Se logró conciliar en un punto medio la definición sobre línea política, en la que, al no prohibirlas expresamente, se dejó abierta una rendija a las alianzas electorales con los priistas y los panistas
Lun, 07/12/2009 - 04:55
El mandatario capitalino no se salvó del fuego amigo. Foto: Sara Escobar Oaxtepec, Morelos.- La llegada de Marcelo Ebrard y de Amalia García despejó el sopor que imperaba el último día de trabajos del 12 Congreso Nacional del PRD. Surgieron entonces gritos de apoyo al jefe de Gobierno capitalino, se oyeron otros tímidos de los amalistas, pero al final la gran carpa para más de mil 300 congresistas se inundó con el grito de: “¡Obrador!, ¡Obrador!”
El avance que el PRD dio hacia la reunificación de sus grupos internos tuvo un tropiezo con la confrontación de simpatías perredistas hacia sus aspirantes presidenciales.
El cónclave perredista concluyó con un acuerdo de renovación del pacto de convivencia interna, que aterrizó en una posición intermedia entre los extremos que habían causado la mayor crisis en la historia de ese partido.
La clausura del Congreso del PRD había salido bien librada de la fractura interna al conciliar en un punto medio la definición sobre línea política, en la que, al no prohibirlas expresamente, dejó abierta una rendija a las alianzas electorales con PRI y PAN; se cimbró con la llegada de Ebrard, quien despertó los ánimos de los congresistas.
Escoltado por algunos de sus colaboradores que a la vez son integrantes del congreso perredista, Ebrard caminó por el pasillo que dividía las filas, desde donde provenían las consignas de apoyo, pero conforme se acercó al presidio, el respaldo se volcó hacia Andrés Manuel López Obrador.
Pero Ebrard no sólo tuvo que enfrentarse a un auditorio donde el apoyo no le favorecía mayoritariamente, sino que también fue víctima del fuego amigo.
Cuando tomó el micrófono para dirigir un mensaje de unidad en la clausura del congreso, un grupo de por lo menos 30 integrantes de Izquierda Unida, la corriente que encabeza su secretario de Desarrollo Social, Martí Batres, sacó las únicas pancartas que figuraron a lo largo de los cuatro días de sesión en las que demandan la elección universal para elegir candidatos a puestos de elección popular.
Sin la presencia del integrante del gabinete de Ebrard, pero sí de su hermana Lenia Batres y del dirigente de la corriente, David Cervantes, el grupo no bajó las pancartas durante el mensaje del mandatario capitalino.
Este grupo aprovechó el discurso de Ebrard, momento cumbre en la clausura del congreso, para evidenciar su molestia. Y aunque el PRD no canceló el método de elección universal abierta a la ciudadanía para elegir candidatos, como a jefe de Gobierno, sí abrió el abanico al permitir que 60 por ciento de los consejos estatales determinen otro procedimiento de selección.
Los cambios avalados por el congreso fueron pasos significativos en términos de unidad interna, destacó el líder nacional del PRD, Jesús Ortega, quien rechazó ambigüedades en la línea política, aunque no exista la prohibición expresa de hacer alianzas con PRI y PAN.
Aseguró que la reforma organizativa que territorializa a su partido en las 65 mil secciones electorales del país, desde donde habrán de afiliarse y reafiliarse los militantes, es estratégica.
- Claves
Padierna
• Tanto Jesús Ortega como el senador Carlos Navarrete y Dolores Padierna, dirigente de Izquierda Democrática Nacional, coincidieron en que el Congreso perredista significó el paso hacia la reunificación y dejó atrás la posibilidad de fractura interna.
• Padierna dijo que para posicionar a su partido de cara a las elecciones locales que enfrentará los dos años próximos, “tuvimos que dar un ejemplo de unidad interna para cohesionar al partido y tener la herramienta que nos permita competir en los comicios.
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