CUAUTLA, Mor. (proceso.com.mx).- Durante la conmemoración del aniversario luctuoso del general Emiliano Zapata este domingo, el gobernador Graco Ramírez fue abucheado por habitantes de diversas comunidades.
Este día Ramírez decidió no exponerse y, en lugar de conmemorar el aniversario del asesinato de Zapata Salazar en el casco de la antigua hacienda de San Juan Chinameca, municipio de Ayala, se quedó en Cuautla y rindió el homenaje en la tumba del caudillo en la plaza Revolución del Sur.
Mientras en Chinameca –municipio gobernado por el PRI– las organizaciones campesinas hicieron un fuerte reclamo al gobierno estatal por la falta de apoyos, en esta ciudad elementos de Seguridad Pública decidieron cercar desde muy temprano la plaza donde alrededor de las 10 horas el gobernador pronunció un discurso atropellado e interrumpido por los gritos y los abucheos.
Esta fue la primera vez que el presidente Enrique Peña Nieto no envió a un funcionario de alto nivel como representante. En su lugar, el delegado federal de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), Ángel Rodrigo Peña Zepeda, fue quien ostentó la representación oficial del mandatario. Peña Zepeda presume ser primo del Ejecutivo federal.
Además, acudieron un representante de la 24ª Zona Militar y los alcaldes de Cuautla y Ayala, el perredista Raúl Tadeo Nava y el priista Antonio Domínguez Aragón.
Con pancartas de reclamos habitantes de Huexca, en Yecapixtla, y Apatlaco, en Ayala abuchearon a Graco y gritaron consignas contra la termoeléctrica ubicada en la primera comunidad.
En tanto, un grupo de mujeres ambientalistas de Cuautla no se cansó de lanzar consignas contra el tiradero a cielo abierto La Perseverancia, mismo que fue utilizado para recibir cinco mil toneladas diarias de desechos provenientes de la Ciudad de México durante la pasada contingencia ambiental en la capital del país.
“Cuautla no es basurero, que le lleven la basura a Graco”, gritó una mujer desde la barrera.
El gobernador aseguró que Morelos ha invertido más que los últimos tres gobiernos en el campo.
Agregó que por cada peso que se invierte por parte de los productores, su administración invierte dos más.
Frente a los productores sorgueros que perdieron todas sus cosechas por la plaga del pulgón amarillo, el gobernador afirmó que se buscó contratar un seguro que garantizara la sobrevivencia de los productores en caso de plagas.
Afirmó:
“Hoy no vemos productores de Morelos tomando carreteras, hoy no vemos a productores de Morelos demandando que se cumpla el apoyo solidario del gobierno, porque lo hemos hechos”.
Lo anterior, a pesar de que hace unos meses los productores sorgueros tomaron la autopista Del Sol y la Siglo XXI en ambos sentidos. De hecho, las vías de acceso y salida de Morelos a Guerrero y a Puebla fueron colapsadas por día y medio debido a la falta de cumplimiento en el pago del seguro de contingencia que no se pagaba, ni se pagó completo, a los productores afectados.
El gobernador dijo además que es mito que la termoeléctrica de Cuautla traiga contaminación.
Aseguró, en medio de consignas, abucheos y mentadas, que la producción eléctrica será “limpia” y que además representa una inversión para traer “empleos de calidad” a los habitantes de la región oriente de Morelos.
Sostuvo que el agua que se utilizará será devuelta “tratada” para que los productores la puedan reutilizar en sus cultivos de riego. Además, dijo que “toda el agua que tomemos será devuelta en obra pública para esas comunidades”.
Un poco cansado de las protestas, Graco se refirió a quienes gritaban:
“Yo quiero decirles compañeros y compañeras, que este gobierno viene de la lucha social, que este gobierno viene de la lucha campesina, que este gobierno está trabajando. Aquí no hay perseguidos políticos, aquí no hay presos políticos, aquí se escucha a todos. Tenemos más amigos, pero también sabemos que hay gente que no quiere el progreso y respetamos su opinión y se pueden seguir manifestando libremente, pero aquí seguimos la mayoría”.
Al concluir su discurso, Graco salió por un lado de las cercas metálicas acompañado de los demás funcionarios, mientras las protestas arreciaban. “Zapata vive. La lucha sigue”, “Fuera Graco”, “No a la termoeléctrica”, “No al acueducto”, “Cuautla no es basurero”, fueron las consignas.
Graco subió rápidamente a su camioneta y desde el estribo dio la espalda a quienes lo increpaban e hizo un ademán de saludo a unos “invisibles” simpatizantes que no llegaron. Cerró la puerta y salió a toda prisa.
“Igual que hace un año en Chinameca”, dijo una mujer con la voz enronquecida.
El 10 de abril de 2015, Graco Ramírez, acompañado del secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, acudieron a la Exhacienda de Chinameca para conmemorar el asesinato de Emiliano Zapata. También se montó un perímetro para proteger a los funcionarios de los molestos campesinos que protestaban contra la termoeléctrica.
Sin embargo, un grupo de estudiantes de la Normal Rural Femenil Emiliano Zapata, de Amilcingo, Morelos, alcanzaron a romper uno de los cercos.
Acompañados de un grupo de mujeres estudiantes de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM). Cuando se acercaron a la siguiente hilera metálica, una universitaria aprovechó un descuido de un policía y metió la mano y el pie entre las dos cercas metálicas. El agente intentó recomponer la cerca, pero lo único que hizo fue lastimar a la alumna, quien profirió unos gritos que enardecieron a normalistas y campesinos.
Jorge Zapata, nieto del Caudillo del Sur, se saltó el primer cerco y con él decenas de productores del campo. Llegaron al siguiente cerco y de manera violenta lo desmantelaron, ante la incapacidad de los policías de contenerlos. Graco Ramírez y Gerardo Ruiz se aprestaban a colocar una ofrenda floral en la entrada de la exhacienda, no obstante, al observar la avalancha campesina, su equipo de seguridad los apuró al campo donde tenían los helicópteros.
Los funcionarios corrieron. La falta de costumbre y el nerviosismo provocó que Graco se enredara con algo en el suelo y se fue de bruces. Tan rápido como cayó, se levantó y echó a correr, prácticamente en medio de los campesinos que buscaban increparlo de forma directa por “sus malas decisiones”, por “estarnos chingando siempre”, según advirtieron.
No obstante, al final, en medio de forcejeos de su equipo de seguridad y campesinos y gritos de descalificación e insultos, Graco alcanzó a meterse al helicóptero, mismo que tomó vuelo de inmediato.
Aunque las protestas le impidieron a ratos seguir su discurso, y aunque salió a prisa, no cayó como el año pasado.
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