martes, 31 de enero de 2012

Televisa y Azteca ¿duopolio televisivo?


Florence Toussaint

MÉXICO, D.F. (Proceso).- La reciente polémica en torno a la autorización para que el círculo del monopolio de Televisa sobre las comunicaciones se complete, tiene raíces profundas y antiguas. Y si bien se trata de un asunto económico, es decir, de quien domina el mercado mexicano de los contenidos y los servicios en línea, para que tal control pueda darse se necesitan decisiones políticas.

La Comisión Federal de Competencia no cuenta ni con el poder ni con la autonomía suficientes para ejercer una verdadera vigilancia sobre las empresas para que éstas no devengan en monopolio. El sistema presidencialista lo impide, la corrupción imperante en el medio lo hace inviable.

Las pruebas de que no se pretende regular la actividad económica de las empresas de telecomunicaciones son múltiples. Luego de las privatizaciones de los años 90, la supuesta competencia que significaría la aparición de Azteca y luego de Canal 40, así como la presencia de MVS, se fueron diluyendo. Azteca logró apoderarse de Canal 40 sin que nadie hablara de prácticas monopólicas; Televisa concentra la mitad de los sistemas de cable y la totalidad de los satelitales a través de Sky. Los consorcios del Ajusco y de Chapultepec se unieron en contra del Cofipe de 2007 y dejaron a un lado sus diferencias, y ahora la compra de 50% de Iusacell por un monto de mil 600 millones de dólares los acerca aún más. Hay quien dice que la cantidad es tan elevada que pareciera una compra o fusión de los dos grupos televisivos para formar una entidad acaparadora de la distribución, los contenidos y los servicios de la red.

Si revisamos los números de esas empresas, vemos que la hipótesis de la concentración no parece tan alejada de la realidad. Las ventas netas de Azteca y Televisa no han dejado de aumentar de 2004 a 2010, sin embargo la primera se mantuvo en alrededor de 9 mil millones de pesos y pasó en 2010 a 11 mil 554 millones de pesos. Por su parte Televisa tuvo ingresos crecientes en cada año hasta pasar de 31 mil millones en 2004 a 57 mil 856 millones en 2010. Sobre estas ventas, las utilidades netas fueron también muy diferentes: para Azteca se reportan en 2 mil 318 millones de pesos y para Televisa en 8 mil 515 millones de pesos (casi lo mismo que reporta para 2011 Banorte-IXE).

Un elemento más que habla de la penetración de ambas empresas en el entramado económico del país son sus consejos de Administración. En el de Televisa figuran algunos de los empresarios de los conjuntos más poderosos: Grupo México, Grupo Bal, Fomento Económico Mexicano y Coca-Cola-Femsa, Grupo Modelo, Bacardí Limited, entre otros. En el organigrama de Azteca aparecen presidentes de Casas de Bolsa: ABACO, exfuncionarios de bancos y de empresas pequeñas de madera e inmobiliarias.

En las fundaciones de ambas empresas hay también notables diferencias en programas, donaciones y aliados para allegarse fondos. Un ejemplo: todos los bancos apoyan el programa Bécalos de Televisa mediante la oferta de una posibilidad de donar a través de los cajeros automáticos. En su Consejo Consultivo aparecen ocho intelectuales, además de empresarios. Nada de esto sucede en Azteca.

La concentración sirve para aumentar la rentabilidad, fijar precios, calidad y extensión de la oferta y obligar a los poderes públicos a reglamentar en sustento de este proceso. Así ha sucedido en México por lo menos desde Miguel de la Madrid.

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