domingo, 19 de febrero de 2012

¿Más de lo mismo o un cambio verdadero?

Pablo Moctezuma Barragán

Para Luis Javier Garrido, querido compañero y valiente patriota, cuya obra y ejemplo perdurarán en el futuro y darán frutos en el México renovado


En las próximas elecciones presidenciales se enfrentarán dos opciones: el continuismo de los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN), por un lado, y por otro, el cambio de rumbo para construir un México soberano y en paz que buscan el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y Andrés Manuel López Obrador. El proyecto del PRI-PAN –dos caras de la misma moneda– busca subordinar al país y a su pueblo a la construcción imperial de Estados Unidos, impulsa la profundización de la guerra en territorio nacional y la consolidación de la integración militar bajo la bandera de la “alianza estratégica” con la nación más agresiva del mundo. El continuismo para dar prioridad a corporaciones extranjeras y nacionales y entregar las riquezas con base en la explotación al máximo de pueblos y trabajadores, al negar derechos fundamentales y obstruir el futuro a los jóvenes. Por otra parte, está la iniciativa del cambio verdadero que pasa por la derrota del PRI y el PAN y el triunfo de un gobierno que dé prioridad a la defensa de la paz, el desarrollo del país, la defensa de la soberanía y el inicio de la transformación política, económica y social que permita la construcción del México del siglo XXI.

Enrique Peña Nieto avaló (el 11 de noviembre de 2011, en Washington, Estados Unidos) la “guerra” del presidente Felipe Calderón. La virtual candidata a la Presidencia de la República, Josefina Vázquez Mota, el 6 de febrero pasado, en entrevista con la periodista Carmen Aristegui, dejó claro que apoya la “guerra” y “que no tiene ninguna duda o contradicción” con la estrategia calderonista de respaldar la permanencia del Ejército en las calles. Por cierto, en el punto más álgido de la entrevista “se cortó la llamada”. Una postura diametralmente opuesta es la de López Obrador, que opta por la paz, el retiro gradual del Ejército y la Marina del combate contra el narcotráfico y el cese de la represión contra movimientos sociales. Reivindica la soberanía nacional, plantea validar los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos, solución pacífica de los conflictos y el freno a la “asistencia militar de Estados Unidos”. Tres candidatos, dos posturas, una por la guerra, otra por la paz.

Más de lo mismo con el PRI y el PAN, lo que conduce a que México se subordine a los intereses estratégicos de Estados Unidos y la integración militar llevará en su momento a la participación de nuestros hijos en las guerras que ese país desate en un futuro. El imperio en decadencia cocina una gran guerra y quiere a los mexicanos como carne de cañón. Eso no lo permitiremos: estamos cansados de que las decisiones se tomen en Washington y no en México.

Mientras que el nuevo proyecto de nación de Morena propone un cambio de rumbo para enfocarse en el desarrollo nacional, al crear una nueva economía con soberanía política y económica, autosuficiencia alimentaria y aprovechamiento de nuestras riquezas para los mexicanos, lo que rompería así con el neocolonialismo. ¿Cómo es posible que sean los canadienses quienes se llevan nuestro oro y plata y que el 25 por ciento del territorio nacional es otorgado a las corporaciones mineras?

El PRI y el PAN siguiendo las recetas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) han arruinado el campo y haciéndolo aún más vulnerable en época de sequía. Pero además el PRIAN ha tenido políticas desastrosas en cuanto al manejo del agua. Ahora quieren echarle toda la culpa al “cambio climático” para eludir responsabilidades en lugar de aplicar los recursos para lograr soluciones. La riqueza no se va en resolver problemas, sino que se destina a una minoría rapaz. Hoy nos lamentamos de la tragedia de los rarámuris, ¿qué han hecho los gobiernos panistas?

Un grupo de rarámuris apostados afuera de la sede donde se dio el segundo debate entre los panistas desplegaron una manta que decía: “Josefina devuelve los 56 millones de pesos que robaste a los tarahumaras cuando estabas en Sedesol”. El periodista José Reveles señala que, cuando menos durante 2005, se desviaron y malversaron 1 mil 800 millones de pesos de programas sociales que manejó la Secretaría de Desarrollo Social, entonces a cargo de Vázquez Mota. Puntualiza que en el caso del fondo para la vivienda rural tanto rarámuris como otros grupos indígenas fueron utilizados sólo como un membrete para sus burdos fraudes.

Fraudes e impunidad con el PRI y el PAN: cerca de 50 mil millones de dólares salieron cada año de manera ilegal de México, en la última década, principalmente a través de facturaciones fraudulentas de exportaciones de bienes, estimó el 30 de enero pasado Raymond Baker, director de la consultora Global Financial Integrity, al presentar el informe México: flujos financieros ilícitos, desequilibrios macroeconómicos y la economía sumergida. La media anual durante el decenio de 1970 fue de “3 mil millones de dólares; en la década de 1980, 10 mil millones; en 1990, 17 mil millones y casi 50 mil millones de dólares el primer decenio del siglo. El especialista estima que entre 1970 y 2010 salieron fondos ilegales por 872 mil millones de dólares, sin contabilizar las transacciones en efectivo y el tráfico de drogas y personas, que el estudio no midió. Global Financial Integrity ubicó a México, entre 160 países del mundo, en el segundo lugar de salida de fondos ilícitos. El PRIAN y la cúpula financiera han permitido el saqueo de las riquezas y los 12 años del PAN han sido desastrosos. Como vemos, sí hay dinero pero se lo llevan al extranjero. Los flujos ilegales se incrementaron tras la entrada en vigor del TLCAN, en 1994, firmado entre Estados Unidos, Canadá y México. Un año más tarde, llegaron a representar 12.7 por ciento del producto interno bruto del país, lo que equivale a 36 mil 291 millones de dólares. Este dato lo dio a conocer el 30 de enero pasado, Baker, en el informe antes mencionado. Desde varios puntos de vista, el TLCAN ha sido absolutamente negativo para la economía mexicana y el bienestar del pueblo. Aparte de esta salida de recursos, legalmente salen del país alrededor de 50 mil millones de dólares anuales por el pago de la deuda interna y externa: en 2011, el gobierno dejó un boquete fiscal de 743 mil millones de pesos, con el Fondo Bancario de Protección al Ahorro-Instituto para la Protección al Ahorro Bancario se ha pagado el rescate de bancos extranjeros con cientos de miles de millones de pesos, más los capitales que año con año salen del país. En resumen, vivimos un saqueo neocolonial rapaz y despiadado. En el Banco de México se acumulan 145 mil millones de dólares, mientras 52 millones de mexicanos viven en la pobreza. Todo tiene solución si el Estado se pone al servicio del pueblo y de México, para lo que hay que crear una nueva economía, como lo proponen Morena y López Obrador. Y que hay recursos, ¡hay recursos, pues!

Una economía en provecho propio. Pero Peña Nieto y Vázquez Mota sólo piensan en Washington, donde Peña se mostró a favor de la presencia de capital privado en Petróleos Mexicanos, aunque lo prohíba la Constitución. Y cuando el periodista y escritor Pablo Hiriart Le Bert y la periodista y comunicadora Ana Paula Ordorica le preguntaron a Vázquez Mota ¿cómo se había sentido después del debate?, contestó (entre otras incoherencias): “A ver, aquí vamos a ver qué es lo que tenemos, mira yo creo que son momentos de sumar […] Y este será el entorno sin duda más […] Que podíamos vivir allá desde Washington”. Es obvio que en ese momento no estaba en sus cabales, después explicó que no había dormido en 48 horas, pero lo preocupante es constatar como tiene a Washington como punto de referencia. Y ambas caras de la derecha, PRI y PAN, pretenden continuar con la “alianza estratégica” que no es más que una “subordinación patética”, como la de Calderón que se reunió el 18 de enero pasado con el jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés), David Petraeus, con quien acordó la agenda “antinarco” entre México y Estados Unidos (Reuters). Antes de la reunión se congregó con todo el gabinete de seguridad: las secretarías de la Defensa Nacional, Marina, Gobernación, Seguridad Pública, la Procuraduría General de la República y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional. ¡Qué subordinación de este gobierno a los designios de Washington! El jefe de la CIA es un funcionario de tercer nivel y aquí se le trata como máxima autoridad. Eso es inadmisible. Los mexicanos nos autodeterminamos y nuestra seguridad depende de nosotros; nadie, ni un jefe de Estado y menos uno de la CIA debe tener acceso a información y el trato que le dieron aquí, no es un protectorado de Estados Unidos. Sin embargo ya se están construyendo bases militares (lo que viola la Constitución) donde intervienen los estadunidenses –como en Puebla, Chihuahua ¿y dónde más?–. A este respecto López Obrador ha rechazado explícitamente la alianza militar con Estados Unidos, las bases militares extranjeras en territorio nacional y el intervencionismo, al propugnar una relación de respeto entre ambos países.
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