domingo, 30 de mayo de 2010

El “mea culpa” de Servitje


Rodrigo Vera



Trece años después del boicot publicitario del empresario Lorenzo Servitje al Canal 40 por denunciar los abusos sexuales de Marcial Maciel, Miguel Ángel Granados Chapa dedicó su columna “Interés Público” de hace dos semanas a ese tema y la tituló “¿Y don Lorenzo no tendrá nada qué decir?”. Días más tarde, el dueño de la empresa Bimbo, uno de los más generosos patrocinadores de los Legionarios de Cristo, envió una carta al columnista en la que intenta deslindarse de ese episodio. En su descargo, Servitje expone: “Si en aquel entonces hubiera tenido conciencia de esta posibilidad (de apoyar a quienes se atrevieron a denunciar a Maciel), habría buscado, téngalo usted por seguro, otras formas de impedir el escándalo”.



Lorenzo Servitje, dueño de panificadora Bimbo, lamenta hoy el sufrimiento que provocó a las víctimas de Marcial Maciel por haber retirado en 1997 la publicidad de su empresa al Canal 40, debido a que esta televisora trasmitió, en mayo de ese año, un programa en el que se dieron a conocer los abusos sexuales cometidos por el fundador de los Legionarios de Cristo.

Servitje reconoce que su decisión “favoreció a que quedara impune” Marcial Maciel y también al “descrédito de sus víctimas” que lo denunciaron por sus actos de pederastia. “Pero lo que más lamento –agrega– es el impacto que tuvo en la vida de las personas que se atrevieron a denunciar”.

Este sorpresivo mea culpa del empresario lo plasma en una carta que dirige al periodista Miguel Ángel Granados Chapa, en respuesta a su columna Interés Público publicada en este semanario bajo el título “¿Y don Lorenzo no tendrá nada qué decir?” (Proceso 1750).

Fechada el lunes 24 de mayo, dice Servitje en su misiva:

Estimado Sr. Granados Chapa:

Me refiero a su artículo que apareció hace días en la revista Proceso.

En el citado artículo pregunta usted si tengo algo que decir en relación al gravísimo caso de la pederastia del P. Marcial Maciel y a la decisión que en 1997 tomó la empresa, que en ese entonces yo presidía, de cancelar la publicidad de la que se había hablado con el Canal 40, propiedad del Sr. Javier Moreno Valle.

Trataré de responderle. No conocí a Maciel, nunca lo traté y no pretendí defenderlo. Cuando supe que la televisora tenía el proyecto de hacer una transmisión sobre su conducta, ante lo monstruoso de los hechos que se le atribuían, decidí no siguiéramos adelante en los planes publicitarios con el Canal 40. Sin aceptar como verdadero lo planteado, dije que no me parecía que debiera mostrarse la miseria humana con fines comerciales o de morbo. Además debo precisar que no encabecé ningún boicot contra la televisora como consecuencia de mi decisión.

Añadí –y lamento que no se haya recogido– que ante la terrible gravedad de los hechos citados, lo que allí se exponía podía ser o no ser cierto y que lo que procedía era que los afectados denunciaran lo ocurrido ante un tribunal civil y que el fallo del juez decidiera sobre su veracidad.

Lo que no estuvo en mis manos, desgraciadamente, fue el uso que hicieron otros de mi decisión. Fue interpretada como apoyo a la persona de Maciel y como contribución decisiva para el descrédito de sus víctimas. Esto favoreció a que quedara impune. Pero lo que más lamento es el impacto que tuvo en la vida de las personas que se atrevieron a denunciar.

Hoy sé que quienes utilizaron mi decisión para negarles credibilidad les hicieron sufrir a ellas doblemente la humillación y la impotencia del abuso original. Contribuyeron también, al alto precio que pagaron, por ello, las personas que se comprometieron a ayudarlas. Si en aquel entonces hubiera tenido conciencia de esta posibilidad, habría buscado, téngalo usted por seguro, otras formas de impedir el escándalo.

Servitje se despide enviándole “cordiales saludos” a Granados Chapa y remata el escrito con su rúbrica.

De esta manera el empresario respondió al periodista, quien en su columna publicada en Proceso hizo un recuento de “las vicisitudes” por las que tuvo que pasar el Canal 40 al decidir entrevistar a las víctimas de Marcial Maciel.

En esa colaboración Granados Chapa señala que Liébano Sáenz Ortiz, entonces secretario particular del presidente Ernesto Zedillo, intentó evitar la transmisión del programa, pero Javier Moreno Valle, concesionario del 40, no aceptó la censura de Los Pinos. Y además afrontó “el castigo” que le impuso la empresa Bimbo: la cancelación de la publicidad con esa televisora “por muchos millones de pesos, que eran una bendición para un canal que a pesar de sus bajos costos apenas lograba mantenerse a flote”.

Moreno Valle, “acorralado por sus acreedores”, se vio en la necesidad de aliarse con TV Azteca, tratando así de encontrar “el remedio para sus males”. Pero después la empresa de Ricardo Salinas Pliego entró en litigio con Moreno Valle, al regatearle los pagos que se recibían por la comercialización de los espacios televisivos.

TV Azteca, con “la complicidad gubernamental”, consiguió que un juez considerara como accionista a un acreedor prendario. Maniobra jurídica que permitió a Salinas Pliego apoderarse de “un canal ajeno” y “tomar por asalto” a la planta de transmisión del Canal 40, en el Cerro del Chiquihuite, en diciembre de 2002. Granados Chapa señaló en su columna que en esta “virtual quiebra” tuvo mucho que ver “el boicot de anunciantes, a cuya cabeza figuró la empresa fundada por don Lorenzo Servitje”. Y todo porque el empresario no aprobó una programación en la que se denunciaba a Maciel.



La decisión vaticana



El columnista alude a la decisión del Vaticano y del Papa Benedicto XVI de dar la razón a las víctimas de Maciel, quienes durante años lo acusaron de “pederasta, morfinómano, simulador y voraz empresario educativo”.

Y se pregunta:

“¿No será esta la ocasión para que don Lorenzo Servitje, tan escuchado y tan respetado en tan vastos ámbitos, haga en voz alta una reflexión sobre su conducta de entonces? No basta con que la jerarquía condene al pederasta simulador. Es preciso que también los fieles como Servitje, como quienes generaron males creyendo que practicaban el bien, revisen su conciencia.”

Granados Chapa señala también que Servitje –quien “propaga su propia idea de moralidad y busca hacerla practicar por quienes quedan subyugados por el poder económico de sus empresas”– debe hoy “valorar” lo que hizo hace 13 años y “comunicar a todos el resultado de su cavilación”.

El autor de Interés Público no es el único que, con la reciente condena vaticana a Maciel, le ha echado en cara su error a Lorenzo Servitje. Lo hizo también el propio Moreno Valle, mediante una carta enviada al empresario el pasado 5 de marzo desde Houston, Texas, donde hoy reside.

En su misiva, dada a conocer por Milenio diario cuatro días después, Moreno Valle dice a Servitje que fueron “válidos” los motivos que lo llevaron a transmitir su reportaje televisivo. En cambio, el tiempo ha dejado sin argumentos a los “encubridores” y “protectores” de Maciel:

Muy estimado don Lorenzo: A raíz de que se han hecho públicos los últimos descubrimientos sobre la vida privada del fundador de los Legionarios de Cristo, recordé lo que ocurrió hace cerca de 13 años y lo que aprendí después de esos acontecimientos.

Al paso del tiempo puedo decirle que en aquel entonces, mis motivos para transmitir ese reportaje (que revelaba hechos muy graves sobre la conducta del sacerdote) eran tan válidos como hoy lo prueban los hechos que conocemos. Se trataba de algo muy simple: develar una historia de abusos sexuales y de autoridad de un personaje poderoso y su encubrimiento durante muchos años, lo cual permitió que siguiera actuando con impunidad, agravando con ello la pena de sus víctimas.

Mi decisión tuvo consecuencias inmediatas y de largo plazo, casi todas previsibles. Con sosiego he observado lo que ha venido ocurriendo. Primero, cuando por inevitable, el Vaticano hizo público que estudiaba el caso que durante años había ocultado; después, lo que siguió hasta la muerte del personaje y, por fin, las revelaciones que han desnudado de argumentos a sus encubridores, protectores y protegidos y han culminado con el fin del mito.



Los cómplices



En su libro La prodigiosa aventura de los Legionarios de Cristo, el escritor Alfonso Torres Robles señala a la familia Servitje –así como a la familia de Garza Sada, principal accionista del Grupo Alfa, y a Plácido Arango, fundador de las cadenas comerciales Vips y Aurrerá– como “los primeros de una larga lista de bienhechores con que cuentan los Legionarios de Cristo entre la crema de la burguesía mexicana”.

Y sostiene que la poderosa familia Azcárraga, propietaria de Televisa, mantuvo una estrecha relación con Maciel desde fines de los cuarenta, cuando el sacerdote se hizo amigo de Emilio Azcárraga Vidaurreta, patriarca de la familia. Después sostuvo amistad con su hijo, El Tigre Azcárraga Milmo. Los oficios religiosos durante el funeral de éste, realizados en la Basílica de Guadalupe en abril de 1997, fueron presididos por Maciel. La buena relación continuó con el joven Azcárraga Jean, formado en el Instituto Cumbres, perteneciente a los Legionarios.

Siempre se ha mencionado al regiomontano Alfonso Romo –quien actualmente incursiona en el campo de la agrobiotecnología– como uno de los principales empresarios que se sumaron al boicot encabezado por Servitje.

También han trascendido las presiones de Carlos Ruiz Sacristán, quien entonces era secretario de Comunicaciones y Transportes (SCT). Éste le dijo a Moreno Valle: “Los medios de comunicación no deben servir para difamar. Sé que estás preparando algo sobre el padre Maciel, y no debe salir al aire. Difamar significa difundir algo que afecte a una persona, aunque sea verdad”.

Tiempo después, Javier Lozano Alarcón, entonces subsecretario de la SCT y actual secretario del Trabajo, llamó a Moreno Valle para comunicarle, en tono amenazador, que acababan de solicitarle todo el expediente del Canal 40 para revisarlo a fondo.

La única explicación dada entonces por Servitje –en el marco de una reunión realizada en el Instituto Tecnológico Autónomo de México– fue que “no se debe dar publicidad a la miseria humana. El objetivo del programa no parecía reivindicar la causa de los ofendidos, respondía al morbo de la gente”.

Lo cierto es que el bloqueo al Canal 40 no es la única vez en que Servitje ha participado en actos de censura; a mediados de 2005, por ejemplo, su empresa Bimbo participó en una fuerte embestida clerical para frenar una campaña de spots radiofónicos contra la homofobia, patrocinados por Censida. A Bimbo y a la jerarquía católica les preocupaba que dicha campaña diera pie para legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo (Proceso 1498).

Desde la década de los cincuenta, don Lorenzo ha participado en organizaciones empresariales ligadas al clero, como la Unión de Empresarios Católicos (Udec) y la Unión Social de Empresarios Mexicanos (USEM), surgida para hacer frente al marxismo y a las doctrinas “socializantes”, y de la que fue presidente nacional en 1966.

En los últimos años, el devoto empresario ha dado impulso a la organización A Favor de lo Mejor, encargada de censurar los contenidos en los medios de comunicación. Fue además presidente del Consejo Nacional de la Publicidad, cuyo líder espiritual, se decía, era precisamente Marcial Maciel.

Sobre sí mismo, ha dicho Servitje:

“Soy católico y lo considero la gran felicidad de mi vida, me da paz y esperanza… mi convicción siempre ha sido estar unido a Cristo, y llevar una inspiradora vida cristiana que me permita dar a otros y aplicar una política de mayor justicia social en la empresa. ¿Para qué estamos aquí si no es para tratar de mejorar el mundo en el que vivimos?”.

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