Periodistas de EL UNIVERSAL
Bajo Reserva
28 de mayo de 2010
Versiones van, versiones vienen. Que si Gregorio Sánchez Martínez, Greg, está ligado a por lo menos dos grupos criminales. Que si sus ingresos no concuerdan con sus gastos. Que si recibió dinero ilícito para su campaña como candidato a alcalde de Cancún, y también para lanzarse por la gubernatura de Quintana Roo. Y de las versiones más graves, la peor, la que sonaba más lógica (algunos de sus colaboradores están hoy detenidos), se dijo, es la que lo vincula con el asesinato del general Mauro Enrique Tello Quiñonez. Pero esa versión (todo son “versiones”; hasta el momento no se han mostrado pruebas), no la compra casi nadie. Y lea muy bien: ni siquiera la familia del militar retirado, muerto en manos de criminales. Y todavía más: ayer, sus familiares reconocieron de manera abierta y pública la ayuda que Sánchez Martínez les prestó después de la ejecución. Hicieron circular una carta en la que piden “que exista transparencia y no haya simulación” en las investigaciones. La noticia es una bomba. Muchas noticias de este caso son una bomba. Como que Greg Sánchez todavía es el candidato; que puede votar y ser electo gobernador del estado, de acuerdo con el Instituto Federal Electoral. Como que un juez federal, hace sólo dos semanas, no encontró pruebas contra el abanderado del PRD, y que el Ministerio Público Federal buscó al mismo juzgado que le obsequió las órdenes de aprehensión, hace justo un año, para ese acto de justicia fallida conocido como michoacanazo. El gobierno federal (y esto incluye, por supuesto, al secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont), deberá moverse rápido y convencer. Greg Sánchez puede ser un narco, un bandolero, un ladrón. Pero necesitan mostrarlo.
Antes, cuando en Estados Unidos se amagaba con enviar soldados o reservistas a la frontera, México protestaba. Y protestaba porque le parecía un abuso de su vecino utilizar miembros de un ejército de guerra contra los migrantes, que son una expresión de la miseria. Ahora se aplaude. Ayer, el presidente Felipe Calderón “confió” en que los mil 200 efectivos enviados a Arizona respondan a su petición de asegurar la frontera. “Ojalá que la presencia de la Guardia Nacional sea en los términos que convenimos con el presidente [Barack] Obama”, dijo. Sí, ojalá.
Interprétese como quiera. Se dice que por un lado está Fernando Gómez Mont y su gente. Y que por el otro están el dirigente nacional del PAN, César Nava, con los suyos. Y que por esa extraña polarización estamos viendo escenas inéditas. Como la de ayer: el líder del PRD, Jesús Ortega Martínez, en la PGR con Nava, denunciando juntos al Partido Verde y a su presidente, Jorge Emilio González, por injurias y calumnias.
Apunte final: Cien días han pasado y Ciudad Juárez se reporta sin cambios: los mismos asesinatos, la misma impunidad, los mismos excesos. Como dice Carlos Monsiváis: Claro, “Todos somos Juárez”, siempre y cuando no vivas en Ciudad Juárez.
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