Ciudad Perdida
La PGJDF a paso de tortuga
Mensaje a Los Pinos
Miguel Ángel Velázquez
N
i ver ni escuchar, esa parce ser la consigna con la que la defensa de la señora Esther Orozco ha levantado otra ofensiva en contra de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).
Como la mayor parte de los ataques de la ex rectora de la UACM, con éste se trata, otra vez, de confundir, de malograr lo que por fin tuvo un arreglo en favor de la casa de estudios, y se combate, como ellos saben, con la injuria, al nuevo rector, quien no tiene mayor culpa en este asunto que aceptar el cargo para rescatar a la escuela.
Parece que en muchas partes se olvida que la señora Orozco no cumplió, mejor dicho, engañó y defraudó a toda la comunidad universitaria al no cumplir con los requisitos que imponen las leyes que se dieron en esa escuela para que alguien pudiera hacerse cargo de la rectoría.
Hoy se habla de la legalidad del grupo que trató en distintas ocasiones de resolver el problema interno de la UACM, en el que confluyeron la Asamblea Legislativa, el Gobierno del Distrito Federal y la Comisión de Derechos Humanos de la ciudad. Era muy difícil poner de acuerdo a esas tres entidades para que llegaran a una decisión y la unanimidad era casi impensable.
No fue así, desde esos tres organismos se concluyó, como ya lo sabemos, que el Consejo Universitario que había cumplido con los requisitos de ley para poder representar a su comunidad es el que no aceptó que la señora Orozco siguiera fungiendo como rectora. No hubo maniobras en favor o en contra de nadie, sólo se puso orden donde el caos hacía imposible el correcto funcionamiento de la escuela.
Por eso a nadie sorprendió que desde el Partido Acción Nacional –que dicen que ahora sí será democrático hacia su interior–, el diputado local Federico Doring, brincara en favor de Orozco, y junto con él los prestigiados priístas, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre y su siempre fiel Tonatiuh González hicieran eco de la voz azul para tratar de desconocer los acuerdos de la Comisión de Gobierno de la ALDF.
Y decimos que no es extraño, porque en ambos casos hay un vértice que los hace confluir y que se apellida Ebrard. Tanto el panista como los priístas le deben favores a ex jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, y quizá al manifestar su postura respecto de la UACM pretenden pagar viejas facturas, lo que no impediría –a fin de cuentas lo que impera es la mala leche– que se enteraran bien de lo que sucedió en esa escuela para que sus opiniones no fueran tan disparatadas.
Tal vez de esa manera se podrían enterar de que la señora Orozco sí tenía en mente concluir con este problema, siempre y cuando se cumplieran unos que otros requisitos que le harían menos pesado el destierro de la escuela donde jamás logró siquiera una mediana simpatía por su gestión.
Para nosotros sería muy difícil probarlo, pero es posible que los diputados se enteraran muy bien de las condiciones que trató de imponer la ex rectora para abandonar la escuela. Se dice que no sólo pretendía algunas plazas en el gobierno para algunos de sus colaboradores más cercanos, sino que buscaba una buena indemnización y, además, que todas las acusaciones que pesan en su contra –que la PGJDF ha trabajado a velocidad tortuga– se esfumaran. El gobierno se negó y el pataleo continúa.
De pasadita
¿Por qué no? Las interpretaciones que se han dado a las palabras de Miguel Ángel Mancera al cumplir sus primeros 100 días de gobierno, pueden no ser muy certeras. Para la mayoría se trató de un mensaje claro para Marcelo Ebrard, unestatequieto para impedir que se se entrometa en asuntos que sólo le competen a Mancera, otros han dicho que fue un golpe a las tribus que se sienten dueñas de las banderas de la izquierda, y hay incluso quienes ven en la postura del jefe de Gobierno las dos cosas, pero a lo mejor ninguno ha dado en el clavo.
¿Qué tal si las palabras de Miguel Ángel Mancera hubieran sido un dardo dirigido a Los Pinos? ¿Qué tal si esa declaración –nadie es dueño de la izquierda– se refería a Enrique Peña, quien no sólo se siente dueño de la izquierda, sino del petróleo y de todo lo que se le ponga enfrente? Tal vez Mancera mandó el mensaje a Los Pinos, si así fue: En buena hora.
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