Por: Redacción / Sinembargo - julio 28 de 2012 - 0:00
Y no lo hicieron.
En repetidas ocasiones, no sólo Joaquín Coldwell sino el propio candidato a la Presidencia, Enrique Peña Nieto, negó en entrevistas concedidas a la prensa nacional y extranjera cualquier liga con la institución financiera. Así lo hizo también su jefe de campaña, Luis Videgaray Caso, y algunos de los más connotados integrantes del Comité Ejecutivo Nacional del tricolor.
Ahora, el líder priista justifica el hecho de que su partido no reconociera desde el principio la relación indirecta con el banco Monex debido a que “estábamos inmersos en actividades de corte electoral, y es ya que viene esta etapa del contencioso electoral y que las denuncias empiezan a desahogarse y que somos requeridos por las autoridades que es cuando tenemos que dar la respuesta”.
A la empresa Alkino, dijo, la contrataron para que les otorgara las tarjetas y les transfiriera recursos a las entidades federativas y a los cuadros operativos de manera segura.
Esto último, de acuerdo con denuncias realizadas por priistas de diversas partes del país, tampoco sucedió en tiempo y forma. A muchos de ellos ni siquiera les pagaron por los servicios prestados en pro de Peña Nieto y de ahí, de su enojo y desencanto por las promesas incumplidas, surgieron algunas de las pruebas sobre esa relación comercial que el Movimiento Progresista ha presentado al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Dejar hacer y dejar pasar simplemente porque la autoridad no les requirió aclarar sobre el caso es un descaro. El PRI cometió pecado de omisión y de comisión, uno que involucra falta de nobleza y de dignidad, pero sobre todo, y en este caso en especial, evidencia también un acto de malicia.
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