Rosario Ibarra
11 de febrero de 2010
2010-02-11
Cayeron en mis manos por azar. Eran tan sólo las páginas de un diario norteño de mediados de enero de este malhadado año que presume de ser símbolo de un bicentenario y de un centenario, de gestas gloriosas para la patria, por las luchas libertarias que se llevaron a cabo —claro— en 1810 y 1910. Los pobres trozos del periódico, un poco arrugados y maltrechos, abandonados por inservibles, para mí no resultaron de manera alguna inútiles, ya que su ajada textura resultó un suave embalaje para un diminuto joyero que recibí de regalo en Navidad. Bello pero para mí tan sólo regalo para la vista, porque no poseo alhaja alguna que guardar en él y decidí traerlo al DF para engalanar mi modesta sala.
Estaba a punto de arrugar aquellas hojas, para envolver la bella pieza, cuando vi el encabezado de un artículo, al parecer copiado de The New York Times... “AL INTERIOR DE LA MENTE DEL TERRORISTA”. No se distinguían bien las letras del documento, sólo el encabezado y los dibujos que eran unos “pasamontañas” parecidos a los que usan hoy aquí, los soldados, los marinos y los policías.
Entre lo poco que pude leer se destacaba el origen de los “terroristas”: grupos como el Ejército Republicano Irlandés, Al-Qaeda y los bombarderos suicidas, que carecían de “interrogantes morales”, ya que opinan —dice el artículo— que sienten y piensan “que el uso de la violencia contra el enemigo, no es inmoral”... aunque aceptan “límites personales”, ya que “algunos terroristas que aceptaron asesinar a soldados fuera de servicio aborrecían la matanza de animales”.
Estuve en busca del ejemplar completo del diario, porque no quise juzgar el escrito por palabras aisladas, aún no lo tengo, pero sí puedo afirmar que hay quienes en el poderoso país del norte “ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”, porque cómo no calificar de hechos terroristas las incontables guerras contra pueblos de países lejanos y la siembra de miles de tumbas de jóvenes norteamericanos que han caído a lo largo de muchísimos años, engañados con el señuelo de que van a “defender la democracia y la libertad”.
Y los de este empobrecido y maltratado país, los malos gobernantes y sus secuaces, ¿No merecen también que se califique su actuación como terrorismo de Estado? Que se atrevan a protestar, aunque sólo recordemos algunos crímenes, como el asesinato de Rubén Jaramillo, el 2 de octubre de 1968, el 10 de junio de 1971, las desapariciones forzadas de cientos de campesinos, trabajadores, maestros y estudiantes, hombres y mujeres, desde 1969 hasta los 80, en la terrible época del priísmo... y más tarde, las jóvenes asesinadas en Juárez y en el pésimamente llamado “gobierno del cambio” los desaparecidos en el sexenio de Fox y a últimas fechas, la grosería del ilegal gobierno actual, de llamar levantones a los secuestros de ciudadanos y de endilgarle el delito al “crimen organizado” para lavarse sus cochambrosas manos y el descaro y la falta de conmiseración hacia los familiares de los niños muertos en la guardería en Sonora y también el desparpajo punto menos que idiota de quien opinó que los jóvenes víctimas de la masacre en Juárez, eran “pandilleros”...
En estas modestas líneas hay huecos enormes que se han venido a mi mente al ver, también en un periódico norteño que llegó a mis manos temprano el día de hoy, una fotografía en la que se muestra “una guardia de honor ante el féretro del ex senador Luis Colosio Fernández”, padre del asesinado ex candidato presidencial Luis Donaldo Colosio.
En ella puede verse, entre otras personas, a un envejecido Luis Echeverría, el otrora poderoso y autoritario gobernante responsable de los hechos violentos llevados a cabo durante su paso por la Presidencia, en violación al mandato constitucional y en absoluta falta de respeto a los derechos humanos de quienes fueron sus víctimas, ensuciando a la llamadas Fuerzas Armadas que cumplían las órdenes de crímenes, de los cuales este siniestro personaje ha salido impune, lo mismo que algunos de los torturadores que llevaban a los cautivos a campos militares y a la ilegal Dirección Federal de Seguridad.
¿No es esto “terrorismo de Estado”?
Dirigente del comité ¡Eureka!
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