viernes, 30 de diciembre de 2011

La “incursión”. Luis Javier Garrido


La incursión cada vez más frecuente e impune de convoyes militares y policiacos estadunidenses en la zona fronteriza de México es un signo inadmisible, no nada más del abandono absoluto que el Estado mexicano ha ido teniendo de sus funciones sustantivas, sino de la decisión de la burocracia panista de entregar la seguridad interna” del país al gobierno de Washington, que dirige ya sin ninguna reserva la llamada “guerra contra el narco”, con el objetivo evidente de reordenar el narcotráfico en función de sus intereses y de crear las condiciones para adueñarse por completo de los recursos estratégicos del país.

1. La información sobre la caravana blindada de fuerzas estadunidenses que cruzó por Matamoros hacia territorio mexicano el jueves 15 con la protección de un helicóptero (Proceso, 1834) no mereció, por ejemplo, mayor explicación del gobierno calderonista, ni la intervención del Senado, y mucho menos los comentarios de la prensa, a pesar de que como dice en su nota Jorge Carrasco Araizaga es una más de las que con frecuencia se sabe.

2. El Estado mexicano ha abandonado casi por completo en los años del PAN (2000-2012) el respeto a las garantías individuales, la tutela de los derechos sociales del pueblo y la defensa de los derechos de la nación, pero tan grave como lo anterior está siendo la decisión del gobierno de Felipe Calderón, intentando actuar conforme a los dogmas de la ideología neoliberal, de dejar de ejercer las funciones fundamentales del Estado y aceptar que buena parte de ellas las estén ya ejerciendo instancias extranjeras: desde el manejo de las finanzas hasta la de la seguridad de la nación.

3. Las “concesiones” de Felipe Calderón a Washington en materia de seguridad, pasando por sobre la Constitución mexicana y haciendo a un lado al Senado, rebasan lo imaginable: el manejo de la Marina y el Ejército para ser usados como cuerpos policiacos “contra el narco” (y contra los movimientos sociales); la presencia sin conocimiento alguno del gobierno de México de agentes estadunidenses; su creciente injerencia en el control de las dos fronteras, los aeropuertos, las costas, los puertos y el espacio aéreo de nuestro país; la apertura de oficinas para las agencias de Estados Unidos en territorio mexicano, de las cuales una en la ciudad de México es un verdadero búnker; el permiso permanente a aviones no tripulados para sobrevolar el territorio nacional. Y ahora, el libre tránsito de convoyes en la frontera norte. ¿Con qué objetivo?, todavía se preguntan algunos.

4. Los datos hechos públicos el sábado 17 sobre el hecho de que al menos 80 ex funcionarios mexicanos de alto nivel trabajan para agencias estadunidenses, en abierta contravención a la Constitución (La Jornada, 18/12/11) se complementa con la información ya publicada en el sentido de que funcionarios de primer nivel del gobierno de Calderón –entre ellos Alejandro Poiré y Ernesto Cordero– habrían recibido cursos especiales en Estados Unidos para ser adiestrados de manera “conveniente”, y por lo mismo no pareció sorprender tampoco en este contexto.

5. La información de que panistas se hallan al servicio directo de Washington como sus empleados no motivó mayor reflexión de los medios, pues ya Philip Agee en su Inside the Company, CIA diary (Penguin, 1975), que le costó tener que exilarse por varias décadas, había señalado que López Mateos (Lienvoy-2 o Litensor), Díaz Ordaz (Litempo-8) y Echeverría (Litempo-14) trabajaron para la CIA, lo que corroboró Jefferson Morley en Our man in Mexico: Winston Scott and the hidden history of the CIA (University Press of Kansas, 2011). Lo nuevo ahora es empero que la subordinación de los funcionarios del PAN se da con carácter orgánico: la Marina-Armada Nacional y el Ejército están recibiendo órdenes de las agencias estadunidenses como muchos responsables de la administración central, y el objetivo es claro: la defensa de los intereses estadunidenses.
6. El narcotráfico, que es el pretexto para esta parafernalia, habría que recordarlo, estuvo en México casi desde los años 40 bajo el control de Washington, no de cárteles estadunidenses sino del propio gobierno. En sus orígenes el incipiente negocio había sido manejado de manera rudimentaria por mexicanos, como la célebre Lola la Chata, hasta que cerca del medio siglo llegó la penetración de los intereses estadunidenses y empezaron a intervenir en México desde Lucky Luciano a Frank Costello. Juan Alberto Cedillo recuerda en La Cosa Nostra en México (1938-1950) cómo Virginia Hill, la Reina de la Mafia, corrompió a funcionarios del gobierno de Miguel Alemán, lo que le permitió gran poder a los grupos de Chicago y Nueva York, aunque ya para la administración de De la Madrid, todo empezó a cambiar: la influencia en México de las actividades primero del cártel de Medellín y luego del cártel de Cali hizo posible que el negocio lo empezaran a controlar mexicanos, lo que se hizo claro en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, y esto ha sido inadmisible para Washington.

7. El cine de Hollywood de principios de los años 50 buscó en varios films noir –como Ocean drive (1950), de Joseph M. Newman; The racket (1951), de John Cromwell y Nicholas Ray, o The big heat (1953), de Fritz Lang–, que coincidieron con los trabajos de la comisión senatorial de Estes Kefauver, mostrar que el vínculo entre funcionarios y mafiosos era circunstancial, pero lo único que lograron es evidenciar su carácter estructural.

8. Los poderosos intereses financieros, económicos y políticos que tiene Estados Unidos en el narcotráfico hacen que resulte inaceptable para la Casa Blanca la situación prevaleciente en México y en otras latitudes, y que a toda costa quiera controlar todo el negocio, como lo está buscando lograr lo mismo en Pakistán y Afganistán que en Sudamérica, al mismo tiempo que pretende manejar los recursos estratégicos del planeta y consolidar su dominio estatégico. El punto que resulta central de todo esto es que para eso sirve “la guerra contra el narco”, y para ese propósito han muerto más de 50 mil mexicanos.

9. El libre tráfico de tropas estadunidenses a México es, por lo mismo, un paso gravísimo más de la actual burocracia gobernante hacia el vacío, pues sus integrantes están resaltando todos su papel de comparsas de Washington, y los rasgos que está adquiriendo México como un protectorado, en el que no hay un futuro para sus habitantes, carentes en este escenario de un proyecto nacional, de ahí que les interese hacer creer que tienen para ello un aval social, como lo pretendía una encuesta publicada por El Universal el día 23 afirmando que la mayoría de los mexicanos aprueba la creciente intervención de Estados Unidos.

10. En este contexto, el gobierno de Calderón pretende dejar a un panista en la silla presidencial a pesar del “¡Ya basta!” de los mexicanos, de ahí que la anulación absurda de la elección municipal de Morelia con la que termina este 2011 no parece más que advertir que le es posible la imposición en el 2012 pues controla lo mismo al IFE que al Tribunal Electoral y, por si alguien lo dudara, recordar también que la “guerra contra el narco” tiene un objetivo particular: consolidar el dominio sobre el país de la coalición de intereses que lo han apoyado, a pesar del desastre en el que ha hundido al país.

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