Calderón durante la presentación de su informe en el Auditorio Nacional. Foto: Eduardo Miranda |
MÉXICO, D.F. (apro).- El presidente Felipe Calderón fue arropado hoy por unos 10 mil empleados de su gobierno que vitorearon sus supuestos logros.
A dos días de que arranquen las campañas electorales rumbo a la elección del 1 de julio, que limitará la campaña de promoción de su gestión, el mandatario hizo un recuento de supuestos logros, e insistió en justificar sus decisiones, en especial, su estrategia contra el crimen organizado.
El escenario para la promoción presidencial fue el Auditorio Nacional, que desde temprana hora fue tomado por miles de burócratas que hacían fila en los accesos para atravesar los puestos de revisión, pues el dispositivo de seguridad fue exhaustivo.
Acompañado por su esposa Margarita Zavala Gómez del Campo, sus hijos y los integrantes del gabinete, la parafernalia fue espectacular: como una estrella del pop, el presidente fue iluminado por el rayo potente de un reflector.
El acto fue denominado Un gobierno democrático que rinde cuentas. Sin embargo, el evento careció de pluralidad y, básicamente, la concurrencia estaba compuesta por quienes obtuvieron empleo durante la gestión calderonista.
También asistió el líder nacional del PAN, Gustavo Madero, y algunos gobernadores panistas. Notoria fue la presencia del embajador estadunidense, Anthony Wayne, uno de los invitados especiales al evento.
Aunque la Secretaría de Gobernación se apresuró a rechazar que fuera un acto de campaña, los símbolos fueron claros:
Los invitados asistieron prácticamente uniformados, con corbata azul. El video que se transmitió durante el acto, mostró imágenes de Calderón en campaña… fue un recuento de la cara amable de su ascenso al poder, su desempeño y su despedida.
Nadie pareció recordar cómo asumió la Presidencia; el horror desatado durante su periodo, las decenas de miles de muertos (más de 150 mil según informaron las autoridades mexicanas al Pentágono), los desaparecidos y afectados por la violencia criminal y la del Estado. Tampoco, los escándalos de corrupción en sus obras emblemáticas, ni la de sus familiares.
Fue un acto con quienes le deben el empleo y están dispuesto a ver el país de color de rosa… o azul.
Calderón planteó la necesidad de justificar sus acciones de gobierno antes de que la veda electoral limite su margen de acción para promocionar sus logros.
El presidente de México concentró el arranque de su discurso en la política de seguridad. Expuso lo que ya ha dicho en repetidas ocasiones: que su gobierno combate como nunca al crimen, que no haberlo hecho a su modo hubiera sido peor, que el avance del crimen organizado es culpa de los gobiernos del pasado, miedosos o cómplices.
También expresó que dejar pasar más tiempo, hubiera implicado dejar en una posición difícil a la próxima o próximo presidente de México: “hubiera sido demasiado tarde”, dijo.
El presidente hizo un recuento de obras, programas acciones y resultados en los que esgrimió cifras de su administración. Para Calderón el país está mejor que hace 6 años y, como lo han hecho todos los presidentes anteriores, afirmó:
“He actuado conforme el deber me indicó”.
Desde el inicio del año, Calderón ha realizado numerosas actividades y ha recorrido la mayoría de las entidades federativas, inaugurando obras grandes y pequeñas; ha puesto en marcha programas sociales, como la ampliación de “70 y más”, para regalar dinero a los ancianos o Compuapoyo para subsidiar la compra de computadoras a la población de bajos ingresos.
Inclusive, el pasado lunes, cuando la atención la acaparaba la visita del Papa Benedicto XVI, Calderón lo despidió y viajó a Jalisco. Hoy, va de regreso a Guanajuato, donde volverá a inaugurar obras.
El año pasado, poco antes de que iniciaran las campañas para elegir gobernador en varias entidades del país, Calderón convocó a dos actos semejantes: uno de éstos, celebrado en mayo con casi la misma concurrencia, sirvió para que el mandatario pidiera a sus empleados que difundieran su obra, que era su deber defender al gobierno.
A dos días de que arranquen las campañas electorales rumbo a la elección del 1 de julio, que limitará la campaña de promoción de su gestión, el mandatario hizo un recuento de supuestos logros, e insistió en justificar sus decisiones, en especial, su estrategia contra el crimen organizado.
El escenario para la promoción presidencial fue el Auditorio Nacional, que desde temprana hora fue tomado por miles de burócratas que hacían fila en los accesos para atravesar los puestos de revisión, pues el dispositivo de seguridad fue exhaustivo.
Acompañado por su esposa Margarita Zavala Gómez del Campo, sus hijos y los integrantes del gabinete, la parafernalia fue espectacular: como una estrella del pop, el presidente fue iluminado por el rayo potente de un reflector.
El acto fue denominado Un gobierno democrático que rinde cuentas. Sin embargo, el evento careció de pluralidad y, básicamente, la concurrencia estaba compuesta por quienes obtuvieron empleo durante la gestión calderonista.
También asistió el líder nacional del PAN, Gustavo Madero, y algunos gobernadores panistas. Notoria fue la presencia del embajador estadunidense, Anthony Wayne, uno de los invitados especiales al evento.
Aunque la Secretaría de Gobernación se apresuró a rechazar que fuera un acto de campaña, los símbolos fueron claros:
Los invitados asistieron prácticamente uniformados, con corbata azul. El video que se transmitió durante el acto, mostró imágenes de Calderón en campaña… fue un recuento de la cara amable de su ascenso al poder, su desempeño y su despedida.
Nadie pareció recordar cómo asumió la Presidencia; el horror desatado durante su periodo, las decenas de miles de muertos (más de 150 mil según informaron las autoridades mexicanas al Pentágono), los desaparecidos y afectados por la violencia criminal y la del Estado. Tampoco, los escándalos de corrupción en sus obras emblemáticas, ni la de sus familiares.
Fue un acto con quienes le deben el empleo y están dispuesto a ver el país de color de rosa… o azul.
Calderón planteó la necesidad de justificar sus acciones de gobierno antes de que la veda electoral limite su margen de acción para promocionar sus logros.
El presidente de México concentró el arranque de su discurso en la política de seguridad. Expuso lo que ya ha dicho en repetidas ocasiones: que su gobierno combate como nunca al crimen, que no haberlo hecho a su modo hubiera sido peor, que el avance del crimen organizado es culpa de los gobiernos del pasado, miedosos o cómplices.
También expresó que dejar pasar más tiempo, hubiera implicado dejar en una posición difícil a la próxima o próximo presidente de México: “hubiera sido demasiado tarde”, dijo.
El presidente hizo un recuento de obras, programas acciones y resultados en los que esgrimió cifras de su administración. Para Calderón el país está mejor que hace 6 años y, como lo han hecho todos los presidentes anteriores, afirmó:
“He actuado conforme el deber me indicó”.
Desde el inicio del año, Calderón ha realizado numerosas actividades y ha recorrido la mayoría de las entidades federativas, inaugurando obras grandes y pequeñas; ha puesto en marcha programas sociales, como la ampliación de “70 y más”, para regalar dinero a los ancianos o Compuapoyo para subsidiar la compra de computadoras a la población de bajos ingresos.
Inclusive, el pasado lunes, cuando la atención la acaparaba la visita del Papa Benedicto XVI, Calderón lo despidió y viajó a Jalisco. Hoy, va de regreso a Guanajuato, donde volverá a inaugurar obras.
El año pasado, poco antes de que iniciaran las campañas para elegir gobernador en varias entidades del país, Calderón convocó a dos actos semejantes: uno de éstos, celebrado en mayo con casi la misma concurrencia, sirvió para que el mandatario pidiera a sus empleados que difundieran su obra, que era su deber defender al gobierno.
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