Vemos a un Estado que condena la violencia, pero no la que él mismo produce, señaló Dresser. Para Meyer, va en aumento el enojo y la irritación ciudadana, por la ausencia de resultados del gobierno.
El académico Sergio Aguayo señaló, ante los recientes discursos del presidente Enrique Peña Nieto, que existe la posibilidad de que su gobierno “esté preparando el terreno” para una “solución violenta, represiva”, a las protestas recientes; esto, debido a que llevó su análisis a “terrenos de complots y conspiraciones” en su contra.
En la Mesa Política de MVS, remarcó las similitudes y diferencias entre 1968 y el 2014.
“Es indudable que el día 15 y 18 de noviembre, (el Presidente) andaba muy enojado, tanto que llevó su análisis a niveles sin precedentes”, refirió sobre lo que dijo el mandatario mexicano respecto a movimientos que intentan “desestabilizar”, además de que agregó que el escándalo de la casa blanca podría tratarse de un afán “orquestado para desestabilizar”.
Aguayo indicó que llevar el análisis de lo que está ocurriendo a terrenos de complots y conspiraciones, es lo que permitió a Gustavo Díaz Ordaz actuar como lo hizo el 2 de octubre de 1968.
Incluso, apuntó las declaraciones del dirigente del PRI, César Camacho, quien dijo: “Vamos a cortar las ramificaciones de cizaña, que desestabilizadores están tratando de sembrar entre nosotros”.
Sin embargo, añadió, el resto de la clase política no siguió al presidente de la República; por ejemplo, el secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, no se montó en el discurso presidencial, sino insistió en que el Ejército era leal y estableció que tenían respeto a los derechos humanos.
Ante ello, consideró que la “tentación violenta que mostró el presidente… no fue respaldada por la clase política”. Aguayo sostuvo que el consenso al interior de élites políticas está roto.
Lorezo Meyer subrayó que en la protesta del 20 de noviembre, en la que participó, se acrecentó la exigencia de que el Presidente renunciara.
En esta coyuntura crítica, indicó, se pone en duda todo el arreglo político, social incluso cultural del país, en una exigencia de cambio sin saber exactamente cómo hacerle.
Para el historiador, va en aumento el enojo y la irritación por la ausencia de resultados.
Meyer agregó que la coyuntura crítica que está exigiéndole al gobierno un cambio, no ha tenido respuesta: ni han aparecido los 43 normalistas ni se ha hecho algo en torno a la corrupción; “lo único que queda es desestabilizar, pero induciéndolo“, dijo.
Para Denise Dresser, la acusación sobre quienes intentan “desestabilizar”, supone que vivimos en un estado de buen gobierno y rendición de cuentas, cuando en realidad padecemos un estado impune, corrupto.
“Los ciudadanos deberían desestabilizar ese pacto de impunidad que ha llevado a (adquirir) una casa blanca, adquirida en condiciones todavía cuestionables; a una primera dama haciéndonos el favor de explicar la acumulación de riqueza que tiene a pesar de no ser servidora pública”, expuso.
La politóloga mencionó que el gobierno no puede contener la violencia y ni siquiera sabe explicar de dónde surgen los grupos de encapuchados.
¿Alguien les paga?, preguntó la doctora sobre los grupos violentos.
Respecto al operativo de granaderos, el pasado jueves, detalló que hubo “golpes, humillaciones, arrestos arbitrarios, falta de profesionalismo… tortura usada por la fuerza pública”.
Aseguró que se registró la detención de estudiantes que simplemente pasaban por ahí, lo que refleja la violación absoluta del debido proceso.
“La tortura se ha vuelto el ‘modus operandi’ de un Estado que niega su involucramiento en casos como Tlatlaya y Ayotzinapa”, afirmó.
Hoy por hoy, vemos a un “Estado que condena la violencia, pero no la que él mismo produce”, apuntó.
En la Mesa Política de MVS, remarcó las similitudes y diferencias entre 1968 y el 2014.
“Es indudable que el día 15 y 18 de noviembre, (el Presidente) andaba muy enojado, tanto que llevó su análisis a niveles sin precedentes”, refirió sobre lo que dijo el mandatario mexicano respecto a movimientos que intentan “desestabilizar”, además de que agregó que el escándalo de la casa blanca podría tratarse de un afán “orquestado para desestabilizar”.
Aguayo indicó que llevar el análisis de lo que está ocurriendo a terrenos de complots y conspiraciones, es lo que permitió a Gustavo Díaz Ordaz actuar como lo hizo el 2 de octubre de 1968.
Incluso, apuntó las declaraciones del dirigente del PRI, César Camacho, quien dijo: “Vamos a cortar las ramificaciones de cizaña, que desestabilizadores están tratando de sembrar entre nosotros”.
Sin embargo, añadió, el resto de la clase política no siguió al presidente de la República; por ejemplo, el secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, no se montó en el discurso presidencial, sino insistió en que el Ejército era leal y estableció que tenían respeto a los derechos humanos.
Ante ello, consideró que la “tentación violenta que mostró el presidente… no fue respaldada por la clase política”. Aguayo sostuvo que el consenso al interior de élites políticas está roto.
Lorezo Meyer subrayó que en la protesta del 20 de noviembre, en la que participó, se acrecentó la exigencia de que el Presidente renunciara.
En esta coyuntura crítica, indicó, se pone en duda todo el arreglo político, social incluso cultural del país, en una exigencia de cambio sin saber exactamente cómo hacerle.
Para el historiador, va en aumento el enojo y la irritación por la ausencia de resultados.
Meyer agregó que la coyuntura crítica que está exigiéndole al gobierno un cambio, no ha tenido respuesta: ni han aparecido los 43 normalistas ni se ha hecho algo en torno a la corrupción; “lo único que queda es desestabilizar, pero induciéndolo“, dijo.
Para Denise Dresser, la acusación sobre quienes intentan “desestabilizar”, supone que vivimos en un estado de buen gobierno y rendición de cuentas, cuando en realidad padecemos un estado impune, corrupto.
“Los ciudadanos deberían desestabilizar ese pacto de impunidad que ha llevado a (adquirir) una casa blanca, adquirida en condiciones todavía cuestionables; a una primera dama haciéndonos el favor de explicar la acumulación de riqueza que tiene a pesar de no ser servidora pública”, expuso.
La politóloga mencionó que el gobierno no puede contener la violencia y ni siquiera sabe explicar de dónde surgen los grupos de encapuchados.
¿Alguien les paga?, preguntó la doctora sobre los grupos violentos.
Respecto al operativo de granaderos, el pasado jueves, detalló que hubo “golpes, humillaciones, arrestos arbitrarios, falta de profesionalismo… tortura usada por la fuerza pública”.
Aseguró que se registró la detención de estudiantes que simplemente pasaban por ahí, lo que refleja la violación absoluta del debido proceso.
“La tortura se ha vuelto el ‘modus operandi’ de un Estado que niega su involucramiento en casos como Tlatlaya y Ayotzinapa”, afirmó.
Hoy por hoy, vemos a un “Estado que condena la violencia, pero no la que él mismo produce”, apuntó.
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