La secretaria de Energía, Georgina Kessel, fue a decir al foro empresarial de Monterrey que se dio en días pasados, que las reformas en materia energética que se aprobaron recientemente fueron exactamente las que deseaba el gobierno de Calderón; afirmó que ahora se podrá contratar con mayor flexibilidad y, además, se podrán otorgar estímulos a las empresas encargadas por contrato de la exploración y extracción de hidrocarburos. Se obtuvo lo que se quería, concordando con lo que los gobiernos federales han venido realizando, vale decir, entregar las actividades petroleras a los privados. Que es lo que se ha venido haciendo, dijo, lo muestra el hecho de que 70 por ciento de esas actividades están ya en manos privadas.
O la secretaria carece de entendimiento y todavía no comprende lo que ha pasado o es una ignorante sin remedio y nadie le ha leído todavía los textos de reforma o, en fin, es una cínica desvergonzada que lo que nos está diciendo es que las reformas aprobadas, para ella, valen un comino y se seguirá haciendo lo que hasta hoy, violando la Constitución y sus leyes, vale decir, entregar todas las actividades petroleras a las compañías privadas. Creo que son las tres cosas juntas. Si se ve el catálogo de esas compañías podrá fácilmente apreciarse que todas ellas son extranjeras (Schlumberger, Halliburton y otras).
En primer lugar, para todo mundo quedó claro que las reformas propuestas por Calderón (y también por el PRI) no pasaron, excepto en algunas de sus partes que ya se han señalado. Calderón proponía que refinerías, ductos y centros de almacenamiento quedaran en propiedad de privados; en las reformas se sostiene el concepto constitucional de que sólo Pemex los tendrá. Calderón proponía contratos de riesgo enmascarados como contratos incentivados y otras acepciones igualmente crípticas e hipócritas; eso no pasó, pues se precisó que los contratos serían sólo de servicios o por obra determinada.
Vale la pena recordar, al respecto, que el artículo 60 de la Ley de Pemex otorga compensaciones a contratistas si la empresa nacional obtiene economías por menor tiempo de ejecución de obras, se apropia de nuevas tecnologías de contratistas o el desempeño de éstos redunda en una mayor utilidad o un mejor resultado de la obra o servicio. Las compensaciones se establecerán a la firma del contrato. ¿De dónde saca la Kessel que el estímulo es para que los privados se esmeren más en su tarea?
Que se diga que las reformas aprobadas son “exactamente” las que Calderón propuso es querer tomarnos a todos por unos idiotas. Sugerir, por otro lado, que todo lo que se hizo fue una farsa y que las tales reformas no sirvieron para nada es exactamente lo que el gobierno quiere que todos crean y lo que los voceros empresariales han venido proclamando. Estos, por lo menos, dicen que las reformas no son lo que se necesitaba y que hay que transitar por otra vía (violar la Constitución y esas leyes reformadas que no hay intención de hacer cumplir por este gobierno, con la alcahuetería de los priístas).
Eso, sin embargo, es lo de menos. Inteligencia y entendimiento es lo que menos se puede esperar de esos panistas derechistas y proempresariales fundamentalistas que nos gobiernan. Lo que la secretaria de Energía fue a decir a Monterrey fue que ellos y sus antecesores priístas han estado violando la Constitución a ciencia y paciencia de todos y que ahora los privados tienen en sus manos 70 por ciento de actividades que la Carta Magna y sus leyes (incluidas las ahora reformadas) tienen prohibidas en la industria petrolera. Las reformas aprobadas, aun tan limitadas en ciertos aspectos, trataban, precisamente, de enmendar esa situación. El mensaje de la Kessel es claro: olvídense de reformitas, aquí se va a seguir haciendo lo mismo y ahora con licencia para matar.
Algo muy grave nos ha estado pasando desde 1992 (hace ya 16 años): entonces se empezó a violar sistemáticamente la Constitución y nadie se enteró. Se empezó a entregar la industria eléctrica a los privados y todo mundo reaccionó como si fuera lo más natural del mundo. Ahora ellos tienen entre 36 y 42 por ciento de toda la producción del fluido. Los bancos nacionales fueron malbaratados a extranjeros, y ninguno abrió la boca. Fox entregó la cuenca de Burgos a los españoles, y nadie dijo nada. El gobierno panista prefirió inundar Villahermosa en una escala jamás antes vista, con las presas del Grijalva a reventar y con las turbinas cerradas, con tal de dejar que los tiburones españoles siguieran produciendo electricidad de la más cara (con gas).
Las reformas petroleras nos dieron la primera oportunidad de reaccionar a todo ese proceso privatizador y desnacionalizador. Finalmente, nos estamos enterando de que las cosas no se están haciendo bien en este país. Lo grave es que hayamos esperado a que se tocara nuestro mito nacionalista del petróleo para que empezáramos a darnos cuenta de todo el desastre que los gobiernos nos han estado haciendo en este país. Y todo, violando la Constitución y las leyes. Y ahora se nos avisa que seguirá haciéndose.
El debate fue importante para desenmascarar la estrategia privatizadora, sobre todo en su alcance más largo. Por eso el ingeniero Cárdenas llamó a que en asuntos tan importantes como éste se lleven a cabo esos debates. Sería muy saludable para la República hoy tan deteriorada. Pero deberemos estar alertas, porque lo que la Kessel, esa hechurita de Téllez, secretario de Comunicaciones, fue a decir a Monterrey, es que para el gobierno panista, con reformas o sin reformas, el camino está ya trazado y decidido.
Ahora podrán saber quienes dijeron que exigir que ciertas prohibiciones expresas quedaran establecidas en las leyes reformadas era ridículo o que las movilizaciones cívicas eran provocadoras e inútiles, que la secretaria les está diciendo que nosotros teníamos razón; pero que a su gobierno todo eso lo tiene sin cuidado y seguirá haciendo lo que ha estado haciendo hasta ahora. Toda ley es reformable por naturaleza y nosotros seguiremos exigiendo que dichas prohibiciones se impongan. Por lo demás, ahora sabemos que hicimos bien en movilizarnos y que tenemos que seguir haciéndolo. No todo se agota en la cuestión petrolera y no hay que olvidar que tenemos deudas pendientes: Burgos, los bancos, el contrato gasero a Repsol, la inicua reforma laboral, las presas del Grijalva, cuyas turbinas están cerradas, y muchas otras cosas.
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