viernes, 2 de septiembre de 2011

El casino. Luis Javier Garrido

En el caso del casino Royale de Monterrey se ha buscado distorsionarlo por una fallida campaña de desinformación del gobierno panista en los medios, que ha terminado por poner aún más de relieve la responsabilidad de Los Pinos, no sólo en el funcionamiento ilícito de estos negocios turbios y en la tragedia, sino la corrupción desaforada de miembros del PAN que han hecho de los casinos un enorme negocio.

1. El incendio del casino Royale de la capital regiomontana el 25 de agosto por un grupo criminal que causó 52 muertes fue manejado desde un primer momento con dolo y torpeza por Felipe Calderón, que lanzó –ese mismo día– a radio y televisión a repetir un sinnúmero de barbaridades, porque entendió que constituía la lápida de su sexenio de corrupción y violencia. Buscó sin razón culpar al PRI de los permisos a los casinos, acusó al gobernador priísta de Nuevo León de responsabilidad en los hechos y terminó pidiendo apoyo a Washington, haciéndole una vez más el juego. La tesis que ordenó repetir, haciéndose el agraviado, es que el atentado constituía un acto “de terrorismo”, a sabiendas de que la administración Obama le ha exigido que caracterice de esa manera las acciones criminales ya que, según ellos, eso le permite al Pentágono, conforme a la “doctrina Bush”, intervenir militarmente en esos sitios.

2. La rectificación de algunos locutores de Televisa el miércoles 31 señalando en su emisión de Tercer Grado que tal caracterización fue un desbarre más de Calderón, que no quiso decir lo que dijo, olvida que, como lo hemos señalado en este espacio, el Presidente panista de facto no desaprovecha ocasión para calificar a todo grupo criminal de “terrorista”, a sabiendas de que así crea las condiciones para la intervención de Washington en México, y que no hubo en su aseveración torpeza sino maldad.

3. La acusación que le hizo Calderón a los priístas de ser responsables de la proliferación de los centros de juego la echó abajo la prensa con múltiples notas que dan cuenta cómo a partir de 2004 los gobiernos de Fox y de Calderón multiplicaron las concesiones para estos negocios, que entregaron precisamente a miembros del PAN y a sus amigos; y ante la acusación que se le formulara, Rodrigo Medina, el gobernador priísta de Nuevo León, le recordó a Calderón que los permisos a los casinos los concede la Secretaría de Gobernación, y la operatividad de los mismos está bajo la supervisión del gobierno municipal, en manos del PAN, que en este caso autorizó que el casino funcionara sin puertas de seguridad.

4. El asunto se ha terminado por complicar para el gobierno del PAN, ya que el miércoles 31 y el jueves 1º el diario Reforma publicó múltiples fotos –acompañadas de videos en la red– que muestran cómo Jonás Larrazábal, hermano del presidente municipal panista de Monterrey, Fernando Larrazábal, estuvo recibiendo dinero en los casinos de la capital neoleonesa, que muchos interpretaron como el pago por el “derecho de piso”, todo lo cual hace evidente la connivencia del PAN con el crimen organizado, sobre todo cuando el señalado pretendió que no era un moche y que ese dinero provenía de sus ganancias en los casinos, lo que corrigió poco después diciendo que eran pagos por la venta de quesos que hace a los casinos.

5. Los primeros casinos “de estilo francés” se establecieron en México durante el porfiriato, pero fueron cerrados por la Revolución Mexicana, lo que no obstó para que en los años 30 el presidente Abelardo L. Rodríguez abriese en Tijuana hipódromo, galgódromo y centros de juego. El 1º de enero de 1935, sin embargo, el presidente Lázaro Cárdenas mediante decreto declaró prohibidas las casas de juego y ordenó clausurar los casinos, entre ellos el Agua Caliente de Tijuana, El Tecolote de la capital, el famoso Foreign Club de Naucalpan y el Casino de la Selva de Cuernavaca. Las “casas de salto” y otros negocios reaparecieron a pesar de todo en el sexenio avilacamachista y el país vivió en una ambigüedad legal.
6. Lejos de esclarecerse este panorama se hizo más turbio en los años siguientes. La mañosa Ley Federal de Juegos y Sorteos de Miguel Alemán del 31 de diciembre de 1947, redactada según se dice para favorecer a su amigo Jorge Pasquel, prohibió en su artículo primero los juegos de azar y con apuestas (lo que suscitó el cierre de los centros existentes), y exceptuó expresamente en su artículo 2 los bolos, las damas chinas, el ajedrez y el conquián, pero en su artículo 4 (destinado a legalizar la lotería, los hipódromos y los casinos de los amigos) se estableció que la Secretaría de Gobernación fijaría las condiciones y requisitos que deberían cumplir los centros de juego (que se suponía prohibidos) y así se aceptó discrecionalmente que reabrieran algunos pequeños casinos, como el del salón de baile del Hotel Rosarito en Tijuana y los de algunos yates anclados en la bahía de Acapulco.

7. La discrecionalidad del poder para otorgar licencias se volvió la regla a finales del siglo XX y así pudo abrir en 1989 Jorge Hank su cadena de Caliente, que se ha señalado que controla, además del galgódromo y el hipódromo tijuanense, más de 50 casinos, aunque nada se compara a lo acontecido en los años de los panistas que se fueron de bruces sobre el negocio. Manuel Espino, ex presidente del PAN, declaró el miércoles 31 a Carmen Aristegui, que Calderón personalmente le exigió que lograra que los diputados de Acción Nacional votaran la legalización de los casinos. Y ese mismo año Santiago Creel fue acusado de que, como titular de Bucareli, otorgó en un mes más licencias para casinos que las que se habían dado entre 1917 y 2004, generándose entonces un escándalo más porque decenas de esos permisos eran para la cadena Apuestas Internacionales, de Televisa, cuyo apoyo reclamaba Creel en su afán fallido de ser candidato presidencial en 2006.

8. El ejemplo del casino Viva Las Vegas de Matamoros fue mostrado entonces en el mundo en la campaña foxista destinada a impulsar los casinos, y en ese escenario de indignidad muchos tropezaron. El entonces rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, recibió desde 2004 la petición de empresarios del norte para que la máxima casa de estudios se pronunciara a favor de los casinos y envió al Congreso una petición de la UNAM en ese sentido, avalada por un estudio de investigadores que hablaban de los beneficios que traerían al país los casinos (confundiendo al parecer a un grupo de mafiosos con el país).

9. La experiencia del gobierno espurio de Calderón, que desde 2006 ha resultado el más entreguista de nuestra historia, es también la de uno de los más corruptos, y los cientos de permisos para centros de juego a empresarios panistas y a sus amigos son la muestra que no han podido desmentir las gentes de Bucareli.

10. El “Ya basta” es un grito surgido desde abajo con el que los mexicanos exigen a la oligarquía panista que detenga sus políticas de saqueo y violencia, y aunque los panistas han tratado de robárselo, como todo, al pueblo, y desviar su sentido, hay que repetírselos y decirles de nuevo que: “¡Ya basta!”

No hay comentarios:

Escándalos de Luis Mendoza Acevedo