domingo, 17 de julio de 2011

Los nuevos usos del fraude 2006



Jorge Canto Alcocer
“Háganle como quieran, pero aunque toda la facultad vote por ustedes, nosotros tenemos todo controlado y ganaremos” gritó una voz anónima en mi teléfono particular en septiembre de 1987, cuando junto con un abigarrado grupo de estudiantes de izquierda hacíamos oposición a la abyecta FEU de aquellos años en la Facultad de Derecho de la UADY. Y claro que no votó toda la facultad por nosotros, es más, lo que pasó fue que los estudiantes de los últimos años ni siquiera se presentaron a votar. “¿Para qué, si de todos modos ganará el candidato oficial?”, decían ante nuestra incredulidad muchos de quienes hoy son destacados abogados del foro yucateco. Por supuesto, ganó aquel candidato, y la Sociedad de Alumnos de la Facultad de Derecho continuó por muchos años convertida en escuela gansteril, kindergarden del cinismo y la corrupción.
Las inauditas y groseras revelaciones que estamos escuchando en estos días por parte de la por todo reprobable Elba Esther Gordillo y el no menos delincuente confeso Miguel Ángel Yunes, aderezadas convenientemente por los resultados electorales recientes y las declaraciones de los señores Peña Nieto, Moreira, Eruviel Ávila y decadente resto de dignatarios priístas, conllevan el mismo mensaje que recibí en aquella madrugada septembrina de 1987: aunque todo México vote por otra opción, el candidato de la oligarquía ganará.
Analizando objetivamente el resultado electoral del Estado de México, es totalmente falso que el PRI haya arrasado, como triunfalistamente proclaman. Su votación estuvo dentro de sus límites históricos, con el natural incremento acorde al crecimiento de los votantes empadronados. De hecho, ni siquiera llegó al 30 por ciento del padrón ciudadano, lo que quiere decir, indudablemente, que más del 70 por ciento de los ciudadanos en edad de votar no lo hizo por el candidato priísta. Claro, la enorme mayoría no lo hizo por nadie, así como la casi totalidad de mis compañeros de la Facultad de Derecho hace casi un cuarto de siglo. ¿Para qué? Se habrá preguntado el pueblo mexiquense, ocupado y preocupado por inundaciones, violencias, aumentos de precios, escasez y encarecimiento de alimentos y las mil y una desgracias del mundo global y neoliberal.
El diálogo podrido entre la Gordillo y el Yunes lo que pretende no es desnudar la corrupción política, sino mostrar hasta dónde es capaz de llegar la mafia oligárquica con tal de mantenerse en el poder y proteger sus intereses. Alzarle la mano a un panista fanático e intolerante, ayudarlo a través de votos ilegales e inmorales, saquear las finanzas de las instituciones sociales para luego proclamar que no tienen fondos y que no pueden seguir cumpliendo con sus obligaciones, todo se vale con tal de seguir chupándole la sangre a un pueblo saqueado e inmolado.
Millones votamos por el cambio en 2006, millones protestamos durante largas jornadas, millones escribimos y denunciamos el fraude en editoriales y artículos de prensa, libros, correos electrónicos, pintas urbanas. De nada sirvió. Hoy con un cinismo insultante, Elba Esther lo reconoce: aunque todo México hubiera votado por Andrés Manuel, ella le alzó la mano a Calderón, y allí acabó todo. Votó la gran electora.
Y hoy lo grita de nuevo: “Cualquiera menos Andrés Manuel”, vocifera amenazante, señalando que le alzará de nuevo el brazo a quien ella decida, siempre y cuando le llegue al precio. Hasta la madre de vejaciones, corruptelas e infortunios, el ciudadano se aleja de todo cuanto huela a política, cual si fuera del mismo demonio. Ese es precisamente el objetivo. Alejado el ciudadano, los mapaches del nuevo milenio actuarían con discreción e impondrían al candidato escogido.
Estas son las adversas condiciones en las que actúa el movimiento popular. Andrés Manuel sigue con su esforzado peregrinar, concitando apoyos y admiración de muchos, pero sin lograr aún quebrar la indiferencia de las mayorías. Sólo se logrará con la conjunción de honestidad, congruencia y terquedad, cualidades que le sobran al tabasqueño y a sus principales colaboradores. Será un trecho largo y sinuoso, pero para México es el único camino posible.

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