De risa, el relevo en la dirigencia panista
Carlos Fernández-Vega
Ya lo dijo el siempre claridoso amigo de su amigo: que en el primer bienio del calderonato 6 millones de mexicanos ingresaran a las por sí gruesas filas del ejército de pobres, no es más que un bache”; que en ese mismo periodo, por día de estadía felipista en Los Pinos empobrecieran 8 mil 200 paisanos es sinónimo de que “no tenemos elementos que indiquen que haya un riesgo de problema social”; y, en fin, que casi 51 millones de pobres al cierre de 2008 lo único que confirman es que “vamos por buen camino”. En resumidas cuentas, es la misma versión del “catarrito” económico, pero ahora aplicada al sector social.
Entre su cinismo e ineficiencia, los del círculo íntimo todavía se dan tiempo para reírse por el acelerado deterioro de la calidad de vida de los mexicanos, como en el caso de Ernesto Cordero Arroyo, secretario de Desarrollo Social de su amigo, quien de plano se aventó la puntada de asegurar que “no es un reflejo de la realidad” el resultado del análisis realizado por el Coneval sobre la pobreza en el primer bienio del calderonato, y basado en los resultados de la Encuesta Nacional Ingreso-Gasto de los Hogares (ENIGH) 2008, levantada por el INEGI.
El “bache”, según Cordero”, adquiere proporciones de cráter cuando se sabe que en tan sólo dos años “sin crisis” –de acuerdo con la versión calderonista–5.7 por ciento de los mexicanos pasó a formar parte, ya oficialmente, del ejército de pobres. Si para ellos lo anterior indica que no hay “un riesgo de problema social” y que el gobierno del Felipillo va “por buen camino”, entonces habrá que preguntarles qué entienden por riesgo y qué por “mal camino”.
En un bienio, 6 millones adicionales de pobres. Si ese fue el resultado “positivo” con un “crecimiento” anual promedio de 2.25 por ciento en 2007-2008, entonces ¿qué consecuencia, en ese mismo sentido, tendrá el desplome de 7-8 por ciento en la economía nacional en 2009? Es de suponer que algo un poco más profundo que un “bache”.
Para el titular de la Sedeso la superación de la pobreza es sencilla: “depende de la generación de empleo y no de la política social, ya que ésta es para brindar oportunidades a los mexicanos más pobres”. Así de fácil, aunque de inmediato surge la duda: ¿qué no fue exactamente eso lo que en campaña prometió su amigo Felipe, es decir, generar empleo formal “para vivir mejor”, brindar oportunidades y superar la pobreza? Ah, pero es que aquí también se reporta un “bache”: en dos años de estadía en Los Pinos, la generación de empleo, en términos netos, ha sido nula.
Entonces, “fueron los precios de los alimentos que crecieron mucho”, explica el amigo del amigo. Cómo no recordar el cierre de 2006, y los arranques de 2007 y 2008 con brutales escaladas de precios: leche popular, tortilla, maíz, frijol, pan, harina, aceite, frutas, verduras, carne, pollo, huevo, gas, electricidad, gasolina, transporte, educación, tarifas en general, cigarros, refrescos y lo que se cruzara en el camino, al tiempo que se reforzó la política de topes salariales nunca mayores al crecimiento inflacionario oficial y aumentaron impuestos. Bien, pero ¿qué no fue el propio Cordero Arroyo quien, a punto de estrenar puesto en enero de 2008, aseguraba que “no existe un riesgo de espiral inflacionaria en el país”? y ¿no fue su amigo Calderón el que puso en marcha un pomposo cuan ineficiente programa “para proteger la economía de las familias mexicanas, en especial las más pobres, frente al alza internacional en el precio de los alimentos”? Si no fue nada de eso, entonces el culpable debe ser el sereno, dirán los “expertos”, pero el hecho es que 6 millones de mexicanos se sumaron al ejército de pobres en tan sólo un bienio.
Y mientras a Cordero se le agotaban las cartas para culpar a alguien por el veloz aumento de la pobreza en tiempos “sin crisis”, su amigo Felipe pregonaba que “hemos desplegado todos nuestros recursos para proteger la economía”, la misma que ya habían “blindado”, “fortalecido”, “estimulado”, “amarrado”, “embellecido” (¿envilecido?), etcétera, etcétera, y que de cualquier suerte se ha desplomado.
Inspirado, el inquilino de Los Pinos le puso número a la tesis del “catarrito”: en el primer semestre de 2009, “se estima que la caída de la economía pudo haber sido de 9 por ciento, o más, a tasa anual; 9 por ciento anual de recesión en México en los primeros seis meses del año”, lo que quiere decir que la misma economía, pero entre abril y junio (tres meses) se desplomó cuando menos 10 por ciento adicional al resultado de enero-abril (–8.2 por ciento), de tal suerte que más allá del discurso oficial los “signos alentadores” siguen sin aparecer.
Lo mejor del caso, según Calderón, es que “la variación que hemos registrado en el empleo formal en el año ha sido de 3 por ciento, nada más; lo cual implica que, verdaderamente, hemos podido contener los impactos recesivos, hasta cierto límite, lo que era esperable, y estamos trabajando arduamente, no sólo para superar la crisis económica, sino para poder salir adelante con más rigor y más fuerza, sobre todo ahora que comienzan a verse algunos signos alentadores que hacen pensar en una pronta, aunque sea pausada, recuperación económica”.
Qué bueno, pero el “nada más” del inquilino de Los Pinos equivale a 307 mil empleos formales cancelados en la primera mitad de 2009, o si se prefiere a la pérdida de casi 700 mil puestos de trabajo desde que se le ocurrió reconocer, en octubre de 2008, que el “catarrito” había subido de tono. Pero un dato más puntual es el comportamiento de la tasa oficial de desempleo abierto en el país: pasó de 3.58 por ciento de la población económicamente activa el primero de diciembre de 2006 a 5.6 por ciento al cierre de junio de 2009, es decir, un incremento de 56 por ciento en el periodo, o lo que es lo mismo, alrededor de 2.5 millones de mexicanos en tal condición.
Eso sí, no saben quién o quiénes son los responsables del tenebroso incremento de la pobreza en el país en tiempos “sin crisis”. Y desde luego los mexicanos les creen.
Las rebanadas del pastel
Cartelera. El dueto cómico César Nava-Gustavo Madero y su gustada sección cuéntame una mentira que sea obvia: “Felipe Calderón no pretende gobernar al Partido Acción Nacional… No hay línea (de Los Pinos) para que César(ín) sea el dirigente nacional del PAN… No hay fracturas en el partido por la elección del nuevo dirigente”… No vengo de porrista, ni seré la (segunda) Pájara Peggy del sexenio (la primera fue Germancito).
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