Lydia Cacho
Plan B
01 de abril de 2010
Parecía una burla, y no fue sino hasta que una buena cantidad de lectores me preguntaron en el blog qué pensaba al respecto, que leí con calma la opinión de la policía y los mensajes que comenzaron a circular por las redes sociales para advertir a las mujeres evitar vestuarios “provocadores”. Resulta que la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal explicó que las violaciones sexuales aumentaron en la temporada de calor porque “las mujeres utilizan ropa más ligera y eso despierta la libido de los hombres”. Esta es una hipótesis que se desarrolló en la década de los sesenta cuando todavía no había estudios bien sistematizados y documentados sobre las razones y motivaciones que llevan a un hombre a violar a una mujer. Pero atreverse a decirlo en pleno 2010…ya ni la burla perdona la PGJE.
Si yo fuera hombre me sentiría profundamente insultado ante estas estadísticas que siguen retratando a los varones como animalillos incapaces de controlar sus impulsos sexuales. Si la brillante hipótesis de la procuraduría fuera medianamente cierta los hombres violarían más a las mujeres en las playas porque llevan bikinis, o en zonas tropicales. Al igual que los argumentos de jueces y policías de que los hombres violan o golpean a su pareja porque se emborrachan, esta declaración no solamente es producto de la ignorancia y confunde a la gente, además da calidad de atenuante a esos delitos.
No existe una correlación directa entre el vestuario de la mujer y las razones para que un agresor decida atacarla. Hay, si, estudios reconocidos como los del Doctor Miguel Lorente Acosta que demuestran que los violadores eligen, por ejemplo, beber copiosamente y ver pornografía, lo cual eventualmente les inspira para salir a buscar a alguna mujer con la cuál tener sexo. Puede intentarlo y ante una negativa atacarla, o de plano buscar específicamente a un tipo de víctima en un lugar específico. Lo mismo sucede con la violencia, beben o se drogan para “calmarse los nervios” pero lo que hacen es buscar argumentos para “perder el control”.
La violencia sexual es un acto voluntario, no una respuesta inconsciente producto de la química cerebral combinada con el vestuario de la víctima. Decir eso es tanto como culpabilizar a las mujeres y absolver al victimario. La prueba está allí, millones de hombres caminan entre, con y hacia mujeres a las que jamás violarían, o se emborrachan y no agreden a nadie. Los hombres no son animales, son individuos que piensan, deciden, eligen y actúan en consecuencia. Unos cuantos eligen ser delincuentes, los demás no.
Plan B
01 de abril de 2010
Parecía una burla, y no fue sino hasta que una buena cantidad de lectores me preguntaron en el blog qué pensaba al respecto, que leí con calma la opinión de la policía y los mensajes que comenzaron a circular por las redes sociales para advertir a las mujeres evitar vestuarios “provocadores”. Resulta que la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal explicó que las violaciones sexuales aumentaron en la temporada de calor porque “las mujeres utilizan ropa más ligera y eso despierta la libido de los hombres”. Esta es una hipótesis que se desarrolló en la década de los sesenta cuando todavía no había estudios bien sistematizados y documentados sobre las razones y motivaciones que llevan a un hombre a violar a una mujer. Pero atreverse a decirlo en pleno 2010…ya ni la burla perdona la PGJE.
Si yo fuera hombre me sentiría profundamente insultado ante estas estadísticas que siguen retratando a los varones como animalillos incapaces de controlar sus impulsos sexuales. Si la brillante hipótesis de la procuraduría fuera medianamente cierta los hombres violarían más a las mujeres en las playas porque llevan bikinis, o en zonas tropicales. Al igual que los argumentos de jueces y policías de que los hombres violan o golpean a su pareja porque se emborrachan, esta declaración no solamente es producto de la ignorancia y confunde a la gente, además da calidad de atenuante a esos delitos.
No existe una correlación directa entre el vestuario de la mujer y las razones para que un agresor decida atacarla. Hay, si, estudios reconocidos como los del Doctor Miguel Lorente Acosta que demuestran que los violadores eligen, por ejemplo, beber copiosamente y ver pornografía, lo cual eventualmente les inspira para salir a buscar a alguna mujer con la cuál tener sexo. Puede intentarlo y ante una negativa atacarla, o de plano buscar específicamente a un tipo de víctima en un lugar específico. Lo mismo sucede con la violencia, beben o se drogan para “calmarse los nervios” pero lo que hacen es buscar argumentos para “perder el control”.
La violencia sexual es un acto voluntario, no una respuesta inconsciente producto de la química cerebral combinada con el vestuario de la víctima. Decir eso es tanto como culpabilizar a las mujeres y absolver al victimario. La prueba está allí, millones de hombres caminan entre, con y hacia mujeres a las que jamás violarían, o se emborrachan y no agreden a nadie. Los hombres no son animales, son individuos que piensan, deciden, eligen y actúan en consecuencia. Unos cuantos eligen ser delincuentes, los demás no.
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