domingo, 7 de diciembre de 2014

¿Quién nos podría sacar del despeñadero? .- José Agustín Ortiz Pinchetti



N
o es que el Estado mexicano sea fallido, es que padece esclerosis múltiple. La mayoría de los analistas intentan imaginar un desenlace de la crisis suponiendo que el protagonista es el gobierno o más bien el Presidente. Por eso resulta muy interesante el artículo de Sergio Aguayo (La fortalezaReforma). Su análisis apunta más bien a la relevancia de una nueva ciudadanía. Según Rabasa, ésta se distingue de la población inactiva políticamente, quienes ayudan involuntariamente a que gobiernen los peores. La emergencia de esa ciudadanía combativa tiene varios síntomas: el uso intensivo de las redes sociales, las diversidades propias de una sociedad mucho más moderna. Pero también el resurgimiento de formas de organización tradicional orientadas muchas veces a garantizar la vida, la seguridad y el patrimonio en las pequeñas poblaciones, tareas para las que el Estado nacional en sus distintos niveles es impotente. Otro signo de este despertar es la movilización juvenil que se ha expresado hasta hoy en grandes manifestaciones y que incluye instituciones privadasconservadoras. La respuesta gubernamental ante estos fenómenos es mecánica y perversa. El PRI-gobierno y sus aliados, PAN y PRD, coaligados actúan como si viviéramos en 1964 y no en 2014 y proponen regresar a una normalidad, aunque sea un estercolero.
¿Qué hacer? es la pregunta que se impone. No basta el optimismo y la voluntad de algunos líderes de opinión, ni siquiera la catarata de propuestas y la multiplicidad de actores. Quizás pudieran ir surgiendo liderazgos y un entramado: tarea a muy largo plazo. ¿Boicotear las elecciones de 2015? Aquí discrepo del doctor Aguayo. Las campañas de anulación de voto terminan por favorecer a la partidocracia. Por eso han sido alentadas por el propio establecimiento. Aguayo concede el beneficio de la duda a Morena, pero en el fondo lo descalifica como actor importante para el futuro inmediato. Me asombra que haya quienes piensan que Morena es parte del problema y que debe superarse. Este partido, su líder y sus aliados han vencido la voluntad aniquiladora del sector más duro de las élites. Hoy, Morena, aún en vías de consolidación, es la única oposición real a escala nacional. Coincido con Sergio: no podemos esperar. Quizás el despertar ciudadano pueda traducirse en una red de grupos en todo el país que atienda las peculiaridades de cada región y presione en favor de reformas de gran calado. Pero si se logra levantar este aparto –no será fácil– no será otra cosa sino un partido. Las actuales estructuras por más corruptas que sean ejercen el poder y sólo podrán ser vencidas por quienes puedan retarlas en ese campo. Las espectaculares movilizaciones del norte de África (las primaveras árabes) fueron al final de cuentas derrotadas, porque la oligarquía mantuvo su cohesión interna y se impuso sobre una desorganizada, aunque legítima, voluntad de cambio.


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