sábado, 28 de mayo de 2011

La confesión de Benjamín Arellano






Exijamos lo Imposible!!
Escándalo
Anabel Hernández

Reporte Indigo


*El capo del Cártel de Tijuana declaró ante la PGR que el crimen del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo habría sido ejecutado por un comando de la Policía Judicial Federal al mando de su entonces titular, Rodolfo León Aragón / Conoce la historia.

*En este contexto, su testimonio es un parteaguas y pone en entredicho la versión oficial, la cual estaría plagada de montajes y falsas versiones, según las declaraciones que se tienen hasta ahora


MEXICO, D.F., 27 de mayo.-Era el 25 ó 26 de mayo de 1993 cuando Benjamín Arellano Félix recibió una peculiar llamada telefónica.

El integrante del clan Arellano Félix, cabecilla del Cártel de Tijuana, se encontraba en esa ciudad fronteriza, bastión de su organización criminal, preocupado.

El 24 de mayo había muerto en una balacera el cardenal de Guadalajara Juan Jesús Posadas Ocampo. El gobierno en turno, encabezado por Carlos Salinas de Gortari, que entraba en el quinto año de mandato, los había culpado a ellos y a su ex compadre Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, entonces peón de Amado Carrillo Fuentes, el líder del Cártel de Juárez.

Al teléfono estaba el director general de la Policía Judicial Federal (PJF) Rodolfo León Aragón, alias “El Chino”. Tenía en la dependencia dos años.

Al jefe de la PJF le urgía reunirse con Benjamín. Éste aceptó de inmediato. Los Arellano Félix sostenían una vieja relación con León Aragón. Carrillo Fuentes, el temido “Señor de los Cielos”, se lo había presentado a Ramón Arellano Félix en una de sus casas de la Ciudad de México, apenas dos meses después de que León Aragón fue nombrado titular de la PJF.

Para 1993, el jefe de la PJF y Ramón Arellano Félix ya tenían una amistad íntima. Amado le había recomendado ampliamente a “El Chino” diciéndole que le podía ser muy útil cuando quisiera viajar a cualquier lugar del país sin problemas.

Benjamín confiaba en el amigo de su hermano Ramón, y acudió al encuentro del jefe policiaco alrededor de las cuatro de la tarde. Se verían en el aeropuerto de Tijuana.

—Están metidos en un problema muy grande, los responsabilizan del homicidio del cardenal —dijo León Aragón.

—Nosotros no fuimos, yo estaba en Tijuana y mi hermano Ramón ya se encontraba arriba del avión cuando esto sucedió —respondió Benjamín Arellano Félix.

—Eso ya lo sé, que ustedes no fueron —replicó el jefe policiaco—. Quienes participaron en el homicidio fue un comando a mi cargo de la Policía Judicial Federal que se encontraba en el aeropuerto de Guadalajara el día de los hechos.

—Pero para poder ayudarlos —sentenció el director general de la PJF— requiero que me entregues 10 millones de dólares y seis domicilios para poder catearlos, ya que tengo a dos de tus gentes detenidas que viajaron con tu hermano Ramón a Guadalajara.

—Déjame ver, voy a buscar los domicilios, y déjame ver lo del dinero —respondió Benjamín.

—OK, está bien —dijo León Aragón, e hizo una llamada telefónica para comunicarse con quien dijo era Jorge Carpizo Mac Gregor—. Ya estuvo, todo va bien.

Según León Aragón, el procurador general de la República instruyó “seguir adelante con el plan”.

Esa misma noche, Benjamín se reunió con su hermano Ramón, y éste le comentó que ya le había entregado el dinero a León Aragón.

Al otro día, el director general de la PJF llamó a Benjamín para informarle que estaba cateando algunos domicilios y que Ramón ya le había entregado el dinero.
Ramón le había platicado a Benjamín que cuando se encontraba en Guadalajara, antes del homicidio de Posadas Ocampo, León Aragón le llamó por teléfono para avisarle que el día 24 de marzo de 1993, por la tarde, podía viajar sin contratiempos.

Ramón, a sugerencia del jefe de la PJF, llegó al Aeropuerto de Guadalajara casi a la misma hora que el prelado.

LA CONFESIÓN DE BENJAMÍN

Así recordó los hechos Benjamín Arellano Félix, 18 años después del homicidio del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, en una diligencia practicada por la Procuraduría General de la República (PGR) el 15 de abril de 2011, a las diez de la mañana, en el penal de máxima seguridad Altiplano, en Almoloya, Estado de México.

Estuvo presente el abogado José Antonio Ortega, representante legal del arzobispo de Guadalajara Juan Sandoval Iñiguez, y representantes del gobierno del estado de Jalisco, quienes no han cejado de indagar sobre lo que ocurrió aquel 24 de mayo de 1993.

Cuando el cardenal Posadas Ocampo murió víctima de 14 tiros directos al cuerpo, Benjamín tenía 39 años de edad y vivía la etapa de esplendor del Cártel de Tijuana.

El día que rindió su declaración, a los 57 años de edad y después de nueve años de reclusión, Benjamín, de piel morena y envejecido, era un reo más en el penal de máxima seguridad. Vestía el uniforme color caqui y traía el cabello con corte de casquete, el obligatorio.

El ministerio público le demandó detalles de los hechos para corroborar si recordaba realmente lo que pasó.

El capo fue prolífico en detalles. Afirmó que el director general de la Policía Judicial Federal le confió la razón por la que supuestamente había asesinado al prelado: “Fue porque estaba ayudando a conseguir armas a los grupos guerrilleros, sin especificar a cuáles grupos se refería”.

Recordó claramente la hora de la reunión en el aeropuerto de Tijuana y la forma en que el clan Arellano Félix había conocido a León Aragón.

El ministerio público de la federación le preguntó a Benjamín si en la reunión con el director general de la PJF había estado otra persona. El capo respondió sin titubear: “Sí”, y se rehusó a seguir declarando.

En entrevista con Reporte Indigo, el abogado José Antonio Ortega explicó que desde 2002, cuando Benjamín Arellano Félix fue detenido, había intentado en tres ocasiones que declarara sobre el homicidio del cardenal, pero el capo se había negado. La razón principal es que temía por su vida.

El secreto bien guardado, y por fin revelado, cambió para siempre la versión oficial de la muerte del cardenal.

Hasta ahora, la versión de los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo era que el prelado había fallecido por accidente en el aeropuerto de Guadalajara cuando el clan de los Arellano Félix lo confundió con “El Chapo” Guzmán luego de días de buscarlo para asesinarlo.

Finalmente, el capo accedió a hablar, aunque en un principio tenía reservas. Primero, porque temía por su vida; segundo, porque no veía “voluntad política” de resolver el caso Posadas Ocampo.
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