Ojalá que el mal momento que pasé sirva para que las cosas cambien en bien de los habitantes de la comunidad mixe de Santiago Tutla, en Oaxaca, dijo el director del albergue para centroamericanos Hermanos en el Camino.
Matilde Pérez U.
Publicado: 01/01/2012 13:03
México, DF. “El mal momento que pasé debe servir para que las cosas cambien en bien de los habitantes del poblado Nuevo Santiago Tutla, donde el cacique José Raymundo tiene sometidos a los habitantes a través de un grupo de gente con armas de alto poder”, dijo el padre Alejandro Solalinde, coordinador de la Pastoral de la Movilidad Humana del Episcopado Mexicano.
La tarde del 30 de diciembre el también director del albergue para migrantes centroamericanos Hermanos en el Camino, en Ixtepec, fue retenido y encarcelado durante cinco horas por un grupo de hombres armados, encabezados por el cacique conocido como José Raymundo.
Por la noche fue liberado y escoltado por policías estatales hasta María Lombardo, en donde levantó el acta de denuncia.
Comentó que fue a la comunidad mixe a dejar a uno de los cinco guardias asignados por la Secretaría de Seguridad Pública de Oaxaca para su seguridad personal. Al llegar allí, un grupo de 20 personas uniformadas y con armas de alto poder le impidieron el paso y exigieron se identificara y explicara por qué acudía al poblado.
Los guardias personales se identificaron y el sacerdote precisó que acudían a visitar a la familia Fuentes Bonifacio, padres de uno de los policías asignados pues se encontraba enfermo. Al tratar de retirarse de la comunidad fueron detenidos y trasladados a la cárcel de la agencia municipal de San Juan Mazatlán, al que pertenece la comunidad.
“Tocaron las campanas para que los habitantes acudieran a una asamblea urgente; dije por qué estaba allí, pero el cacique alebrestó a la gente y ante la cerrazón opté por retirarme a la agencia municipal. Allí, el secretario del municipio dijo que para liberarnos debería firmar un documento en el que negaba que nos identificamos y dicho que los guardias portaban armas. Me negué a firmar mentiras. Sí, temí por mi vida, pero es muy grave lo que sucede en esa comunidad, en donde se viola el derecho al libre tránsito por un grupo que porta armas de alto poder y que intimida a los habitantes.
Organizaciones no gubernamentales de derechos humanos se solidarizaron con el padre Solalinde y exigieron que el gobierno de Oaxaca termine con la impunidad de los grupos caciquiles que amparándose en “los usos y costumbres” violan los derechos humanos.
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