10 de enero de 2009
La carencia absoluta de una visión social y política de parte del sexenio calderonista le hizo copiar, de sus antecesores priístas, la modalidad de recurrir a la charlatanería (es decir, ser vendedor de panaceas e indulgencias falsas) de un paquete de 25 medidas para paliar la crisis económica que la derecha sigue pensando que es coyuntural y no estructural.
Para el pueblo ilusiones y para el poder político faccioso generosa condescendencia para aliviar remordimientos, si es que la conciencia les alcanza para ello.
Es absurdo y dogmático suponer que el modelo capitalista estadounidense puede ser implantado acríticamente en otros países como el nuestro, que tienen una integración social y cultural radicalmente distinta y cuentan con instituciones de diverso origen y funcionalidad.
Se ha dicho hasta la saciedad que el american way of life es un espejismo que atrapa a quienes no entienden que las historias de cada país y sus culturas los obligan a ser diferentes y a buscar distintos caminos para lograr su supervivencia.
Nuestra identidad es mestiza; nuestros valores, de igualdad de origen y de permanente lucha por la igualdad en el ejercicio de derechos que se logran por la vía democrática de hacer nuestras leyes acordes a esas aspiraciones. Nosotros no creemos en el “destino manifiesto”, ni en la “mano invisible”.
Sabemos que la justicia y la igualdad se conquistan derrotando al enemigo del egoísmo y la ambición individualista de riqueza.
Nosotros creemos en una ética dinámica que no nos hace objeto de la historia, sino protagonista de la vida política que subordina a la económica, y que cuando la política es democrática, social, limpia, la economía es solidaria, justa, progresista. Cuando la política es sucia, dudosa, tramposa (Calderón estuvo flanqueado por Carlos Romero Deschamps y Joaquín Gamboa Pascoe) la economía correrá la misma suerte y las consecuencias son el típico círculo vicioso entre los dos ámbitos que hoy vive dramáticamente el México de 2009.
Calderón no habló de violencia institucional, de abuso electoral y militar porque es Política. No habló de injusticia social, crónica y acentuada desde que su partido está en el poder porque es Política.
No habló de insuficiencia alimentaría ni de desmantelamiento del ejido porque es Política. No habló ni mucho menos de la corrupción tradicional que deriva de las escandalosas sumas de retribución a la alta burocracia, ni de la corrupción sexenal que paga con concesiones los favores electorales, todo porque ello es Política.
Mucho menos habló de una economía mixta con contenido y finalidad social, porque es Política democrática y humanista.
Política verdadera es decisión de Estado en su integridad gobierno y gobernados. La política de altura que genera las decisiones e implementa las ejecuciones sólo se puede ejercer por quien tiene autoridad política de origen.
De aquí que las recetas económicas sean un perverso sustituto de las soluciones políticas para conducir la economía de legitimidad democrática. Ese es el fondo que hace de la charlatanería el sustento del poder de facto.
Profesor en la Facultad de Derecho de la UNAM
sábado, 10 de enero de 2009
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