Por Álvaro Delgado
Es un hecho: La mayoría panista-priista de senadores que ratificó como procurador general de la República a un sujeto identificado como encubridor de criminales, Arturo Chávez Chávez, hará lo mismo con Sigrid Arzt y María Elena Pérez para terminar de derrumbar el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI).
Se trata de una fatalidad no sólo en su significado de inevitable, sino de desgracia social: El IFAI nació, en 2003, como resultado de una exigencia ciudadana de crear mecanismos para la rendición de cuentas, mediante el acceso a la información en poder del gobierno federal, que la había conculcado hasta entonces.
Pero ya desde que se discutía la creación del IFAI en el 2002, en el marco de la confección de la Ley Federal de Acceso a la Información Pública Gubernamental, se identificó a uno de los principales opositores a la apertura informativa: El coordinador de los diputados federales del PAN, que era nada menos que Felipe Calderón.
La labor de zapa que ha hecho Calderón en el IFAI está documentada desde entonces --y publicada en Proceso--, y ahora se corona con sus propuestas al Senado para reemplazar a Alonso Gómez-Robledo Verduzco y a Juan Pablo Guerrero Amparán, este último, sin duda, el más consistente comisionado para garantizar el derecho de los mexicanos a saber.
No extraña que Calderón envíe al IFAI a Arzt y a Pérez, ambas de trayectoria y desempeño opuesto a la transparencia y a la rendición de cuentas, cualidades que deberían ser inobjetables para quienes deben ser custodios de la garantía constitucional --¡constitucional!-- a saber.
Arzt encaja en la propagandística obsesión oficial de la "guerra" contra el crimen organizado: Secretaria técnica del Consejo de Seguridad Nacional, de la que fue despedida por inepta, era la única de la alta burocracia de ese ámbito que prohibió que se hiciera pública su fotografía, porque temía por su seguridad.
Más que la anécdota en sí, lo que se revela es la proclividad de esa mujer al ocultamiento de información en ese ámbito, entre ella los abusos y violaciones a los derechos humanos de la Policía Federal y el Ejército, algo que el propio Calderón ha tratado de ocultar a través del IFAI, cuyo único comisionado que se oponía era Guerrero Amparán.
En marzo de este año, en este espacio me ocupé de este afán de Calderón, quien, con la engañifa de la seguridad nacional, envió al Congreso una iniciativa de reforma legal para que jamás se pueda conocer el contenido de las averiguaciones previas, aun cuando ya estén cerradas.
Tal y como lo denunció públicamente el comisionado Guerrero, el gobierno de Calderón impone una política de cerrazón semejante a la de George W. Bush en Estados Unidos, a raíz del ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001.
"¿Qué ganó Bush con eso? Nada sustancial. La cerrazón no fortaleció sus esquemas de seguridad. Prueba de ello es que su sucesor, Barack Obama, decidió abrir los archivos en cuanto entró a la Casa Blanca. La transparencia no merma la seguridad nacional."
Pero la cerrazón de Calderón puede acreditarse también cuantitativamente. El rechazo a solicitudes de información se ha disparado: En 2007, su primer año de gestión, 4 mil 222 solicitudes ciudadanas no tuvieron respuesta, pero para el 2008 la cifra se duplicó: 8 mil 208.
Por eso Calderón propone, también como comisionada, a María Elena Pérez Zermeño, una mujer harto conocida en el mundillo priísta como publirrelacionista y que, repentinamente, se transformó en experta en acceso a la información y en combativa activista en defensa de este derecho.
Allegada a Elba Esther Gordillo y a sus amanuenses en la prensa, a menudo afines a Calderón, Pérez engatusó a Ernesto Villanueva, uno de los autores de la Ley Federal de Transparencia, para que se volviera su impulsor a la Comisión de Transparencia del Distrito Federal, y lo logró.
Astuta, se volvió heroína del PAN y de toda la derecha al enfrentarse con Andrés Manuel López Obrador, no en una defensa auténtica del derecho de los capitalinos a someter a escrutinio a su gobierno, sino en realidad a defender sus jugosos emolumentos de que disfrutó como comisionada ciudadana, cargo que ostentó hasta julio de este año.
Pero esta mujer ni siquiera se llama como dice llamarse. Se presenta como María Elena Pérez-Jaen Zermeño --así ha cobrado como alta burócrata en el Distrito Federal y así se propone hacerlo en el IFAI--, pero en realidad se llama María Elena Pérez Zermeño.
Fue la revista que dirige Villanueva, Transparencia y Corrupción, la que exhibió el nombre de paja de Pérez, quien por ello inclusive enfrenta, en el ámbito penal, una denuncia por la probable comisión de los delitos de colusión de servidores públicos, uso indebido de documentación oficial y usurpación de funciones, y en el ámbito administrativo se cuestiona su probidad y honradez.
Para sostener que se llama como dice llamarse, Pérez no exhibe la constancia de un juicio para cambiar su nombre, sino sólo un acta notarial de uno de sus afectos, el exprocurador Ignacio Morales Lechuga.
Arzt, quien se inscribe netamente en la facción de Calderón, cuenta con todo el apoyo de los senadores del PAN, y Pérez, más bien de establo priista, es muy amiga de Manlio Fabio Beltrones, coordinador priista.
Así, en el dando y dando de la mercadería política, la expresión más grotesca de la involución en curso, las dos quedarán firmes al no ser objetadas en el plazo de un mes y, en un caso semejante al de Chávez Chávez, se dará cumplimiento al adagio de que a los santos los santifican, a los beatos los beatifican y a las ratas las ratifican…
Apuntes
En este espacio se anticipó que Demetrio Sodi y Carlos Orvañanos quedarían impunes y se quedarían con las delegaciones Miguel Hidalgo y Cuajimalpa. No se requiere ser pitoniso, sino sólo tener sentido común y apreciar lo evidente: La corrupción inaudita de instituciones como el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), cuyos magistrados de la Sala Superior prefirieron no sumar otra raya al tigre y dejaron el trabajo sucio a los de la Sala Regional. Pero se sentó un precedente terrible con la resolución de Sodi: Al no contabilizarse como propaganda la "entrevista" transmitida durante el partido de futbol Puebla-Pumas, el 23 de mayo –con lo cual no se rebasa el tope de campaña--, el TEPJF abrió la puerta para que partidos y candidatos gasten lo que sea sin posibilidad de sanción… Por cierto, Sodi fue uno de los más feroces detractores de la construcción de los segundos pisos del Periférico en la Ciudad de México, y hoy guarda silencio ante la obra análoga en el Estado de México, como lo hace también la jauría que imitó a este saltibanqui que no tarda en irse al Partido Verde. Está en su naturaleza...
Comentarios: delgado@proceso.com.mx
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