LA MASACRE DE LOS COPREROS
El 20 de agosto de 1967 en la ciudad de Acapulco, Guerrero, al pretender congregarse en la sede de la Unión de Productores de Copra de Guerrero, mas de 800 personas fueron recibidas a tiros por la policía y matones a sueldo.
Con ello, el gobierno del Estado de Guerrero encabezado por Raymundo Abarca Alarcón y los acaparadores regionales de la copra, pretendían evitar que los campesinos democratizaran sus organizaciones y protestaran por los altos impuestos a la producción de la copra.
En cuanto al número de muertos no se conoce una cifra exacta, hay quien afirma que fueron más de 80.
Con ello, el gobierno del Estado de Guerrero encabezado por Raymundo Abarca Alarcón y los acaparadores regionales de la copra, pretendían evitar que los campesinos democratizaran sus organizaciones y protestaran por los altos impuestos a la producción de la copra.
En cuanto al número de muertos no se conoce una cifra exacta, hay quien afirma que fueron más de 80.
Para empezar, y por si alguien no se sabe que es la copra, voy a enlistar algunos datos relativos a la copra:
- Las palmas de cocoteros aptas para la cosecha de la copra tardan entre 8 – 10 años en dar los primeros frutos.
- Para cortar los cocos se amarran varias varas tipo bambú y en la punta se les coloca un gancho afilado, el proceso de cosecha requiere habilidad y experiencia, ya que puede resultar peligroso ser golpeado por los cocos que se cortan de la palmera.
- Se cosecha aproximadamente 3 veces al año.
- Después de que se cosecha el coco, se tienen que partir, sacar la pulpa y dejar secar.
- La pulpa seca (copra) se envasa en costales y se vende a los centros de acopio, que a su vez venden a las empresas que extraen aceite de la copra para su utilización en la industria cosmética (cremas, jabones).
- Se requieren de 5 – 6 cocos para producir un kilo de copra.
- "El precio de la copra ha sido muy inestable y ha fluctuado en los últimos años desde $1.85 hasta los $6.00; actualmente los Centros de Acopio los están pagando a $4.65 y Agroindustrias del Sur a $6.00" Sagarpa, (Fuentes personales refieren un precio de 4.50 actualmente)
Antecedentes y hechos según el Informe Histórico a la Sociedad Mexicana elaborado por la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp):
ANTECEDENTES
Los cacicazgos locales, afectados por el reparto agrario, encontraron en el acaparamiento de los productos comerciales, la nueva forma de explotación y control de la estructura productiva de la región. Así que, junto con el cultivo de la copra se desarrolló una dependencia entre los productores y los caciques acaparadores que tenían sus operadores locales y que en la cúspide era un grupo reducido que contaba con el crédito del banco y habilitaban a los productores para comprometer la cosecha y con guardias blancas y pistoleros que aseguraban el control. Los campesinos endeudados, con anticipos usurarios a cuenta de cosecha, vendían al tiempo a precios ínfimos y a una extensa red de coyotes que, a su vez, eran controlados por “la casa Fernández –vieja conocida-, la Bola de Nieve y la Especial... Candelario Ríos y Jesús Flores son los hombres que mueven copra y copreros; son los renovados pilares del poder regional y cabezas visibles de innumerables patrones lugareños de menor talla (Bartra, 1996, 94).”
La contradicción entre los copreros pobres y medios frente a los acaparadores hizo crisis cuando al bajo precio que pagaban, el Estado gravó su producto con un impuesto al kilo de copra y a la palmera en producción. La lucha campesina toma un giro importante y se organiza en rebeldía para no pagar el impuesto y, dándose cuenta de la fuerza que tienen esbozan un proyecto para deshacerse del coyotaje y controlar los factores económicos de la producción. Así surge en 1951 la Unión Regional de Productores de Copra, y en 1957 la cooperativa Unión Mercantil de Productores de Coco y sus Derivados. Estas organizaciones, combativas en defensa de los intereses de los productores son manipuladas y corrompidas desde fines de 1960. Uno de los problemas fue ligar la lucha gremial con la lucha político electoral. En 1955, dada la fuerza que la Unión había logrado, el partido oficial invita a la organización a participar con candidatos en la contienda. Esto la convirtió en botín político. El 19 marzo de 1961 la sede de la Unión Mercantil en Acapulco fue asaltada por golpeadores acarreados por “Papá Cande” –Candelario Ríos uno de los acaparadores mayores-, y por la policía municipal del puerto y judicial estatal.
La Asociación Cívica Guerrerense impulsó, la Unión Libre de Asociaciones Copreras. Los asociados a las organizaciones que tenían dirigencia “charra” intentaron en 1967 democratizar su organización.
LOS HECHOS
El 20 de agosto de 1967 sucedió la masacre de copreros en Acapulco, instrumentada por
policía y pistoleros del gobernador Abarca Alarcón, respaldando la dirigencia «Charra», prepara el enfrentamiento entre campesinos y utiliza pistoleros profesionales para masacrar a los inconformes.
Jesús Orduña M. de la Asociación Cívica Guerrerense, supo de este complot y se lo hizo saber a Genaro Vázquez Rojas (15 de agosto de 1967). La Asociación Cívica Guerrerense, difundió la noticia pero no se le dio crédito. El enfrentamiento sucedió cuando un grupo de 800 copreros intento entrar al recinto de la Unión de Productores de Copra de Guerrero, en donde había policías y disponían de un cuantioso arsenal de armas. Esta gente se atrinchero en el edificio y comenzó a disparar con los que estaban afuera.
Esta represión deja un saldo de 21 personas muertas en el zafarrancho y 37 heridos en el hospital. Conforme a Corresponsales Universal, 1994, 42, hubo 23 muertos. Conforme a fuentes militares, en tales «hechos sangrientos de los copreros» el saldo fue de 40 muertos y centenas de heridos, por lo que se detiene a los hermanos Cruz en la Cárcel municipal del Puerto de Acapulco.
En relación a estos hechos 44 gentes fueron detenidas y trasladadas al Cuartel de la Zona Militar y 171 a la Cárcel Municipal. 14 gentes fueron puestas en libertad a las 19:00 horas. Se culpo de estos hechos exclusivamente a los agredidos, así como a luchadores sociales de distintos ámbitos, que el Estado quería detener, y que no habían tenido participación alguna en los hechos. Así, a petición del entonces Procurador General de Justicia, Lic. Horacio Hernández Alcaraz, la Juez Segundo del ramo penal, libró orden de aprehensión contra Lucio Cabañas Barrientos, Alejandrina de los Santos, de la Unión de Mujeres Democráticas del Municipio de Coyuca de Benítez-, Ángel Serrano Pérez, Félix de la Cruz, Esteban Aparicio, Ladislao Mena, Julio Campos y Luis Vargas Mena, “todos ellos del grupo de copreros que encabezan el Diputado Federal César del Ángel y Julio Berdeja Guzmán, por haber sido señalados como las personas que el día de los hechos se presentaron con la finalidad de tomar por la fuerza el edificio de la Unión de Copreros”[nota al pie 577].
[577 DFS 100-10-
Aclaro que el informe de la Femospp ha sido cuestionado debido a que pudo haber sufrido alteraciones, de hecho en este caso ha habido omisiones o por lo menos desinterés por ahondar en el caso.
Por ejemplo, en la versión filtrada del borrador del informe de la Femospp, incluye una nota al pie [18] referente a las personas muertas:
[18 Conforme a CU, 1994, 42, hubo 23 muertos: Cabrero N, Martín; Carmona Arredondo, Eulogio; Carranza N, Cornelio; Erra N. Arnulfo; Hernández N, Manuel; Iturburo, Carlos; López N, Luis; Murga López, Inocencio; Murga N, Teódulo; NN4, cuatro personas no identificadas; NNN, niño no identificado que vendía paletas; Osuna Mendoza, Gelasio; Osuna N, Macario; Soberanes Palma, Gonzalo; Valdovinos N, Eladio; Vejar González, Alberto; Verdeja N, Clara; Verdeja N, Crescenciana; Zúñiga N, Juan.]
También se puede ver la falta de investigación en el informe al omitir nombres, la siguiente nota de La Jornada, publicada en el año 1996, da algunos nombres de los participantes:
La matanza de copreros del 20 de agosto de 1967 es una desmesurada carnicería que remite a sí misma y a la definitiva descomposición del gremio; esta ``fiesta de las balas'' guerrerense ocurrió en el local de la Unión Regional de Productores de Copra cuando pistoleros costeños como Constantino Hernández El Zanatón, los cuatro hermanos Gallardo, La Yegua, El Niño y El Animal asesinaron a más de 30, aunque algunos contaron 80 cuerpos.
FUENTE
También hubo, por parte de algunos sobrevivientes y miembros actuales de las organizaciones de copreros, la intención de ayudar a la fiscalía aportando pruebas y testimonios. Esto para la aclaración de los hechos, aclarar de la situación del inmueble en disputa y la aprehensión de algunos participantes que aun siguen con vida, a continuación un fragmento de nota del Sur de Acapulco del 20 de agosto del 2004:
A 37 años de la masacre de copreros en Acapulco, 1967, los sobrevivientes pedirán al fiscal especial para Movimientos del Pasado, Ignacio Carrillo Prieto, que reabra el caso y se castigue a los culpables, entre ellos el actual diputado priísta Efraín Zúñiga Galeana. Manifestaron que todavía sigue la impunidad en el caso, en el cual murieron 35 copreros y 150 resultaron heridos.
En una conferencia de prensa, los copreros sobrevivientes Luis Vargas Mena y Elías Herrera, acompañados del secretario general de la Unión Mercantil de Productores de Coco, Jorge Luis Salas Pérez, informaron lo anterior, y mostraron fotografías de los hechos sucedidos en el edificio ubicado en la Avenida Ejido y Calle 6, el 20 de agosto de 1967.
El dirigente coprero Jorge Luis Salas Pérez recordó que ese domingo, 20 de agosto, los campesinos fueron traicionados por el gobierno y los caciques del estado sólo porque protestaban por los altos impuestos que cobraban por palma de coco, y en respuesta fueron emboscados.
Adelantó que pedirán a la Fiscalía Especial que reabra el caso para que se castigue a los involucrados, como Efraín Zúñiga Galena, quien en ese entonces era estudiante y fue enviado por el acaparador general de la copra, Candelario Ríos Campos –quien era su padrino– para desbaratar el movimiento.
Dijo que como pruebas presentarán fotografías y testimonios de sobrevivientes de la masacre de copreros, como Luis Vargas Mena y Elías Herrera, pues dijo que los delitos de lesa humanidad no prescriben cuando “hay heridas que no son fácil de cicatrizar. Queremos que se reabra el caso para que se investigue porque hay los elementos suficientes”.
Por otro lado, demandó que al juez sexto de lo civil, Juan Sánchez Lucas, agilice el juicio reivindicatorio 381-1, para que José Murga Cortés les devuelva el edificio de los copreros donde ocurrió la matanza, pues está disfrutando algo que no es suyo.
Aseguró que desde la matanza la situación no ha cambiado, sólo han cambiado los actores políticos “quienes siguen actuando con la misma vileza”.
Recientemente han salido a la luz más datos sobre esta masacre, sobre los autores y los hechos:
Un total de 38 personas fueron asesinadas en un solo día, el 20 de agosto de 1967, durante el gobierno de Raymundo Abarca Alarcón, a manos de pistoleros que después serían objeto incluso de corridos por su supuesto valor, como El Chante Luna, El Zanatón, Pay Radilla, El Animal, y por órdenes de personajes que después escalarían altos niveles políticos como Rigoberto Pano Arciniega, que fue magistrado y procurador de Justicia del estado, u Orbelín Soberanis Núñez, que llegó a ser diputado local.
…
Los copreros disidentes, encabezados por el candidato Julio Berdeja y por el diputado federal César del Angel, quien había acudido por parte de la CNC para investigar el conflicto coprero, realizaron una marcha pacífica desde la gasolinería de Mozimba y, advertidos de que los esperaban armados en el edificio de la coprera, hicieron un mitin en un establecimiento conocido como Aluminio Galvanizado de Acapulco. Florencio Encarnación no asistió ese día a la manifestación.
Gerardo Peláez Ramos, en su artículo Acapulco: la matanza de los copreros, refiere que los productores pretendían realizar un congreso en la sede de la organización, para destituir a Jesús Flores y elegir nuevo presidente.
El hecho es que el grupo se dirigió al edificio de los copreros, pero cuando iban llegando fueron atacados por los pistoleros. Pano Arciniega, según refiere Salas Pérez, se encontraba en el segundo piso del inmueble, dirigiendo la operación en la que participaron policías judiciales.
“Don Julio Berdeja quedó paralizado muerto en vida por una bala que le atravesó la columna”, relata en su libro Guinto Palacios.
Peláez Ramos escribió que tras la balacera, el ejército ocupó el inmueble y encontró como arsenal “más de 70 rifles M1 y varios M2; seis escopetas de diversos calibres, 22 pistolas 380 y otras 30 calibre 38 súper, más algunas decenas de ametralladoras tipo Mendoza. De los ocupantes no hubo ningún muerto y ningún herido, todos los caídos y heridos pertenecían a la disidencia. Los jefes oficiales de la URPC, Jesús Flores Guerrero, Eligio Serna Maciel, Severiano Ibarra Rivera y Amador Campos, detenidos en el terreno de los hechos, fueron liberados rápidamente. En cambio, se tuvo en prisión más tiempo a los disidentes”.
Los muertos, uno por uno
Cuenta Guinto Palacios que “jamás se supo la cifra exacta de los muertos y heridos; aunque oficialmente se decía que eran 27 muertos y 120 heridos. Algunos muertos fueron sacados en camionestas de alquiler, amontonados como animales”.
Sin embargo, después de varios años de darle seguimiento, Salas Pérez fue reconstruyendo la historia de los caídos ese día. En un adelanto para La Jornada Guerrero, da a conocer por fin la lista completa de los asesinados, 38 en total…
FuenteUn total de 38 personas fueron asesinadas en un solo día, el 20 de agosto de 1967, durante el gobierno de Raymundo Abarca Alarcón, a manos de pistoleros que después serían objeto incluso de corridos por su supuesto valor, como El Chante Luna, El Zanatón, Pay Radilla, El Animal, y por órdenes de personajes que después escalarían altos niveles políticos como Rigoberto Pano Arciniega, que fue magistrado y procurador de Justicia del estado, u Orbelín Soberanis Núñez, que llegó a ser diputado local.
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Los copreros disidentes, encabezados por el candidato Julio Berdeja y por el diputado federal César del Angel, quien había acudido por parte de la CNC para investigar el conflicto coprero, realizaron una marcha pacífica desde la gasolinería de Mozimba y, advertidos de que los esperaban armados en el edificio de la coprera, hicieron un mitin en un establecimiento conocido como Aluminio Galvanizado de Acapulco. Florencio Encarnación no asistió ese día a la manifestación.
Gerardo Peláez Ramos, en su artículo Acapulco: la matanza de los copreros, refiere que los productores pretendían realizar un congreso en la sede de la organización, para destituir a Jesús Flores y elegir nuevo presidente.
El hecho es que el grupo se dirigió al edificio de los copreros, pero cuando iban llegando fueron atacados por los pistoleros. Pano Arciniega, según refiere Salas Pérez, se encontraba en el segundo piso del inmueble, dirigiendo la operación en la que participaron policías judiciales.
“Don Julio Berdeja quedó paralizado muerto en vida por una bala que le atravesó la columna”, relata en su libro Guinto Palacios.
Peláez Ramos escribió que tras la balacera, el ejército ocupó el inmueble y encontró como arsenal “más de 70 rifles M1 y varios M2; seis escopetas de diversos calibres, 22 pistolas 380 y otras 30 calibre 38 súper, más algunas decenas de ametralladoras tipo Mendoza. De los ocupantes no hubo ningún muerto y ningún herido, todos los caídos y heridos pertenecían a la disidencia. Los jefes oficiales de la URPC, Jesús Flores Guerrero, Eligio Serna Maciel, Severiano Ibarra Rivera y Amador Campos, detenidos en el terreno de los hechos, fueron liberados rápidamente. En cambio, se tuvo en prisión más tiempo a los disidentes”.
Los muertos, uno por uno
Cuenta Guinto Palacios que “jamás se supo la cifra exacta de los muertos y heridos; aunque oficialmente se decía que eran 27 muertos y 120 heridos. Algunos muertos fueron sacados en camionestas de alquiler, amontonados como animales”.
Sin embargo, después de varios años de darle seguimiento, Salas Pérez fue reconstruyendo la historia de los caídos ese día. En un adelanto para La Jornada Guerrero, da a conocer por fin la lista completa de los asesinados, 38 en total…
A continuación el relato un testigo presencial, Roberto Balderas Portillo, fotógrafo que cubrió inesperadamente este caso:
Roberto Balderas Portillo, reportero del diario Revolución, fue hace 40 años al “edificio de la coprera” para cobrar un dinero, pero la circunstancia hizo que ese día su nombre cobrara fama internacional al ser el único fotógrafo en cubrir el mismo momento en que más de 30 copreros eran asesinados.
Durante la balacera, Balderas Portillo se ubicó tras un camión materialista, desde donde al mismo tiempo que los policías y los pistoleros disparaban contra la gente, él disparaba su cámara fotográfica.
“Entonces cuando empezaban a tirar de arriba, yo agarraba y click; tiraban de este lado y click.
Pum, me agachaba, y así. El paletero (un niño que aparece asesinado en una fotografía) estaba cerca de mí, yo lo retraté, la foto es mía. Lo mataron, inocente chamaquito, ahí cayó, sobre el carrito de paletas. Las señoras (dos mujeres que yacen abrazadas en una de las fotos), son hermanas, yo intenté salvar a una, me quedé con la falda de una para tratar de meterla al camión. Total, fue un hecho tan jamás en mi vida visto, que Dios me dio fuerzas para aguantar todo esto”.
…
“La verdad, esto no fue un campo de batalla, fue una masacre. Corro para arriba (sobre la calle 6, frente al edificio de la coprera), y como era de tierra todo esto, las balas levantaban el polvo. Caía una señora aquí, otra allá. Tiraban de la harinera (la fábrica de harina Tres Estrellas, en Ejido), de la azotea del edificio, de las oficinas, de la parte de arriba, del terreno de enfrente, donde ahora está la terminal. Los tenían copados. Yo vi el camión materialista enfrente de la puerta, pero no tenía llantas, no tenía nada, parecía un tanque. Y no hallaba cómo meterme, cuando me di la vuelta y no tenía puerta del otro lado y me metí ahí, pero yo había venido como futbolista, no como reportero; yo ya me quería ir de aquí, pero no se podía. Entonces me entró lo de ser reportero y dije: no, a mí no se me van”.
Al llegar a la coprera “me dan mi contraseña: un carrujo de caña, para los que podíamos entrar y salir, y para que no te dispararan. Subí, y estaba lleno de armas de distintos calibres, y cada quien portaba pistolas fajadas, había dos centenares de cajas de diversos calibres, nada más en la oficina (que estaba en el primer piso). No estaba Flores, así que subí a la azotea, y ahí había gatilleros, policías judiciales del estado, de todas las corporaciones policíacas, y estaban cubiertos con un paliacate rojo, pero recargados, que no se les viera de la calle. En la azotea había mínimo unas 200 armas recargadas en el barandal, y como 300 cajas de diversos calibres, a mí no me interesó porque siempre había habido armas ahí. Me dijo el licenciado, ¿qué haces aquí? pues vengo a que me paguen, yo ya me voy, fui a tomar las fotos”.
Al pasar a la planta baja del edificio “como a las 12:30 me reporté con don Carlos E. Adame, director del periódico Revolución, que estaba conmigo aquí, abajo. En ese momento vi pasar dos camiones del Ejército. Salí. Los camiones iban a vuelta de rueda, y la gente de César del Angel (los copreros que más tarde serían asesinados), iban por Ejido, al llegar Río Lerma hicieron un templete con un camión de redilas”.
Luego, cuando los manifestantes llegaron a la sede de la unión de copreros, se desató la balacera.
“Ahí mataron al guardaespaldas de César del Angel, pero él al ir cayendo alcanzó a responder y toda se la dejó ir a su asesino, El Zanatón. Empieza el alborto y corremos para todos lados. Y de pronto ya los policías judiciales están disparando a la gente.
Cuando la balacera terminó después de alrededor de media hora, llegó el Ejército y empezó a detener a todos los que estaban en el lugar. Cuando empezaron los disparos, cuenta Balderas, empujó a su jefe, el periodista Carlos E. Adame, al baño para que se protegiera, y al llegar los militares fue por él.
“Lo saqué con una cámara porque llegó el Ejército y empezaron a detener a todo el mundo, que voy y que lo saco gritando: ¡ándele, ándele, ya es tarde para ir al periódico! Lo grité fuerte para que lo oyeran tenientes y coroneles y todo”.
Fotos de la masacre de copreros hechas por Roberto Balderas Portillo, que han sido publicadas en La Jornada Guerrero y Noticias del Trópico:
Roberto Balderas Portillo, reportero del diario Revolución, fue hace 40 años al “edificio de la coprera” para cobrar un dinero, pero la circunstancia hizo que ese día su nombre cobrara fama internacional al ser el único fotógrafo en cubrir el mismo momento en que más de 30 copreros eran asesinados.
Durante la balacera, Balderas Portillo se ubicó tras un camión materialista, desde donde al mismo tiempo que los policías y los pistoleros disparaban contra la gente, él disparaba su cámara fotográfica.
“Entonces cuando empezaban a tirar de arriba, yo agarraba y click; tiraban de este lado y click.
Pum, me agachaba, y así. El paletero (un niño que aparece asesinado en una fotografía) estaba cerca de mí, yo lo retraté, la foto es mía. Lo mataron, inocente chamaquito, ahí cayó, sobre el carrito de paletas. Las señoras (dos mujeres que yacen abrazadas en una de las fotos), son hermanas, yo intenté salvar a una, me quedé con la falda de una para tratar de meterla al camión. Total, fue un hecho tan jamás en mi vida visto, que Dios me dio fuerzas para aguantar todo esto”.
…
“La verdad, esto no fue un campo de batalla, fue una masacre. Corro para arriba (sobre la calle 6, frente al edificio de la coprera), y como era de tierra todo esto, las balas levantaban el polvo. Caía una señora aquí, otra allá. Tiraban de la harinera (la fábrica de harina Tres Estrellas, en Ejido), de la azotea del edificio, de las oficinas, de la parte de arriba, del terreno de enfrente, donde ahora está la terminal. Los tenían copados. Yo vi el camión materialista enfrente de la puerta, pero no tenía llantas, no tenía nada, parecía un tanque. Y no hallaba cómo meterme, cuando me di la vuelta y no tenía puerta del otro lado y me metí ahí, pero yo había venido como futbolista, no como reportero; yo ya me quería ir de aquí, pero no se podía. Entonces me entró lo de ser reportero y dije: no, a mí no se me van”.
Al llegar a la coprera “me dan mi contraseña: un carrujo de caña, para los que podíamos entrar y salir, y para que no te dispararan. Subí, y estaba lleno de armas de distintos calibres, y cada quien portaba pistolas fajadas, había dos centenares de cajas de diversos calibres, nada más en la oficina (que estaba en el primer piso). No estaba Flores, así que subí a la azotea, y ahí había gatilleros, policías judiciales del estado, de todas las corporaciones policíacas, y estaban cubiertos con un paliacate rojo, pero recargados, que no se les viera de la calle. En la azotea había mínimo unas 200 armas recargadas en el barandal, y como 300 cajas de diversos calibres, a mí no me interesó porque siempre había habido armas ahí. Me dijo el licenciado, ¿qué haces aquí? pues vengo a que me paguen, yo ya me voy, fui a tomar las fotos”.
Al pasar a la planta baja del edificio “como a las 12:30 me reporté con don Carlos E. Adame, director del periódico Revolución, que estaba conmigo aquí, abajo. En ese momento vi pasar dos camiones del Ejército. Salí. Los camiones iban a vuelta de rueda, y la gente de César del Angel (los copreros que más tarde serían asesinados), iban por Ejido, al llegar Río Lerma hicieron un templete con un camión de redilas”.
Luego, cuando los manifestantes llegaron a la sede de la unión de copreros, se desató la balacera.
“Ahí mataron al guardaespaldas de César del Angel, pero él al ir cayendo alcanzó a responder y toda se la dejó ir a su asesino, El Zanatón. Empieza el alborto y corremos para todos lados. Y de pronto ya los policías judiciales están disparando a la gente.
Cuando la balacera terminó después de alrededor de media hora, llegó el Ejército y empezó a detener a todos los que estaban en el lugar. Cuando empezaron los disparos, cuenta Balderas, empujó a su jefe, el periodista Carlos E. Adame, al baño para que se protegiera, y al llegar los militares fue por él.
“Lo saqué con una cámara porque llegó el Ejército y empezaron a detener a todo el mundo, que voy y que lo saco gritando: ¡ándele, ándele, ya es tarde para ir al periódico! Lo grité fuerte para que lo oyeran tenientes y coroneles y todo”.
Fotos de la masacre de copreros hechas por Roberto Balderas Portillo, que han sido publicadas en La Jornada Guerrero y Noticias del Trópico:
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