Luis Javier Garrido
En vísperas de la visita del presidente Barack Obama, la soberanía e independencia de México están amenazadas cada vez más, y el anuncio de que está a punto de concretarse la integración del Ejército Mexicano al Comando Norte es el detonador de un nuevo escándalo.
1. El gobierno de facto de Felipe Calderón está muy cerca de enfrentar la mayor crisis por la que ha atravesado en estos dos años tras conocerse que las fuerzas armadas de México participarán, en violación a la Constitución General y ya en plena subordinación a Washington, en una serie de “ejercicios militares” organizados por el Pentágono, durante un operativo llamado Unitas 50-09, que se llevará a cabo en las aguas de Florida del 19 de abril al 7 de mayo, según informó el pasado lunes 6 de abril el general James Cartwright, subjefe del Comando Conjunto de las fuerzas armadas estadunidenses.
2. El hecho de que una información de enorme trascendencia, que entraña un viraje histórico de magnitud impredecible en las políticas de México, sea dada a conocer a los mexicanos por el gobierno de Estados Unidos aprovechando la Semana Santa y no por el de México, y que hasta ahora éste haya guardado silencio, no ha hecho más que confirmar el carácter de pelele de las fuerzas trasnacionales que tiene Felipe Calderón.
3. La información difundida por el Pentágono el lunes 6 de abril ante el silencio del gobierno espurio, que fue difundida de inmediato por El Noticiero de Televisa de esa noche –y paradójicamente soslayada por casi todos los medios–, en el sentido de que las fuerzas armadas mexicanas participarían en maniobras militares bajo la conducción de Estados Unidos “por primera vez en la historia”, y de que el Pentágono tomaba para el futuro la iniciativa de determinar cuáles serían las necesidades del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea de México y sus políticas, constituye una afrenta para el país y resulta inconcebible que ni el Senado de la República, corresponsable de la defensa y de la política exterior, ni mucho menos las propias fuerzas armadas, hayan refutado hasta ahora.
4. El hecho que se presenta como consumado –sin serlo–, en el sentido de que el gobierno de facto negoció con la Casa Blanca, a espaldas de los mexicanos, y desde luego del Senado, esta subordinación a las viejas exigencias de Washington, de uncir nuestras fuerzas armadas a las políticas imperiales estadunidenses, deja al presidente ilegítimo en una situación en extremo vulnerable ante las acusaciones que van a insistir en que está traicionando los intereses fundamentales de la nación, en particular a los pocos días de que uno de sus aliados y comparsas, el senador priísta Manlio Fabio Beltrones, líder del tricolor en el Senado, le advirtiera el lunes 6 que hay mexicanos que lo siguen viendo como “espurio”.
5. El anuncio es de extrema gravedad para el futuro de México como nación soberana e independiente, pues, aun sin haberse llevado a cabo, este acto de indudable traición a la patria confirma que la complicidad del grupo panista en el gobierno con las mafias de poder económico, político y militar estadunidenses es total ante las pretensiones hegemónicas de Washington, y que ha aceptado no sólo la entrega de los recursos básicos del pueblo mexicano y el control estratégico del territorio nacional por Estados Unidos, sino el pleno dominio del gobierno de Obama sobre el aparato estatal de nuestro país al reducir a las fuerzas armadas mexicanas a meros cuerpos de apoyo de las políticas expansionistas de Washington.
6. El anuncio hecho el 6 de abril no deja, por otra parte, lugar a dudas, pues por un lado Cartwright señaló que el Comando Norte va a luchar “contra los cárteles de la droga”, pero no se detuvo ahí, sino que agregó que su gran objetivo –y entiéndase lo que se quiere decir– es la defensa de la región, para lo cual Washington se arrogaría el derecho de determinar cuáles han de ser en el futuro las políticas del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea de México y el armamento con el que cuenten.
7. La integración de las fuerzas armadas de México en el Comando Norte, preparada con la supuesta “guerrra contra el narco” de Calderón, se hace en violación flagrante a la Constitución, que por un lado no da a éstas más papel que defender la soberanía y la integridad de la nación y no les autoriza de ningún modo a subordinarse a las fuerzas militares de otro país, y que por otra parte establece claramente en su artículo 89 fracción X que el Ejecutivo está obligado a dirigir la política exterior con base en principios, entre los cuales están la autodeterminación, la no intervención, la solución pacífica de las controversias y la proscripción de la amenaza y uso de la fuerza en las relaciones internacionales que han sido violados por las acciones del tristemente célebre Comando Norte.
8. La participación de México en las maniobras programadas no constituiría nada más un símbolo de que el Estado mexicano se doblegó por completo ante Washington, lo que Estados Unidos buscó afanosamente desde principios del siglo XIX, sino que constituiría en los hechos una gravísima abdicación del proyecto de México como nación soberana e independiente. De nada valen los seudoargumentos de que no son más que simples ejercicios navales o de que estarán presentes algunos otros países del continente como Brasil, que por cierto secundó las políticas intervencionistas de Bush enviando soldados brasileños a otras latitudes.
9. El escándalo es todavía mayor porque la vocación histórica de México ha sido formar parte de ese gran proyecto que es América Latina y que ahora, como nunca en nuestra historia, está en vías de irse concretando, y no fungir como un protectorado del decrépito poder imperial estadunidense, mucho menos en los días en que el proyecto del capitalismo neoliberal que ellos han buscado imponer al mundo ha evidenciado su fracaso rotundo. Así lo veía, entre otros, Lázaro Cárdenas, en particular cuando fungió en plena Segunda Guerra Mundial como comandante del Pacífico (1941) y secretario de la Defensa Nacional (1942-1945), según se lee en su correspondencia con Francisco Castillo Nájera, embajador de México en Washington, y que ni siquiera en ese grave contexto cedió ante las presiones para que las fuerzas armadas de México se subordinaran a las estadunidenses.
10. Las maniobras entreguistas que se proyectan ponen en entredicho al régimen mexicano en su conjunto y en particular al Senado de la República, que está ahora ante la oportunidad histórica de frenar las políticas entreguistas y de traición a la patria de Calderón, porque de no hacerlo dejará solo al pueblo de México.
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