martes, 3 de abril de 2012

Exequias de De la Madrid abren las puertas de palacio a priístas

Carlos Salinas intentó ser el principal protagonista; al salir fue abucheado por ciudadanos
 
El presidente Felipe Calderón encabeza el homenaje y ofrece condolencias a la familia
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Guardia de honor ante el féretro de Miguel de la Madrid Hurtado, encabezada por el presidente Felipe Calderón Hinojosa. A su lado, los hijos del ex mandatarioFoto Guillermo Sologuren
Ciro Pérez Silva
 
 
Periódico La Jornada
Martes 3 de abril de 2012, p. 5
La carroza fúnebre con los restos del ex presidente Miguel de la Madrid entró por la puerta principal de Palacio Nacional pasadas las 18 horas y continuó hacia el patio central; ahí hubo los honores militares propios de su investidura. Adentro, en el mismo lugar en el que hace 30 años las fuerzas vivas le anunciaron que sería candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional, lo aguardaban sus cinco hijos y su esposa, Paloma Cordero, además de la vieja guardia del tricolor, decenas de amigos, gobernadores y ex colaboradores que se reunieron en el patio de honor para rendirle un homenaje organizado por la segunda administración panista en la historia del país.
Fue también un escenario en el que los priístas revivieron glorias pasadas y restañaron heridas. Ramón Aguirre, del brazo de Ignacio Pichardo y Humberto Lugo Gil, flanqueados por Mariano Palacios Alcocer, recorrían los pasillos de Palacio Nacional con la misma familiaridad con la que lo hicieron hace unos 25 años, en la época de gloria de los Chicago Boys y su política neoliberal. Saludaban a viejos amigos, como Bernardo Sepúlveda, Genaro Borrego, Alfredo Phillips Olmedo, Francisco Suárez Dávila, y se mezclaban con el nuevo PRI, encabezado por su dirigente nacional, Pedro Joaquín Coldwell, y Miguel Ángel Osorio Chong, mientras Emilio Gamboa, ex secretario particular de De la Madrid, oficiaba como entonces.
Saludo inevitable
Pasadas las 19 horas, el presidente Felipe Calderón arribó al recinto acompañado por su esposa, Margarita Zavala. Desde la mañana, en Washington, el titular del Ejecutivo había expresado sus condolencias a los familiares y deudos del ex mandatario colimense y adelantaba que en unas horas más se rendiría un homenaje a su memoria.
Ya en Palacio Nacional, Calderón Hinojosa saludó al ex presidente Carlos Salinas, a quien funcionarios del actual gabinete, como el titular de la Secretaría de Educación Pública, José Ángel Córdova, ni siquiera voltearon a ver. El Ejecutivo también saludó a los representantes del Congreso de la Unión, de la Suprema Corte de Justicia y del Instituto Federal Electoral, que ocupaban la primera fila frente al féretro color caoba cubierto por la bandera nacional.
El primer orador en esta ceremonia inédita fue Enrique de la Madrid Cordero, quien destacó la imagen de Miguel de la Madrid Hurtado como padre y funcionario público. El ejemplo que nos dejó nos permite hoy hablar de frente, decir las cosas por su nombre y trabajar honradamente, dijo.
Lo siguió en el uso de la palabra el presidente Calderón, quien lo recordó como un mandatario que enfrentó durante su gestión los efectos de una profunda crisis económica y los más graves desastres naturales en la historia del país, aunque también momentos como el Mundial de futbol de 1986, que demostró al mundo que a pesar de las dificultades, México seguía en pie.
Terminados los discursos,   Calderón y los representantes de los poderes de la Unión, así como el titular del Instituto Federal Electoral, Leonardo Valdés, montaron junto a los hijos del ex presidente una guardia de honor, seguidos del toque militar de silencio y el Himno Nacional, para concluir con un prolongado aplauso en honor de Miguel de la Madrid Hurtado.
Al final, Carlos Salinas de Gortari asumió el protagonismo de la ceremonia y se acercó al titular del Ejecutivo para decirle que este acto, con el cual se honra la memoria del ex presidente Miguel de la Madrid, con una gran dignidad republicana también honra al presidente Calderón. Es una muestra del comportamiento republicano del Presidente de la República y de civilidad política muy importante, en particular en estos tiempos.
Fue también el primero en saludar a la esposa de Miguel de la Madrid, Paloma Cordero, y a sus cinco hijos. Atrás parecieron quedar las diferencias surgidas  en una entrevista radiofónica con la periodista Carmen Aristegui, en la que De la Madrid  acusó a su sucesor de haber terminado muy mal su sexenio y haber fomentado una gran corrupción entre su familia. Incluso aseguró que Raúl Salinas de Gortari había tenido contactos con el narcotráfico.
En esa ocasión, De la Madrid dijo arrepentirse de la elección de su sucesor y se justificaba diciendo que en ese momento no contaba con elementos suficientes para conocerlo a fondo.
Tras esas declaraciones, Carlos Salinas envió una carta a la periodista Aristegui, donde la acusaba de abusar de su colega De la Madrid, un hombre al que calificó de incapacitado mentalmente. Poco después, Miguel de la Madrid hizo público un comunicado en el que se retractó de sus comentarios, argumentando que su estado de salud no le permitía mantener una conversación cuerda, episodio que, al parecer, quedó olvidado.
Después de este acercamiento, los que al inicio dudaron en acercarse a Carlos Salinas lo colmaron de abrazos, saludos y peticiones para tomarse fotos.  El ex mandatario los atendió a todos, se dio tiempo para felicitar al coordinador de los diputados federales del PRI, Francisco Rojas, y hacerle algunas recomendaciones. A sus anchas, sonrió para la foto, se dejó guiar por quienes lo abrazaban, le sonreían y le trajeron a la memoria los años de poder en ese Palacio Nacional en el que tanto le gustaba despachar.
Polvos de aquellos lodos, polvos de aquellos lodos, musitaba Salinas mientras cruzaba la puerta de salida, donde lo esperaba un nutrido grupo de ciudadanos quienes, sobre la plancha del Zócalo capitalino, lo despidieron con mentadas de madre y una sonora silbatina.

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