domingo, 15 de enero de 2012
El bebé de Peña Nieto
Ojo por ojo
Álvaro Cueva
Los spots del PRI no son mensajes que coincidan con lo que cualquier televidente esperaría de una precampaña, son recordatorios de algo oscuro, apelan a lo irremediable, ni siquiera nos toman en cuenta.
Si los spots del PAN me dan náuseas, los del PRI me dan miedo. Son como satánicos. Uno los ve y se siente amenazado, mal.
¿Por qué? Porque no son mensajes que coincidan con lo que cualquier televidente esperaría de una precampaña, son recordatorios de algo oscuro, apelan a lo irremediable, ni siquiera nos toman en cuenta. Son material de estudio tanto a escala nacional como internacional.
Para que usted entienda lo que le trato de decir, vamos a recordar las imágenes y las palabras de sus anuncios más representativos.
El peor de todos es uno que es algo así como El bebé de Rosemary.
Sale un niño recién nacido tomado desde un ángulo como de película de terror donde lo único que falta es un perro rottweiler sentado a su lado y una enfermera exclamando: “Ha llegado el Anticristo”.
La cámara se va alejando lentamente de él mientras una voz afirma:
“Éste es un mexicano nuevecito. Nació hace unos días. En los próximos seis años necesitará que los cuiden, que lo protejan, que le den una buena educación y un país del que se sienta orgulloso.
La pregunta es: ¿quién se va a comprometer con él y con todos los mexicanos que están naciendo para darles todo esto, todo lo que se merecen.
Éstas son las grandes preguntas de México y el PRI las a va responder gobernando. PRI, comprometidos con México.”
¿Sí se da cuenta de lo que nos está diciendo este mensaje? Es horrible.
El PRI no se está pintando como un partido político, se está pintando como nuestro padre, como la mano todopoderosa que nos va a cuidar, que nos va a proteger y, lo peor de todo, que nos va a educar.
¿A cuidar cómo? ¿Como se cuidó a las víctimas de los feminicidios en el Estado de México? ¿A proteger cómo? ¿Cómo se protegió al estado de Nuevo León de la presencia del crimen organizado?
¿A educarnos cómo? ¿Como para que al final ni siquiera seamos capaces de recordar un solo libro que nos haya marcado a lo largo de nuestra vida?
No sé usted, pero yo estoy entre aterrado y molesto. Para estos señores, usted y yo no somos una sociedad madura capaz de salir adelante, de tomar decisiones y de elegir nuestro destino.
No, somos niños abandonados (porque al parecer el bebé de este anuncio no tiene ni padre ni madre), manipulables (porque a tan corta edad ni siquiera nos pueden acusar de ignorantes) y que necesitan que les resuelvan la existencia.
El PRI lo está diciendo literalmente: “para darles todo”. ¿Qué es todo? ¡Quién sabe! ¿Cómo nos lo van a dar? ¡Nadie sabe, nadie supo!
Pero el caso es que ni a usted ni a mí nos tienen que dar ganas de mover un solo dedo porque para eso vamos a tener a nuestro papito lindo que nos va a dar nuestra comidita en la boquita.
Y luego viene una frase como de Apocalipsis maya: “lo que se merecen”.
¡Dios! ¿Qué será lo que el PRI piensa que nos merecemos? ¡Qué miedo!
¿Ahora entiende cuando le digo que esto es una amenaza? Cualquier anuncio, de cualquier precampaña, de cualquier partido, nos prepara para elegir, parte del supuesto de que habrá elecciones, nos prepara para votar.
Los spots del PRI no, nos preparan para darles la bienvenida. Ellos, después de todo, “van a resolver gobernando”.
Ojo, dice gobernando, sólo gobernando, no compitiendo, consultando, atendiendo. Ellos ya están en Los Pinos y no precisamente haciéndolo bien.
El mismo mensaje lo señala: “En los próximos seis años”. Es decir, a estos señores no les importa lo que pasó antes ni les preocupa lo que vaya a pasar después. Van por sus seis años de rigor y punto.
Ahora, éste es sólo un ejemplo de un solo spot. Sus otros anuncios no cantan mal las rancheras.
Todos, invariablemente, nos remiten a un pasado dizque glorioso donde los gobiernos priistas, gracias a su magnífica generosidad, nos regalaron todo, desde nuestras mismísimas familias hasta la Comisión Federal de Electricidad, pasando por casas lindas, trabajos honestos y un montón de extraordinarias maravillas.
O sea, sus abuelos, sus padres, usted y yo jamás hicimos nada, fuimos una manada de holgazanes que mamó al PRI hasta que se cansó.
Ellos no cobraron, no obtuvieron nada a cambio, son unos mártires.
No, pues qué “bonito”, así sí dan ganas de votar, así sí dan ganas de votar por el PRI. Después de todo, es tan cómodo ser bebé, se siente tan rico ser “un mexicano nuevecito”. ¿A poco no?
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