(Publicado originalmente el 19 de junio de 2009 en el Sendero del Peje)
Como en los meses más álgidos de 2006. Con igual virulencia, con la misma indignidad. El ataque concertado de la derecha hacia el movimiento democrático liderado por Andrés Manuel López Obrador, e implementado por merolicos, levantacejas, "periodistas", similares y conexos de los medios de comunicación, se ha lanzado con todo para destruir, ingenuos ellos, al único líder opositor hoy por hoy en este país. El cártel de Los Pinos dio la orden, y su brazo armado mediático, los Zetas del periodismo, procedieron a la operación.
No hay más que ver las columnas y artículos de opinión de la prensa mexicana, a propósito del Iztapalapazo del Trife, para darnos cuenta que en ese ámbito, el de los medios tradicionales, seguimos siendo un país bananero, de cuarta categoría, lo mismo con gatilleros a sueldo parapetados detrás de una cámara de televisión, que con sicarios despiadados que desde su computadora acribillan a punta de calumnias a sus víctimas. Fuego cruzado donde el ciudadano queda a merced de estos criminales, que sin pudor alguno proceden al levantón informativo, y ejecutan a la democracia "que no ha aprendido a respetar"... los privilegios de los que mandan.
Abre fuego Joaquín López Dóriga en Milenio: "¡qué hubiera pasado si en lugar de ser presidente legítimo, Andrés Manuel hubiera sido el Constitucional! La verdad es que no sé en qué momento lo perdimos". Maestro de la insidia, Dóriga rafaguea a López Obrador tildándolo de loco. Mala puntería, pues que yo sepa, AMLO no padece de sus facultades mentales, ni se ha quedado tirado jamás en un cuartucho de hotel, convulsionándose por algún extraño síndrome de abstinencia y esperando que algún presidente priísta vaya a rescatarlo ofreciéndole un puesto administrativo en la televisión estatal...ni tiene problemas de lenguaje.
Acto seguido aparece Carlos Marín, pues es sabido que los sicarios siempre actúan en comando, aunque en este caso se trate de un bufón patético que en vez de cuerno de chivo carga una pistolita de agua: "Tan intolerante a la crítica como impermeable a la autocrítica, delata que quiere gobernar un México de pesadilla, con 'periodistas' incondicionales y devotos. ¿No es ridículo?". Lo ridículo es que Marín pretenda achacarle a López Obrador un talante fascista que no tiene, cuando vivimos ya en un México de pesadilla gracias a los delirios fascistas de un hombrecito petulante y dipsómano que pretende "gobernar" ayudado por periodistas incondicionales y devotos, si bien medio pendejos y cínicos de tiempo completo.
Instalada en un falso retén, donde a sangre fría gusta de decapitar a sus víctimas, Denisse Maerker apunta: "¿El Andrés Manuel que vimos el martes en Iztapalapa es el mismo que logró que 15 millones de mexicanos lo eligieran en el 2006? ¿Ese hombre de semblante duro, actitud desafiante y estrategia arrogante es el que conquistó a millones durante años de campaña? No podía dejar de hacerme esas preguntas mientras veía y reveía las imágenes del mitin de Iztapalapa. ¿Nos engañó o es otro? ¿La derrota lo cambió o sólo exacerbó su peor parte?"
Sin duda López Obrador es otro. Todos lo somos, luego del granadazo que los panistas asestaron a la democracia mexicana en 2006. La banda más peligrosa en el mundo del crimen organizado logró con el fraude electoral que millones de mexicanos despertaran del marasmo y el conformismo azul. ¿Eso no lo ve Denisse? Tal vez quisiera que no fuera así, que todo siguiera igual. Un pacto de convivencia pacífica, como hacen los grandes capos entre ellos para no "calentar la plaza". Ah, qué Denisse y sus malos Hábitos...
Experto en contrainsurgencia informativa, formado en los escuadrones paramilitares del periodismo de derecha, Pablo Hiriart advierte: "¿Se lo imaginan de Presidente? Para allá vamos, si no hay resultados pronto". ¿Resultados? ¿De qué tipo? ¿Levantón en puerta? ¡Ah, qué tiempos, señor Pinochet!
Por el estilo, el resto de los sicarios informativos. Loret de Mola, ese monigote sonriente que a quemarropa acribilla a sus entrevistados; Pedro Ferriz, aquel que sueña con ser el zar informativo del régimen, con ínfulas de goebbelito de petatiux aunque no pase de gritoncito de Teletón; Ruin Healy, temido pozolero que disuelve a sus enemigos con la sosa cáustica de su lengua; Beteta, el del Göring look y las histerias feminoides del "¡hay que pararlo como sea!"; Adela, que si de ética profesional tuviera la micha que tiene de frivolidad otro gallo le cantara; Brozo, que desluce y se opaca entre tanto payaso que tiene por colega... pura bazofia, pura lacra, puro recluta de "excelencia" para los mañosos del poder. La Gente de Los Pinos duerme tranquila. Sus muchachos, sus sicarios informativos, le hacen el trabajo sucio.
Para que aprendamos a respetar.
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