• Entre la adversidad blanquiazul y el júbilo tricolor
• El regreso de Emilio
El malo debe ser castigado, mi estimado, por el bien de todos. Explosivo inicio de semana con las afirmaciones de Sor Beatriz, que ha regalado una dosis de seguridad, ánimo, visión y coraje ante el panorama electoral de este año, donde con sobrada confianza y arropada por el reciente nombramiento del nuevo líder de la CNOP, Emilio Gamboa Patrón, advirtió que con la pena pero que las 12 gubernaturas en juego en este proceso electoral de julio próximo, el PRI ganará todo. Carro completo. Para… ¿que aprendan a respetar?
Y como los priistas vienen envalentonados por la reciente victoria en Mérida, Yucatán, my friend, nada como mostrar emoción y simulada unidad en el acto llevado a cabo en Querétaro ante cerca de tres mil asistentes y la plana mayor de mandatarios estatales, donde Gamboa Patrón tomó la estafeta del sector popular pronunciando un discurso que exhortó a la unidad garantizando espacios para todas las voces de su partido.
Chingón.
Lástima que el PRI no se haya comportado como un partido de oposición sino como un partido comparsa de la PANdilla a la hora de joder a los mexicanos. Los tricolores han dejado pasar oportunidades espectaculares en estos últimos meses para demostrar que su interés y agenda es el mismo que preocupa a la ciudadanía, a sus militantes, a sus sectores obrero y popular.
Se ve de poca madre la simpática foto de la alegre y sonriente jauría de Sor Beatriz mostrando ese músculo arropado por frases (y señales de formas que dijeron todo del... fondo) como que en esta racha de victorias ha sido definitiva la recuperación del orgullo priista y la preservación de la unidad, por lo que quienes se fueron ya se están arrepintiendo.
Eso, eso… nada como el júbilo y optimismo de estas animadas lacritas que escucharon a Emilio señalar queha sido una década difícil para el país. Los mexicanos estamos cansados de la simulación, la inexperiencia y la improvisación. Vivimos una etapa de nula visión de Estado. Y faltaría agregarle a las ilustres palabras del estrenado líder cenopista, el hartazgo de millones por tanto cinismo, impunidad y corrupción.
Ingredientes, por ejemplo, que aparecen en el gobierno de Enrique Peña Nieto con el reciente escándalo desatado por la muerte de la pequeña Paulette y la renuncia de Alberto Bazbaz, que ha dejado una sugestiva estela de damnificados, de personajes protegidos y de intocables intereses.
Eso sin mencionar la incongruencia (o perversidad) de las señales enviadas: Bazbaz se fue del cargo porque se supone (although assumptions is the mother of all fuckups) que hay un alto grado de desaprobación en la resolución emitida de que fue un accidente (del colchón) lo que privó de la vida a la pequeñita.
Y se vuelve relevante, mi estimado, porque el encargado del despacho en la PGJEM, Alfredo Castillo, en sus primeras declaraciones revive el tema de Paulette defendiendo lo hecho por el ex procurador, lo que deriva en la ingenua pregunta: ¿si Bazbaz hizo tan bien su trabajo… por qué fue aceptada su renuncia…?
Las formas dicen todo del fondo y este oscuro fondo mexiquense no puede ser lavado con unos cuantos cambios y pirotecnia mediática, que en realidad despliegan una cortina de humo donde atrás se mueven las piezas del tablero en la sucesión choricera. Y el próximo procurador, que debe salir de una terna y ser ratificado por el Congreso local, tiene una titánica labor que pasa, en primer lugar, por el regreso de la credibilidad y la confianza en una institución que… Enrique Peña Nieto mandó al diablo.
Porque pensar que Alberto Bazbaz, un hombre que más allá de sus errores y candidez se caracterizó por su férreo manejo de la institucionalidad, tomó decisiones claves en el caso Paulette sin recibir línea y anuencia del gobernador, es de absoluta risa histérica digna de la casa del Tío Lolo.
Sobre todo ahora que los priistas están emocionadísimos con la adversidad blanquiazul en el poder (del no poder) haciendo cuentas alegres, además de garantizar su formal regreso a Los Pinos en 2012.
Camino, my friend, no sólo lleno de (des)agradables sorpresas, sino de muy peligrosos escenarios…
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