellos, soy su preferida. Mejor váyanse o les va a pasar lo mismo” advirtió la damisela.
Con base en las averiguaciones de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (Seido), los agresores, que superaban al número de desaparecidos, iban forrados de armamento, a bordo de vehículos blindados. Delito federal, vinculado al escuadrón de Los Zetas, agrupación que ha dominado el territorio jarocho en gran parte del sexenio de Javier Duarte de Ochoa.
Yolanda Espíritu, desde entonces asumió la responsabilidad de buscar a sus dos desaparecidas, así como dos nietos que dejó la mayor de sus hijas. Su esposo, murió desahuciado, un paro cardiaco, fulminante, le privó la oportunidad de recuperar a sus hijas.
“Yo grité, lloré, y reclamé a las autoridades, como sea pero me pude desahogar, pero mi esposo no, todos los corajes se los tragó, y murió el 15 de agosto de 2014. A veces lo llegué a encontrar, sentado en el sillón, llorando. Le preguntaba qué pasaba, pero sólo me decía que nada, hija. Ya se me pasará [..]. Yo le dije cuando murió que era un egoísta, pues se iba y me dejaba sola. Él era todo en mi vida. Es difícil morirse en la búsqueda de sus hijos”, comparte.
La entrevistada expresa que la desolación no sólo carcomió a su marido. La madre de Jorge Barrera Fernández murió, asegura, de tristeza. En tanto al cáncer de la madre de Luis Alberto Torres Castillo se le han sumado los síntomas de una desaparición.
Así la suerte para la mujer de sonrisas escasas, quien sobrevive con 4 mil pesos mensuales de la pensión que heredó de su esposo. A sus 66 años, Yolanda, reparte el tiempo que dedica a sus dos nietos, para vender antojitos en una fonda. Los ingresos, son para salir a búsqueda de desaparecidos con su colectivo, Por la Paz Xalapa.
“IRIANA, UNA HIJA DE CASA”
Sobre la mujer que ahora tendría 36 años, Iriana Luna Espíritu, la entrevistada la describe como una persona hogareña, responsable. Su complexión robusta, no hace juego con su lado amable, quien le llamaba en sus misiones fuera de la capital, para pedirle prestado dinero cuando no tenía dinero para comer.
La Yoyis, así es conocida por sus familiares. Sus descansos los ocupaba para colaborar con la limpieza del hogar. Tenía una labor designada y era lavar la jaula de los pájaros en el patio. “Le agradaba andar de penal en penal, dice que así ganaba experiencia. Su mayor adrenalina, me decía, eran cuando hacían requisas a los convictos”.
Es lo que las lágrimas le permiten compartir a Yolanda Espíritu, echa de menos que la desaparición de Yoyis, le hayan privado la oportunidad de completar su preparatoria abierta.
“Nos queremos mucho. Es una hija que no se me iba de pinta, si salía era a tomar un café con las amigas. Cuando se enojaba, se encerraba en su habitación como niña chiquita. Al rato se le pasaba y seguíamos siendo las mejores amigas”.
“Estaba preparando los quince años de mi nieta. Ya no se hicieron. Al niño alcanzó a acompañarlo a su confirmación. Ya no le vio comulgar. El último sacramento lo hizo con un traje blanco que le dejó comprado”, narra inconsolable la mujer de 65 años.
Sobre Ivonne, lamente que haya dejado una niña de 14 años y otro de nueve. Se desvivía en el penal de Poza Rica por el bienestar de su descendencia. Le gustaba guisar cuando estaba en casa. Sus descansos eran, sin discutir para gastarlos con sus pequeños.
Yolanda, acepta que los nietos atraviesan una etapa complicada. La hoy jovencita, reprobó un año, pues se la pasaba llorando, mientras fotografías le recordaban a su madre. El niño ha crecido con rencor, asegura. “Ha dicho que quiere ser soldado para buscar a su madre y a su tía y a la gente que se las llevó”.
CON 10 MIL PESOS, ÉRICK LAGOS QUIZÓ FRUSTRAR LA BÚSQUEDA DE YOLANDA
“A él lo abordamos, en la fiscalía, un 19 de marzo de 2014. Aquella vez aseguró que me ayudaría, por tratarse de los cuates del partido, con unas becas para mis nietos. Lo único que recibí fue un pago por mil pesos por cada hijo. Fue todo”.
Fue el beneficio que otorgó Erick Lagos, entonces Secretario de Gobierno y Delfín de Javier Duarte de Ochoa, a una mujer, que por más de 25 años había servido a su partido político, acarreando gente a cada evento de candidatos tricolores.
Aquella ocasión, cuenta Yolanda, Lagos Hernández, también relacionado con el cartel de los Zetas, solicitó a Jorge Carvallo apoyara a su compañera de partido a conseguir un extra para aminorar los gastos que genera una búsqueda.
“Me dejó esperando hasta el primero de septiembre. Casi medio año después. Lo volví a abordar en el café de la Parroquia. El señor puso cara de sorprendido y me preguntó, sorprendido: “¿A poco no ha quedado?” luego ordenó la canalizaran a su oficina en el palacio de gobierno.
Erick Lagos nunca llegó. Algún asistente la ingresó a una sala de espera. Y de manera sorpresiva, la atendió la entonces Fiscal Mireya Toto Gutiérrez, quien sin titubeos sacó un sobre con diez mil pesos y sugirió que no siguieran “haciendo ruido”.
“26 AÑOS SIRVIENDO AL PRI Y LE HAN SERVIDO DE NADA”
Tocando puertas, buscado votos en las colonias más humildes de la capital, apretujando gente hasta en cinco camiones, para llevarlos a diversos eventos del Partido Revolucionario Institucional. Esfuerzo de décadas que le ha valido de nada en la búsqueda de sus dos hijas, a la priista, Yolanda Espíritu Mota.
“Yo apoyé a Javier Duarte de Ochoa, teníamos la esperanza de que sería un buen gobernante por ser joven. Yo hice un compromiso para que ganara, pero él sólo me ha engañado, utilizado e ignorado”.
“Javier Duarte también es padre. Yo le pregunto ¿le gustaría que de repente le quitaran a sus hijos y ya nunca saber de ellos? Si es una persona que tiene sentimientos, ¿por qué no me ayuda”? pregunta la mujer en el cierre de la entrevista.
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