l gobernador de Chiapas ha cerrado el improbable camino de retorno electoral de su antecesor, Pablo Salazar Mendiguchía, mediante un golpe judicial politizado que, al igual que en el norte del país, en Tijuana, deja la sensación de que se ha abierto una temporada de cacería en la que las armas y las leyes están siendo utilizadas retorcidamente para amagar o castigar a personajes que ciertamente han hecho suficientes méritos para ser sujetos a procesos penales pero que hoy más bien están siendo aprovechados desde los poderes constituidos para consolidación de éstos o para estrategias comiciales no sólo aventuradas, sino peligrosamente pervertidas.
Salazar Mendiguchía ejemplifica la historia de las opciones de cambio que, impulsadas por alianzas partidistas de oportunidad (en el 2000 lo apoyó el abanico partidista opositor pleno, incluido el PAN, en una convergencia promovida por el propio López Obrador), acaban traicionando sus principios y, hundidas en conflictos diversos, muchos de ellos agravados por la soberbia del poder que en su momento ejercieron, pretenden reaparecer luego mediante fórmulas tragicómicas que son combatidas con energía por los segmentos políticos y sociales que fueron afectados por esos gobernantes abusivos o por sus sucesores que con frecuencia practican los mismos excesos.Priísta de origen, Pablo Salazar fue miembro de movimientos renovadores dentro del partido de tres colores y formó parte, como senador, de la original Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa). Obstruido por Ernesto Zedillo para ser candidato a gobernador de su estado natal (pues el entonces presidente no le perdonaba el apoyo desde el priísmo a ciertas posiciones del zapatismo marquista), Salazar decidió dejar esas siglas y a su aureola de probable reformismo se sumaron todos los demás partidos. Ya como gobernador, habiéndole ganado a Sami David David, el ejercicio del poder lo fue desgastando y con rapidez multiplicó sus áreas de conflicto. Largamente se le acusó de apropiarse de dinero público enviado a la entidad para atender desgracias causadas por fenómenos meteorológicos, en especial el denominado Stan (aun cuando no se conocen más detalles, pareciera que la acusación de peculado se refiere a estos asuntos). Su brazo policiaco, Mariano Herrán Salvatti, que llevaba desde el Distrito Federal una larga cauda de intereses y enredos densos y pesados, le ayudó a generar animadversión creciente en su contra (ha de verse si la otra acusación, de asociación delictuosa, tiene que ver con los asuntos de narcotráfico con los que se ha ligado a quien fue fiscal general de aquella entidad y, a nivel federal, era considerado
zarantidrogas). Y a su portafolio personal de conflictos el ahora apresado añadió un largo y envenenado ánimo persecutorio contra periodistas y medios de comunicación, con tal intensidad que, luego de soportar las oleadas represivas, muchos de ellos se han convertido en sonoros demandantes de justicia, a tal grado que la aprehensión de Salazar coincidió con fechas tradicionales de festejo oficialista del periodismo, como si Sabines hubiese planeado un regalo imperial al gremio.
Pero el detonante contra Salazar no fue un ánimo justiciero límpido, sino las consideraciones rumbo a las urnas (como en Tijuana contra Jorge Hank Rhon, indefendible en sí mismo pero sometido ilegalmente a una estrategia calderonista de guerra electoral). El ex mandatario, confrontado con su sucesor, pretendía construirse una candidatura al Senado en alianza con el lopezobradorismo (aunque dirigentes locales de Morena y varios perredistas mantenían un rechazo cerrado a esa posibilidad) e impulsar una opción propia al relevo en el gobierno, que será el año venidero. Sabines, convertido en el más calderonista de los gobernadores calderonistas, envuelto en la misma fiebre de cesarismo que afecta a la mayoría de los mandatarios mexicanos, ha cerrado la puerta a su antecesor incómodo. Otro golpe judicial politizado. Del norte al sur, la guerra electoral en pleno.
Astillas
Hoy deberá resolverse la situación jurídica del político preso que se considera preso político. Una primera debilidad del calderonismo ha sido mostrada al anunciar que no habrá arraigo contra Jorge Hank Rhon, concediendo así que por razonamientos políticos la PGR se excusa de optar libremente por las posibilidades de acción que legalmente le asisten, entre ellas la del denostado pero jurídicamente vigente arraigo domiciliario. Si el felipismo, a través de su procuradora M&M se atiene, por la fuerza de las evidencias, a actuar conforme a la versión de los hechos que hasta ahora se ha sostenido, el hijo del profesor Hank deberá quedar libre, no porque no haya otros y peores motivos para que sea procesado y sentenciado sino porque, en esta ocasión (como en muchísimas otras, aunque no con la resonancia lograda por el dueño del Grupo Caliente), las pifias y abusos son inocultables. Con todo, el calderonismo podría aferrarse a su libreto electoral y mantener en la cárcel al exótico de los casinos, a sabiendas de que lo importante está en lo inmediato, en elecciones como las del estado de México... La marcha de pacifistas rumbo a Ciudad Juárez se va convirtiendo en una recolección dolorosa de testimonios de desapariciones, asesinatos y otros agravios mayores que no son atendidos por las instituciones presuntamente responsables de investigarlas y propiciar castigos legales. Por el camino, el poeta Sicilia y sus acompañantes escuchan el horror cotidiano, la colusión de autoridades con los narcotraficantes, la desesperanza generalizada, el miedo a denunciar formalmente sus desgracias ante funcionarios que saben son parte de las mismas mafias ejecutoras... Y, mientras la realidad parece una ironía inventada, pues en Torreón fueron asesinadas 11 personas que estaban en rehabilitación en un centro denominado La Victoria, ¡hasta mañana, con el precandidato Córdova anunciando desde la Secretaría de Salud la intención de auditar al ISSSTE elbista acusado de irregularidades por miles de millones de pesos!
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