Los osos
La (doble) pifia del sexenio
Felipe potencia al PRI
¿Irá contra un ex góber?
E
n unas cuantas horas vertiginosas, Felipe Calderón logró convertir en evidente víctima a un personaje representativo de la más alta corrupción priísta (al grado de acabar ayudándolo en su segundo intento por ser gobernador de Baja California), fortaleció la opcióntricolor en su camino de retorno a Los Pinos al vacunar a ese partido contra próximas detenciones y dejar evidencia de que le pretende cerrar el paso mediante peligrosas pataletas, exhibió al Ejército (aunque era largamente sabido ese rol) como un ente fuera de control que puede fabricar acusaciones y pasar por encima de cualquier atisbo de legalidad, redujo a su real condición decorativa a la procuradora federal de justicia, arrastró en su tropiezo al débil gobierno panista de Baja California, de por sí cercado en alcaldías y congreso por el PRI, y acabó demostrando casi a gritos que en sus obsesiones electorales es capaz de utilizar el instrumental militar, policiaco y judicial para enfrentar a sus adversarios y para armar patrañas justicieras de tan pésima factura que ni siquiera pudo sostenerlas en el ridículo intento doble que hizo por mantener detenido a alguien que salió sonriente y retador de las trampas felipistas, como para demostrar que a fin de cuentas el peso económico, político e incluso clerical del peor PRI puede ganarle a la casa fallidamente presidencial que podría cambiar de nombre para llamarse ya no Los Pinos sino Los Osos, ya que tantos hace.
Del michoacanazo al hankazo, pero éste a extrema velocidad procesal. Récord perfecto de Los Pinos: de todos, ha perdido todos. Sin embargo, en la entidad gobernada por un perredista el golpeteo jurídico, político y policiaco-militar sí ha contribuido a desgastar la opción del sol azteca que por sí mismo ha hecho lo suficiente para ir en picada electoral. Pero en Tijuana, es decir, en Toluca, es decir, en el proyecto de retorno a Los Pinos, la pifia del sexenio ha precipitado la detonación de un priísmo latente en segmentos sociales, más allá de los cuadros matraqueros, que creen ver en la opción del regreso al pasado la oportunidad de recuperar cuando menos la paz pública.
El triunfo provisional del indefendible Hank Rhon ha hecho saltar ya sin mucho recato al priísmo no militante que durante 12 años ha sobrellevado el estigma de la derrota en lo presidencial, pero también a comentaristas, columnistas e intelectuales que ven en el Error de Tijuana el banderazo de salida para la defensa y promoción abiertas del peñanietismo que, por otra parte, se sabe encañonado pinoleramente con versiones de prisión para otros ex gobernadores (se habla, sobre todo, del ex góber precioso,Mario Marín, y del anterior mandatario de Durango, Ismael Hernández Deras) y amenazado en su pieza operativa más visible, el comisionado en el PRI, Humberto Moreira, a uno de cuyos colaboradores más cercanos le han aparecido indicios fuertes de súbito y muy explicable enriquecimiento como empresario y político (a fin de cuentas, la fórmula de éxito consagrada por el ahora restaurado profesor Hank).
Terrible y vergonzosa exhibición calderónica de imprecisión, impericia y descontrol. El simple escrutinio amateur del comunicado conjunto de Sedena y PGR sobre los hechos que llevaron a la detención de Jorge Hank Rhon dejaba la inmediata percepción de que se estaba en presencia de un montaje que no resistiría una mínima valoración judicial. Pero el felipismo no aceptó esa derrota anunciada y, movido por aires vengativos, oscuros, intentó mantener bajo arraigo a su pieza de caza electoral. Demasiada desesperación en la sede del presunto poder federal, ansias enfermizas por mantener en la cárcel al símbolo de la corrupción y el crimen organizado (del lado del PRI, no del panista, que también tiene lo suyo) por razones relacionadas con las urnas.
La
guerracalderónica pillada en flagrancia de arbitrariedad. Diariamente suceden episodios como el de Tijuana que acaban en tragedias, sin resonancia política, sin poder económico ni abogados expertos. El golpismo dizqueantinarco queda tocado, pues el Ejército ha sido exhibido como peligroso fabricante de mentiras, la PGR como pusilánime canal de convalidación de historietas militares, y Los Pinos como instancia generadora de veneno social y político. Y bien, ¿cómo tratará ahora Calderón de parar a ese PRI paradójicamente potenciado por él mismo? ¿Siempre sí va contra un ex gobernador tricolor, o el oso hecho en Tijuana pospondrá o frenará otras maniobras anunciadas? ¿Habrá arreglo mafioso para impedir que las Familias sigan lastimándose, entendido a fin de cuentas que lo importante es mantener el Negocio a flote y compartido entre los que ya están sentados al banquete? No deje de ver los siguientes capítulos.
Astillas
En otro extremo de la geografía política, al ex priísta Pablo Salazar Mendiguchía no lo acompañó la suerte del ex alcalde de Tijuana. Entrampado en el asunto del mal manejo de los dineros destinados a la atención de damnificados por el huracánStan, el ex gobernador de Chiapas no parece tener hoy más base social de apoyo que sus abogados y su familia. No sostuvo sino brevemente una huelga de hambre que había anunciado con gran decisión, asegurando que sólo saldría de la cárcel cuando le declararan la inocencia o cuando muriera. Tiene enfrente al actual mandatario, Juan Sabines, decidido a cerrarle todas las salidas. Pareciera que su proceso será largo, en un camino de venganzas políticas y pleitos electorales que, como en Baja California, enturbia el sentido de la presunta justicia... Alejandro Herrera Dublán escribe a este tecleador: “Usted vive de sus frases tragicómicas. Sin el pudrimiento del país, no tendría usted de qué vivir. ¿No se da cuenta de que su pretendida sátira tiene límites que no debe rebasar? ¿De dónde sacó usted la puntada de que Javier Sicilia es un ‘católico militante’? ¿Quién le dijo que los fines de este hombre son metas individuales? Reconozca sus límites. Sea humilde y si quiere de verdad comprender a Javier Sicilia, infórmese mejor. Creo que para eso le pagan”... ¡Hasta mañana!
Fax: 5605-2099 •juliohdz@jornada.com.mx
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