miércoles, 12 de noviembre de 2008

Lean a "Cirito" y aguanten el vómito...¿A qué fue López Obrador a Televisa?

A tratar de mantenerse vivo.

Dos veces (octubre 30 y noviembre 6), Andrés Manuel López Obrador anunció que se apostaría con sus adelitas y profesionales de la protesta afuera de Televisa para exigir derecho de réplica.

¡Derecho de réplica! Sí, porque de eso vive ahora: de la exageración, el mito, la mentira. De lucrar a costa de sus villanos.

El cuento del fraude electoral se hace rancio. Llamar Pelele a Felipe Calderón a estas alturas es lo más falto de imaginación, talento y eficacia que se pueda ver. La temida reforma “privatizadora” de Pemex acabó en ñoño acuerdo político. Juan Camilo Mouriño, su obsesión del 2008, está muerto. El llamado a defender la economía popular es vago y tampoco encuentra eco.

Pero siempre queda Televisa, el Imperio del mal, “la fábrica más grande de producción de mentiras”, como la llamó ayer. A López Obrador lo tienen sin cuidado los otros medios: él sólo tiene ojos, oídos y vísceras para los noticieros (y Tercer Grado) de Televisa. Parece un asunto de virilidad. ¿Qué dirían los suyos, qué se diría él, si dejara de mentarle la madre, “respetuosamente”, a Televisa?

Nunca le ha importado que la reclamación tenga sustento. Lo esencial es aferrarse al “cerco informativo”, la “desinformación mediática” y los “periodistas vendidos al poder”. No le importa que los ratings suban y que su credibilidad baje, que los periodistas salgan mejor evaluados que él en las encuestas, que la gente confíe más en la televisora que en su “gobierno legítimo”.

Nada de eso cuenta porque lo de Televisa es un pleito de machos. Y ahora de supervivencia. Por eso fue a Chapultepec 18. Por una pequeña dosis de suero.

Por eso prometió regresar las veces que sea necesario.

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