Lo malo de declarar una guerra, como lo hizo el presidente Felipe Calderón el 2 de diciembre de 2006, es que los aludidos ya se la creyeron. Ahora quieren trato de “ejército regular”, como lo demandaría una fuerza militar ante la Convención de Ginebra. Qué tanto preocuparía el mensaje de Servando Gómez, líder de La Familia (quien exigió ayer una “guerra limpia” y respetuosa de los derechos humanos, faltaba más), que el titular de Gobernación salió a hablar a los mexicanos, comunicado en mano: “Por más que pretendan enmascarar con todo tipo de explicaciones sus acciones, estos grupos extorsionan, amenazan, secuestran, torturan y asesinan sin escrúpulos, lo mismo a ciudadanos que agentes del orden”, dijo Fernando Gómez Mont. El otro Gómez, el criminal, había lanzado un mensaje de Robin Hood que pudo generar simpatías entre los despistados. Fue necesario minimizarlo: “En esta lucha, el gobierno federal cuenta con el respaldo de la sociedad y de la ley para enfrentar a quienes son los verdaderos enemigos”, respondió el secretario.
Con responsabilidad, se debe decir que ayer los mexicanos fuimos testigos de una amenaza velada de parte Servando Gómez, “La Tuta”. Cuando pidió respeto para los hijos de “sus muchachos” y los propios, dejó en el aire la posibilidad de una represalia. Cuidado.
Hoy se registra César Nava para contender por la presidencia del PAN. Pero esa no es la nota. Como le decíamos ayer, los precandidatos que no son afines a las decisiones de Los Pinos razonan si se registran o no. Y mientras deciden qué hacer, dato curioso, anoche se filtró que ya se habían convencido de no participar. Cuidado, que puede haber sorpresas; eso nos dijeron ya entrada la noche de ayer miércoles. “El presidente Felipe Calderón aplicó la aplanadora. Ya se le metió en la cabeza que debe nombrar al nuevo dirigente y nadie lo sacará de ésa, aunque tenga un costo”, nos dijo una fuente. Aun así, los precandidatos no oficiales pueden llegar a acuerdos que sorprendan. Pero no se han retirado. Y no es que Nava sea malo para su partido. Lo que cuestionan los panistas no alineados es el método por el que llegará. Se pidió un periodo de reflexión y no lo dieron; la renuncia del Comité Ejecutivo Nacional en pleno, y tampoco sucedió; un plazo mayor a los 30 días para elegir al líder, y no; un periodo de reflexión para analizar la derrota: mucho menos... porque la derrota es lo último que los calderonistas quieren recordar. Prefieren los triunfos, nos dicen: aun cuando implique aplastar a los demás.
Apunte final: “Acaba de terminar un proceso político; desgraciadamente, para mala fortuna del ciudadano Presidente de la República, pues no se le dieron las cosas, ¿verdad?” Lecciones de política de Servando Gómez, “La Tuta”. Las cosas que estamos presenciando, caray.
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