1991 fue el año en que el PRD participó por primera vez en un proceso electoral, en ese entonces obtuvo un 7.9 % de la votación nacional, en contraposición, MORENA este año se llevó el 8.3 %, convirtiéndolo, en varios estados como una de las tres principales fuerzas políticas; siendo este el instituto político de izquierda con el mejor debut en la historia electoral de México, según datos oficiales.
Las votaciones pasadas deben considerarse uno de los principales referentes de la intensión de voto de los mexicanos en las próximas elecciones en 2018, ya que finalizadas las campañas y procesos electorales, las recientes encuestas realizadas posicionan con un 42 % de las preferencias a Andrés Manuel López Obrador y a MORENA, reflejando una situación totalmente distinta a la opinión de ciertos sectores de la opinión pública.
Inmediatamente después que López Obrador anunciara la creación de un nuevo instituto político, voces insistentes, hasta hoy día siguen afirmando que “todos son lo mismo”, “un nuevo partido no va a funcionar”, “la separación de la izquierda es el peor de los errores” y “esta nueva izquierda no es funcional para el país”, por mencionar algunas ideas, con pocos argumentos o ningunos; quienes han expresado opiniones similares constantemente han sido acallados por la decisión de millones de ciudadanos que han cuestionado, analizado y comprobado que en las circunstancias deplorables en las que se encuentra el país su decisión es MORENA, que ha sabido ganarse la desaprobación de una alarmada derecha oligárquica que teme perder el control del saqueo.
A la derecha y la vieja izquierda que recientemente ha pedido asilo a sus antiguos ‘oponentes’ a cambio de miserias de poder, nada les queda por proponer, ya que en conjunto han provocado en mayor y menor medida la crisis económica, política y social, provocando así la destrucción definitiva de un débil Estado de bienestar social, por medio de las políticas que salvan a empresarios y a gente de clase alta, pero que dejan que se desaparezca y mate al pobre, aportando incluso ellos los sicarios y las armas.
Los hechos lo han demostrado, la corrupción mató a la izquierda creada en 1991. Sin fraudes electorales, sin columnas de periódicos a modo, noticias con sesgo político y opiniones disfrazadas, MORENA hoy se ha convertido, para millones de mexicanos, no en una opción, sino en la decisión certera, tales tendencias están constituyendo cada vez más una fuerza política convencida de la tolerancia democrática y el pluralismo, como condiciones para la presencia histórica de un país y con ello su eficacia política, económica y principalmente social.
Los detractores de MORENA han insistido en el ya gastado argumento que es un partido (al igual que López Obrador) populista, que no conviene y dañará al país. Partiendo de la idea que derecha y aliados (súbditos) están en contra de lo que describe al concepto, es decir la lucha por elevar el nivel de vida de los menos o nada afortunados y crear bases que conlleven poco a poco a la igualdad, entones sí están en contra, pero de una política de servicio y repartición de bienes de la nación a su sociedad, aunque resulta conveniente llamar a esto de otra manera, porque una corriente nueva con estos ideales y estos principios afectaría, porque de ganar estarían condenados no solamente a devolver lo que han saqueado, sino a padecer las consecuencias justas de sus actos de destrucción.
Así MORENA hoy se constituye como la alternativa a la explotación del mexicano, en una búsqueda por construir la igualdad en la democracia, para ricos y pobres, porque no es una propuesta de gestión empresarial fundada en el egoísmo, el lucro, la enajenación y aberración del ciudadano como lo ha demostrado y acentuado el gobierno en turno con las recientes (nombradas) reformas estructurales encumbradas por la derecha, lo cual es capitalismo.
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