Pasan los días, no se sabe nada de Ruy Salgado el5anto, pero surgen conjeturas que no checan. De acuerdo con la información que suministró su propio blog (@el5antuario), el ciberperiodista enmascarado perdió contacto con sus colaboradores el sábado 8 de este mes de septiembre a las 23:05, al concluir la emisión cotidiana de su programa por internet.
“Al día siguiente planeaba acudir al acto de López Obrador en el Zócalo”, dijeron sus portavoces, pero no llegó. ¿Por qué no llegó? Un buen número de organizaciones que defienden los derechos humanos, emitió un comunicado la semana pasada, fechado en Saltillo, para exigir la presentación con vida de el5anto. Ahí se supo que éste se encontraba en Torreón la última vez que transmitió su informativo.
¿Estaba a las 23:05 en Torreón y planeaba asistir al Zócalo a las 11:00 del domingo? De Torreón al Distrito Federal un autobus tarda 14 horas. El5anto no pudo elegir esa forma de transporte, pues habría llegado a la Central de Autobuses del Norte a las dos de la tarde y habría demorado mínimo 30 minutos más para desplazarse al Zócalo.
En su portal se dijo también que “presenta grandes dificultades para caminar”. ¿Tiene licencia de manejo? Si no la tiene, alguien debió acompañarlo en automóvil, si hubiese optado por ese tipo de vehículo para dirigirse al Zócalo. El traslado de Torreón al DF, por carretera, en la noche, debe efectuarse vía Saltillo –tres horas de viaje y de ahí nueve más a la capital--, porque a través de Zacatecas equivale a suicidarse. Pero si Ruy hubiese elegido la ruta Torreón-Saltillo-DF, hubiese visto el Zócalo, cuando más temprano, entre las 12 del día y la una de la tarde. Otra vez, demasiado tarde.
La única aerolínea que va de Torreón al DF es Aeroméxico y los domingos cuenta con un vuelo que despega a las 8:30 de la mañana y aterriza en el aeropuerto Benito Juárez a las 10:05, de tal suerte que quien lo aborde bien puede irse en taxi al Zócalo y apearse como por Bellas Artes antes de las 11:00. Las pistas a seguir,en suma, son dos: la del viaje en automóvil y la del brinco en avión.
¿Alguien puede averiguar si Ruy Salgado tenía coche, si podía manejar, si planeaba irse al DF por tierra y solo o en compañía de alguien? Dos respuestas afirmativas a cualquiera de estas cuatro preguntas nos darían elementos para sospechar que lo levantaron en la carretera y lo desaparecieron. Pero mientras no despejemos estas incógnitas, no debemos pensar lo peor.
Otro tanto ocurre en el caso de la eventualidad aeronáutica. ¿Estaba el5anto en la lista de pasajeros que debía abordar el vuelo de Aeroméxico del domingo 9 de septiembre a las 8:30? Porque si estaba y no abordó el avión, entonces la posibilidad del secuestro y la desaparición forzada se agigantan, pero si no...
Quienes conozcan el verdadero nombre de Ruy Salgado deberían investigar en Aeroméxico, porque en resumidas cuentas, si el5anto no tenía una reservación para ese vuelo, o no disponía de los medios necesarios para viajar por automóvil –en autobús ya dijimos que la mera idea era absurda--, entonces quizá no dijo toda la verdad acerca de lo que planeaba hacer ese domingo 9 de septiembre.
Me parece pertinente plantear estas observaciones en beneficio de quienes sufren angustia en grado intolerable, cuando piensan que la improbable desaparición de el5anto inaugura una etapa superior de la guerra sucia, ahora contra los tuiteros que tratan de impedir la imposición de Enrique Peña Nieto.
En una de sus últimas apariciones en internet, Ruy Salgado afirmó que lo buscaba la Policía Cibernética de la PGR. A muchas personas, el simple nombre de esta agencia de espionaje les suena a broma; sin embargo, hasta donde he logrado ver, hay una Policía Cibernética en la procuraduría del Gobierno del Distrito Federal, otra en la PGR y quizá otras en otros estados del país.
Pero de que la Policía Cibernética de la PGR existe y se dedica al espionaje político nadie debe abrigar y mucho menos alimentar ninguna duda. Prueba de ello es el más reciente reportaje de Héctor de Mauleón publicado en el nuevo número mensual de la revista Nexos, que dirige Héctor Aguilar Camín, uno de los levantacejas de alquiler que se forró con millones de pesos de la campaña electoral de Enrique Peña Nieto.
En un “reportaje” acerca del movimiento #YoSoy132 y su relación con Twitter, De Mauleón reconstruye la génesis del hash tag “MarchaAntiPeña” el primero de mayo de este año. Y detalla cómo la propuesta de organizar una movilización espontánea contra el candidato del PRI surgió de la cuenta de Twitter de una joven con pocos seguidores, cuyo mensaje fue reproducido por otros que tenían miles de seguidores y así se convirtió en una inmensa bola de nieve.
¿Las muy conocidas dotes adivinatorias de Héctor de Mauleón lo incitaron a seguir el asunto desde el primer momento, mucho antes de que una impredecible combinación de factores detonara el movimiento #YoSoy132? No lo descarto, de ninguna manera. Sin embargo, la memoria me sugiere otra hipótesis. Gracias a los contactos de Aguilar Camín con los órganos de espionaje del Estado, en 1995 uno de sus pupilos, el joven historiador Carlos Tello Díaz, publicó un libro acerca de la vida íntima del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y de su vocero y estratega, el subcomandante Marcos, basado en reportes de inteligencia del Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (Cisen).
La obra, conocida como La rebelión de las cañadas, no aportó nada útil a la comprensión del zapatismo en las comunidades indígenas de Chiapas, pero puso al descubierto el nuevo método de hacer historiografía de Aguilar Camín y sus muchachos.
Ahora, el reportaje de De Mauleón sobre el comportamiento y las características de las cuentas de muchos tuiteros anti Peña Nieto sugiere que el novelista de cabecera de Salinas de Gortari, que luego lo fue de Zedillo, ha vuelto a las andadas.
En otras palabras, la Policía Cibernética de la PGR, al parecer, entregó a Nexos sus archivos de espionaje acerca de #YoSoy132. Hoy, como todos los días, en espera de buenas noticias sobre la ubicación de el5anto, estaré en Twitter, en la cuenta @Desfiladero132, por si ocupan.
Jaime Avilés
No hay comentarios:
Publicar un comentario