El Manual de Periodismo que algún día escribieran Vicente Leñero y Carlos Marín será cambiado para las futuras generaciones de reporteros que quieran aspirar, como el director de Milenio, a ser una celebridad al estilo Donald Trump.
Conforme a la moda de los decálogos y las minicolumnas de su autor, este manual sólo tendrá diez reglas. Aquí se las comparto:
1.-Vuélvase un converso y odie todo aquello que antes presumía, en especial, si se trata de la revista Proceso, de Julio Scherer. Los conversos nunca deben tener pena.
2.-Hágase al bufón, aguante que Bernardo Gómez le arroje vasos de jugo de naranja, cuente malos chistes, presuma su voz desafinada, que siempre será recompensado con quince minutos de pantalla.
3.-Practique el transcriptaje, género periodístico que se caracteriza por reproducir los documentos oficiales, en especial, si provienen del ejército, del CISEN, de la PGR, de Gobernación o de quien sea, sin necesidad de reportear, cuestionar o contextualizar.
4.-Dedíquese a odiar a la izquierda porque eso vende mucho, genera aliados, padrinos y acceso a grandes fiestas, como las del Jefe Diego.
5.-Practique el arte de la gacetilla electrónica. Es decir, entrevistas pagadas que parecen naturales. Algún día llegará a tener tantos ingresos como Joaquín López Dóriga.
6.-Responda a la vieja regla del periodismo abyecto: cuando reine la duda, ponga en ocho columnas una declaración del presidente en turno. Nunca falla.
7.-Cambie las cabezas de las notas y con eso cambia el sentido de todo, incluyendo la veracidad de sus reporteros. Por ejemplo, si usted tiene un reportaje que dice: “El falso éxito de la Cruzada Nacional contra el Hambre”, quítele el adjetivo “falso” y verá cómo lo felicitan en Los Pinos, Chayito y Chayote.
8.-Escriba para el dueño del medio, para el que firma los convenios de publicidad, para el presidente (aunque no lo lea), para aparecer en las síntesis de las oficinas de prensa, y no se preocupe por los lectores. Usted no vive de ellos.
9.-Hágase amigo de aquellos a quienes usted antes criticó. Búsquense un tocayo poderoso. Y si usted se llama “Carlos”, pues ya sabe que hay muchos.
10.-Nunca golpee al Ejército mexicano. Es más, conviértase en su feroz defensor. Mi general siempre recompensa.
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