martes, 12 de enero de 2010
Suicidio y narco, “opciones” de jóvenes por el fracaso educativo
El Estado abdicó de su responsabilidad de brindar elementos para el desarrollo: expertos
En 2008 al menos 349 mil 987, de entre 12 y 29 años, intentaron quitarse la vida
Karina Avilés/II y última
Periódico La Jornada
Martes 12 de enero de 2010, p. 33
Para muchos jóvenes la educación no tiene sentido, pues no les garantiza acceder a mínimos de bienestar. Siete millones de ellos, conocidos como ninis porque “ni estudian ni trabajan”, son blanco potencial de la ilegalidad. Ante ese panorama, se ha gestado entre la juventud un fenómeno de desesperanza y frustración, pero también de malestar social, que de acuerdo con expertos ya deja sentir sus efectos.
La directora del Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve), Priscila Vera, expresa que la falta de certidumbre sobre el futuro se ha traducido en deserción escolar, depresión y angustia. Inclusive, resalta, se vincula con la problemática del suicidio.
De hecho, el estudio Suicidio en jóvenes: hallazgos básicos, ENA 08, advierte que existe una “fuerte asociación entre la situación del desempleo y la falta de estudios con la conducta suicida no sólo en jóvenes, pero éstos resultan ser los más expuestos a la problemática suicida”.
Según el análisis, realizado por los especialistas Christiane Queda, Sergio Ramos, Ricardo Orozco, Ghilherme Borges, Jorge Villatoro y María Elena Medina Mora –esta última directora del Instituto Nacional de Siquiatría Ramón de la Fuente Muñiz–, 349 mil 987 jóvenes de entre 12 y 29 años intentaron suicidarse en 2008; casi la mitad de ellos habían cursado la secundaria. De dicha cifra, siete de cada 10 estaban sin trabajo.
La investigación resalta que seis de cada 10 que planearon suicidarse no estudiaban, principalmente los que tienen entre 18 y 29 años, y nueve de cada 10 de entre 18 y 24 años no trabajaban. La mayoría tenía escolaridad máxima de secundaria; en segundo lugar, bachillerato. En el país, cerca de 3 millones 321 mil 762 jóvenes de entre 12 y 29 años manifestaron tener al menos una idea suicida. Fue el estado de México donde se reportó el mayor número de personas con ese problema.
El especialista en jóvenes Alfredo Nateras apunta que el Estado y sus instituciones ya no dicen nada a los adolescentes, y no median en los conflictos y las tensiones sociales porque han abdicado de su responsabilidad de satisfacer los elementos básicos para el desarrollo. Así, la mayoría de ese sector de la población tiene cancelada la posibilidad de acceder a vivienda, al proyecto de vivir en pareja, a recreación, salud y educación.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en el país hay 2.4 millones de jóvenes en edad de cursar el bachillerato pero no lo hacen, y 7.5 millones no siguen estudios profesionales. Datos de la Subsecretaría de Educación Superior establecen que en 2009 egresaron 430 mil, de los cuales 14 por ciento, esto es, más de 60 mil, están sin empleo.
En el nivel medio superior, subraya por su parte el subsecretario del ramo Miguel Székely, hay 900 mil egresados al año, de los cuales sólo 50 por ciento continúan la enseñanza superior. Otro 25 por ciento ingresan al mercado laboral, y el restante 25 por ciento no estudian ni trabajan.
Frente a ello, dice Aurora Loyo Brambila, del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, las perspectivas de los jóvenes han cambiado necesariamente. Muchos “saben que van a vivir con precariedad, que no van a tener empleo fijo, una fuente de trabajo con garantías sociales y, por ello, estabilidad y recursos para acceder a ciertos satisfactores”, añade.
El ingreso mensual promedio de quienes terminaron la primaria y tienen entre 18 y 25 años es de 3 mil 314 pesos, y de quienes concluyeron la secundaria es de 3 mil 559. Para los que cuentan con bachillerato la diferencia no es tan grande, ya que su sueldo promedio asciende a 3 mil 975 pesos al mes, mientras quienes concluyeron estudios superiores ganan 6 mil 693, según estadísticas de la Subsecretaría de Educación Media Superior.
“Ya no sabes ni para qué estudiaste”
Por momentos, confiesa Carlos González, egresado de la carrera de comunicación y periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón, “ya no sabes ni para qué estudiaste”. El joven, de 24 años, ha vivido un vía crucis desde que concluyó sus estudios, en 2007, y ha tratado infructuosamente de obtener un empleo.
Ha recurrido a casi todo: una empresa de publicidad recién creada, donde el trabajo era vender a comisión discos de software; otra labor era concertar citas por teléfono para ofertar financiamientos para inmuebles; ferias del empleo, donde “ni atención te ponen”. Inclusive, fue a algo parecido “a un centro social de Únete a los Optimistas, donde había cubículos para cantar. Cuando llegas te dicen que compres productos, en este caso mil pesos en cremas, para que luego ganes mucho dinero”.
Sin embargo, la meta de Carlos González es ser locutor de radio. Considera que “quizá en provincia habría más oportunidad”, por lo que estaría dispuesto a irse de la capital del país en busca del empleo deseado.
Misael Granillo, alumno del segundo semestre de la carrera de mercadotecnia del Unitec, opina: “el estudio es simplemente para tener un documento que te avale, porque tengo la idea de que no voy a ejercer lo que aprendí en la licenciatura”.
Él debe trabajar para pagar su educación, y se ha presentado a entrevistas para laborar de vendedor de pisos, asistente, secretario particular, “cajero bancario” y asesor de Afore. Luego de que quedó sin trabajo un año y sin ningún horizonte, decidió iniciar un proyecto productivo para autoemplearse.
Ante esa falta de sentido en los aspectos educativo, laboral y de proyecto de vida, advierte Alfredo Nateras, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, para muchos jóvenes ha resultado más atractivo “acercarse a los terrenos de lo no legal y de la paralegalidad”.
De ahí que cuando a algunos se pregunta qué quieren ser, responden: “narco”. La causa es que el crimen organizado “cumple funciones sociales y simbólicas que el Estado no ofrece, como dar empleo, arreglar una escuela o hacerse cargo de la educación de jóvenes que coopta para que sirvan a sus intereses”.
Desde la perspectiva empresarial, el desempleo entre los jóvenes es visto con “terror”, porque “el adolescente es fogoso, irreflexivo y protesta”, señala Hugo Ítalo Morales, asesor laboral de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación.
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