lunes, 27 de septiembre de 2010

Milagros, religión y ciencia - Por Martín Bonfil Olivera




Varios lectores, creyentes católicos, me han reclamado el exceso de atención dedicado últimamente a la religión en esta columna, que debería estar dedicada a la ciencia. Me disculpo.

Pero me disculpo por la falta de variedad en los temas, no por abordar de manera crítica asuntos sobre la relación ciencia-religión. En las semanas recientes la iglesia católica y las creencias religiosas han sido temas importantes a discutir, tanto en nuestro país como a nivel global.

Las recientes declaraciones del papa Ratzinger en su visita a Inglaterra, donde evocó, en su discurso de bienvenida, ante la reina Isabel, a la tiranía nazi “que deseaba erradicar a Dios de la sociedad” y luego comparó al nazismo con el ateísmo (“Al reflexionar sobre las lecciones del extremismo ateo del siglo XX, no olvidemos que la exclusión de Dios, la religión y la virtud en la vida pública llevan al final a una visión truncada del hombre y de la sociedad”) son un ejemplo.

Como ateo consciente de los muchos defectos y crímenes cometidos a lo largo de la historia por la iglesia católica, me siento ofendido. El papa usa argumentos falaces, y deliberadamente olvida que el nazismo se basó en gran parte en ideas cristianas (aunque no católicas), y que su colega Pío XII siempre se negó a denunciar las agresiones de Hitler contra los judíos, convirtiéndose así en un apoyo importante, así haya sido por inacción, del régimen nazi.

Como comentó recientemente Pepe Cervera en el excelente blog amazings.es, religión y ciencia tienen diferencias irreconciliables. Una es la certeza dogmática de la primera frente a la perpetua duda y disposición a cambiar de opinión de la segunda.

Pero otra muy importante es que la ciencia tiene que rechazar de inicio, a menos que haya pruebas irrefutables, el pensamiento mágico: la existencia de fenómenos sobrenaturales. En otras palabras, la ciencia exige un enfoque naturalista. La religión, en cambio, se basa precisamente en la creencia en espíritus todopoderosos y milagros.

Es por ello –y no por algún odio irracional– que alguien que se dedica a promover la cultura científica, como un servidor, tiene que decir algo cuando el mismo papa que ataca al ateísmo y difunde la falsa idea de que no se puede actuar éticamente si no se es creyente, beatifica a un clérigo anglicano del siglo XIX convertido al catolicismo, John Henry Newman (1801-1890), basándose en el supuesto “milagro” (requisito para ser beato; para la santidad, se necesitan dos) de que el diácono estadounidense Jack Sullivan sanó “inexplicablemente” de un mal de la médula espinal al encomendarse a dicho “venerable siervo de dios”.

El bloguero Martin Robbins, en el periódico británico The Guardian (13 de septiembre), se pregunta si dios estará perdiendo sus poderes, pues antes los milagros solían ser asombrosos: causar un diluvio, abrir el Mar Rojo, levantar muertos… Hoy se reducen a curaciones espontáneas como hay tantas (o incluso, falsas curaciones espontáneas, pues Robbins informa que en realidad Sullivan sanó gracias a una operación común y corriente).

Para colmo, el beato Newman podría resultar haber sido homosexual: tuvo una relación “extremadamente cercana” con el padre Ambrose St. John, también católico (cuando St. John murió, Newman comparó su pena con “la de un esposo o una esposa”, y pidió ser enterrado en la misma tumba que él). Lo cual no tendría nada de malo, si no contradijera las enseñanzas vaticanas respecto a la homosexualidad.

No hay remedio: o hacemos ciencia o creemos en milagros. La iglesia tiene derecho a escoger esto último, pero eso la convierte en la institución menos calificada para criticar al pensamiento racional.

¡Mira!

A propósito: si a usted le interesan estos temas, asista al 1er. Coloquio Mexicano de Ateísmo, que se celebrará el próximo 13 de noviembre en el Hotel Fiesta Inn Centro Histórico (Av. Juárez 76). Entre los oradores invitados estará este columnista. ¡Los lugares se agotan!

1 comentario:

Rodolfo Plata dijo...

Aunque difiero del dogma, amo a Cristo y al cristianismo, y trato de manejarme con la verdad a fin de ser objetivo; lo cual me permite reconocer el esfuerzo del Papa por el dialogo interreligioso, y el dialogo secular y plural con los no religiosos en su visita a Inglaterra; pero la apostasía que cometió San Pablo al separar la fe de la razón, es el error que oscurece la visión del Papa y le impide no solo a nuestro Pontífice sino a todos los judeo cristianos, llegar a conclusiones ciertas en cuestiones de fe. Ante la muerte anunciada de la Iglesia por Benedicto XVI, en su pasada visita a Portugal, a causa del incremento acelerado de la deserción religiosa de grandes multitudes que dejan no solo de practicar la religión sino que dejan de creer. El reto es superar el nihilismo de la sociedad actual formulando un cristianismo que se pueda vivir y practicar, no en y desde lo religioso y lo sagrado, sino en y desde el humanismo secular laico, la pluralidad y el sincretismo. Y para lograrlo tenemos que actualizar la teología, la cristología y la liturgia, enmarcadas en la doctrina y la teoría de la Trascendencia humana, conceptualizada por la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo y sus jornadas y metas descritas metafóricamente por los poetas místicos del Islam; la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las conclusiones comparables de la ciencia: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.). Congruencia que da certidumbre a la unión inseparable entre la fe y la razón, enseñada parabolicamente por Cristo al ciego de nacimiento para disolver las falsas certezas de la fe que nos hacen ciegos a la verdad, haciendo un juicio justo de nuestras creencias (Juan IX, 39). http://www.scribd.com/doc/17143086/EXPLICACIÓN-CIENTÍFICA-DE-CRISTO-Y-SU–DOCTRINA–A-LA-LUZ-DE-LA-FILOSOFIA-CLASICA-Y-MODERNA-Y-EL-MISTICISMO-UNIVERSAL

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