Astillero
Asilo político
América del Valle
Presos de Atenco
Pedagogía del horror
Julio Hernández López
Miles de mexicanos de diferentes niveles socioeconómicos dejan su país diariamente por razones económicas y de inseguridad, como silencioso saldo de la forma trágica en que el calderonismo ha ejercido el poder. Irónicamente, una parte de esa procesión rumbo al exilio proviene de las capas que apoyaron el golpe electoral que instaló al michoacano en Los Pinos y que celebraron la inserción del virus de la división social al calificar al puntero perredista de 2006 como un peligro para México, que causaría los males que en realidad acabó creando el panista castrense.
No siempre hay claridad respecto al origen de esa indocumentada expulsión social, amargamente anclados muchos de esos involuntarios viajeros en el insulto genérico descalificador de la política y los políticos, revolviéndose entre el cinismo y el fatalismo que “justifican” que en México siempre las cosas han sido así, maldicientes y confusos los que dejan su Patria, ansiosos unos de empleo y recursos básicos para compartir con su familia que acá se queda; deseosos otros, los pudientes, de huir con toda la parentela de los riesgos de la delincuencia desbordada.
Ayer hubo, sin embargo, una relevante solicitud de asilo que razona y denuncia las circunstancias de peligro social y político que los ejecutores de los poderes federales han hecho prevalecer en nuestro país. América del Valle ha solicitado a Venezuela (referencia que desatará la histeria antichavista tan conocida) que le dé refugio por razones políticas, pues fundadamente considera que en México no hay justicia ni apego al derecho, y que la protesta social es convertida en delito y perseguida incluso por encima de los de por sí discutibles límites que la legalidad permite a esos poderes. América sabe de lo que habla, pues es hija de Ignacio, el líder de San Salvador Atenco aberrantemente condenado a más de cien años de prisión y confinado en una cárcel de alta seguridad, y de doña Trini, la valiente mujer que ha continuado la lucha social. Ella misma, América, ha vivido en permanente acoso desde aquella terrible agresión de las policías federal foxista y estatal peñanietista, cargando con la amenaza de aplicarle sanciones parecidas a las de su padre, en cuanto se le acusa de hechos similares.
La solicitud de asilo político parte de la convicción de que los órganos de impartición de justicia están condicionados por los poderes fácticos y que en el caso concreto de los presos de Atenco la Suprema Corte de Justicia de la Nación actuará en estos días de manera parecida a como lo ha hecho en otros casos relevantes de agravios sociales (Oaxaca, Lydia Cacho, Acteal, ABC, el propio Atenco, por citar algunos), tejiendo discusiones teóricas y construyendo salidas conceptuales que en los hechos dejan esos agravios, y a los gobernantes y funcionarios involucrados, sin castigo. El diseño neofranquista del calderonismo va pasando de las formalidades apenas cubiertas al descaro en el ejercicio de la represión. Hace años que fluye el exilio económico popular y, recientemente, el de clases medias y altas aterradas por la delincuencia dominante. Ahora se presenta una solicitud fundada de asilo político (otras ha habido, desde luego, sobre todo en Canadá, con tales visos de abuso en algunos casos que provocó la exigencia de visas para entrar a ese país). Un giro más en la tuerca del felipismo.
Astillas
Empeoran las condiciones de salud oratoria del siempre desconcertante secretario Gómez-Mont. No hay semana en que prive a la República de mórbidas perlas de levitación discursiva, perorando, entre enojos y seriedades dignas de mejores acompañamientos teóricos, sobre los mundos idealizados del derecho, la ética y el buen gobierno mientras el país entero vive el sangriento desastre diario del calderonismo fallido. Apenas acaba de pronunciar el titular de Gobernación una tesis que cual bumerán le pega a su propio equipo y jefe, cuando ya está produciendo otra. El martes amanecía exigiendo a los medios “revisar su lenguaje en cuanto a precisar los calificativos, porque hay presuntos responsables, acusados, asesinos y ladrón, y en un sistema democrático esos calificativos sólo suceden cuando un proceso legal ha concluido”, sin reparar en que el felipismo ha pagado sombrías campañas propagandísticas en medios electrónicos en que da por sentenciados a presuntos narcotraficantes cuando apenas acaban de detenerlos, o que ese mismo gobierno federal ha dictaminado que la gran mayoría de los más de 23 mil asesinados a cuento de la “guerra” contra el narcotráfico eran “sicarios”, sin abrir más que una ínfima parte proporcional de averiguaciones previas. Y ayer ese mismo opinante aparecía tratando de convencer al asustado público de que los manuales de supervivencia ante balaceras, aplicados en Nuevo León entre estudiantes de secundaria, son una invaluable contribución en la improbable “pedagogía de la libertad”. En aras de la libertad decapitada, desmembrada, secuestrada y torturada, ayuda el siguiente párrafo a entender la disparatada visión de la realidad que tienen algunos funcionarios blindados: “De ninguna manera podemos como sociedad democrática dar el paso hacia la pedagogía del miedo. Como sociedad democrática tenemos que generar pedagogía de la libertad y la pedagogía de la libertad empieza por que los ciudadanos se acompañen del esfuerzo de sus gobiernos para garantizar la seguridad, que participen en ese esfuerzo de procurar la seguridad de todos”… Y, mientras Gobernación confirma que los comicios estatales estarán vigilados por fuerzas federales “coordinadas” con las locales, y EU anuncia que vigilará con aviones no tripulados la frontera con México (país que también se pregunta dónde está el piloto), y la Permanente ordena investigar el uso electoral propanista de los recursos manejados por Sedesol, y Fidel Herrera tácticamente se va hoy solamente contra el títere César Nava y no contra el manipulador superior, ¡hasta mañana, con el héroe del Renaut, Héctor Osuna, dejando la Cofetel entre cochineros, transas y servicios a la carta a ciertas empresas!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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