MÉXICO, DF (apro).- La podredumbre hasta el tuétano del Partido de la Revolución Democrática (PRD) la ilustra el argumento que Carlos Navarrete le dio a Agustín Basave para persuadirlo de relevarlo como presidente.
–¿Por qué yo? –preguntó Basave.
–Porque tú sí puedes mandar a la chingada al gobierno y a Manlio Fabio Beltrones.
Esta conversación, que Basave ha contado para sustentar por qué rectificó su rechazo a presidir el PRD, acredita la extrema debilidad –la servidumbre– de los principales dirigentes perredistas, en particular los Chuchos de Jesús Ortega, a Enrique Peña Nieto y Beltrones.
No es que desde 2012 los chuchos hayan comenzando con los trastupijes con el gobierno federal –a Felipe Calderón, a quien Ortega llamó “espurio por los siglos de los siglos”, se le entregaron también y con Beltrones la sumisión es añeja–, pero con Peña alcanzó su cénit con el Pacto por México y el gobierno de Michoacán.
¿Por qué razón más aceptó Basave hacerse cargo de un partido que va hacia el sepulcro? Por otra razón que le dio el mismo Navarrete: La militancia.
El problema es que los militantes del PRD ya tampoco votan por el PRD.
O no todos: El Instituto Nacional Electoral (INE) certificó que el PRD tiene 4 millones 437 mil 843 militantes, pero en la elección de junio votaron por ese partido 4 millones 335 mil 745 personas. Es decir, 102 mil 98 militantes menos.
Entonces, si el PRD no es capaz de hacer que sus militantes voten por su partido, menos a los ciudadanos apartidistas. Y aun cuando la cifra de afiliados esté inflada –un vicio avalado por la autoridad que no se explica sin corrupción– y muchos ciudadanos le expresen su simpatía, la votación de ese partido va a la baja.
¿Qué otro aliciente tiene entonces Basave para presidir el PRD? Supuestamente su independencia personal para convertir a ese partido en una auténtica oposición al gobierno de Peña y al PRI de Beltrones.
El problema es que, aun cuando le fue satisfecha su exigencia de ser ungido por la unanimidad de las corrientes –como ocurrió este sábado7–, Basave parece más bien un florero.
Para empezar, la secretaria general, Beatriz Mojica, no sólo tiene el signo ominoso de la derrota –perdió la gubernatura de Guerrero– y de la corrupción –subordinada del exgobernador Angel Aguirre Rivero–, sino que es prominente integrante de Nueva Izquierda, la corriente de Ortega que ha llevado al PRD al hoyo.
Luego, las carteras del Comité Ejecutivo Nacional serán repartidas de acuerdo con el peso de las corrientes, como siempre ha ocurrido, y serán éstas las que seguirán tomando las decisiones fundamentales. Si no se integraron este sábado fue para evitar la obviedad.
En tercer lugar, Basave es la coartada para legitimar la alianza con el PAN, en las elecciones de 2016 y 2018: Siendo él integrante de la campaña de Andrés Manuel López Obrador en 2006 y luego del Frente Amplio Progresista, una negativa de Morena a aliarse con el PRD, sin los Chuchos formalmente en la dirigencia, le haría pagar al nuevo partido los costos políticos.
Y por último, si en efecto va en serio contra la corrupción, Basave debe dar pruebas inmediatas de ir no sólo contra perredistas que tiene al lado –los Chuchos en primer lugar–, sino de panistas con los que busca aliarse, como el gobernador de Puebla Rafael Moreno Valle.
Agustín Francisco de Asís Basave Benítez podrá ser un buen académico y un buen hombre, pero tiene que demostrar que es buen político y estratega, y sobre todo si es capaz de “mandar a la chingada” no sólo a Peña y a Beltrones, sino a las corrientes del PRD que lo colocaron como símbolo de cambio para que todo siga igual…
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
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