El secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, hizo muy bien en bajarse de la carrera presidencial porque tiene cola que le pisen y vale más mil millones de pesos. Todo para no verse pichicato. Sabe muy bien que de haber estado en la contienda sería inevitable que le sacaran ese trapito sucio que es la Estela de Luz, misma que inaugurarán con más de un año de retraso. Lo que se suponía sería el símbolo del Bicentenario quedará para la posteridad como ejemplo del cochupo en toda su expresión. Lo peor es que se trata de una estructura tan inútil que despierta la curiosidad y el masoquismo al preguntarnos para qué nos hubiera alcanzado con esa bicoca de dinero: Cerca de mil megaroscas con todo y porción de leche en el Zócalo; más de 300 mil tenencias vehiculares de a tres mil pesos promedio; más de 160 mil estirables y poderosos salarios de 6 mil pesos; 90 millones de kilos de tortillas; 285 millones de boletos del Metro; y lo que a ustedes se les ocurra poner en la calculadora. La catarsis y los recordatorios familiares van por su cuenta.
Miguel Ángel Castillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario