sábado, 10 de julio de 2010

El estado actual del debate educativo y el suplemento educación UACM



Florencia Addiechi

En México los temas educativos forman parte de la agenda del debate público y cotidianamente se informa y opina sobre ellos; sin embargo, la percepción social es que se trata de un asunto en el que los ciudadanos poco pueden hacer. Producto, entre otras cosas, de un tratamiento periodístico superficial, inconsistente, impreciso, con sesgos informativos no explicitados y poca rigurosidad en el manejo de la información estadística, la discusión pública resulta dominada por los temas más polémicos −y no necesariamente los más importantes− y por las expresiones y opiniones de sólo algunos actores.

Unos pocos tópicos de moda (rankings, resultados de las evaluaciones que se instrumentan bajo el auspicio de los organismos multilaterales, disputas por los espacios de poder, financiamiento, etc.), en los que proliferan declaraciones alarmistas y hay poca interlocución entre quienes se manifiestan, alimentan el malestar y la impotencia de los ciudadanos. Un discurso políticamente correcto –más testimonial que real– a favor de la educación y la ciencia, entreverado con fórmulas economicistas que pregonan excelencia, eficiencia, productividad, competencias, etc., inhibe la reflexión y desalienta la discusión abierta, plural y responsable. Una clase política que, tras formular sentidos compromisos a favor de la educación, incumple o desatiende sus obligaciones y despoja a la educación de su valor en la construcción de ciudadanía y en el pleno desarrollo de las capacidades de los seres humanos, bloquea el ejercicio ciudadano de la tarea de reflexionar, opinar, criticar, proponer, y actuar en consecuencia.

Ni siquiera la izquierda político partidaria −pese a su vocación igualitaria y democratizadora− logra posicionarse en el espacio público con un discurso y una propuesta educativa que la distinga del monocorde proyecto dominante. Dice poco, participa poco en los debates y, cuando lo hace, frecuentemente repite el canon educativo. Sus declaraciones en defensa de la educación pública, a favor del derecho de los ciudadanos a educarse y de la obligación del Estado de garantizar plenamente el ejercicio de ese derecho, constituyen referencias valiosas en sus discursos pero son insuficientes para desentrañar el contenido y la extensión real de sus compromisos, y para constituirla, a ella misma, en fuerza catalizadora de las transformaciones profundas que necesita el sistema educativo mexicano.

Los académicos, a su vez, tampoco participan mucho en las discusiones públicas. Conformada su identidad más reciente a partir de las políticas de profesionalización de los años 80 y 90, su intervención en los debates se da, sobre todo, cuando son consultados como expertos, para referirse a problemas particulares y para ofrecer soluciones también particulares que poco se distancian de la sustancia del discurso oficial. Una agenda de investigación acoplada a los requerimientos y lógicas que inspiran los designios de las políticas públicas determina, en buena medida, la manera en la que los investigadores educativos participan en el debate público: discuten lo que se discute en los ámbitos de planeación y ejecución de políticas, se ajustan pragmáticamente a los límites que ahí se establecen, y formulan sus opiniones y propuestas de cara a ese auditorio.

El resultado de todo ello es una gran uniformidad en todo lo que se piensa, discute y propone en materia educativa, y la persistencia en el imaginario social de planteamientos superficiales, mitos y prejuicios. Temas que están de moda (que desplazan del horizonte de reflexión colectiva otros muy importantes), abordados únicamente desde la perspectiva del proyecto educativo dominante y a partir de la opinión de unas pocas −casi siempre las mismas− voces autorizadas.

Frente a esa realidad –y con la convicción de que la educación, en tanto apuesta esperanzada por un futuro mejor, requiere del involucramiento informado y responsable de todos–, el suplemento educación UACM tiene como aspiración fundamental colaborar para que lo educativo no sea sólo una cuestión de funcionarios, administradores y especialistas, y sí un asunto de reflexión, deliberación y acción ciudadana. Con la ambición de sumar esfuerzos a la tarea de restituirle a la educación su dimensión humanística, el suplemento busca convertirse en un órgano de discusión y divulgación de ideas, conocimientos y experiencias comprometidas con la tradición que concibe a la educación como una tarea cultural −y no solamente como una instancia formadora de recursos humanos−, comprometidas con la construcción de un país más justo y la formación de ciudadanos responsables y solidarios. Un espacio donde confluyan todas las voces críticas que aisladamente hoy despliegan sus batallas y se dé visibilidad a aquellas iniciativas que buscan recorrer nuevos caminos y ensayar nuevas formas de educar. Una plataforma desde donde la propia uacm pueda dialogar con el resto de las universidades, aportar su experiencia y ganar visibilidad y legitimidad en el campo educativo mexicano.

educación UACM pretende ser un espacio abierto al debate, menos atado a las estrictas lógicas que ordenan la vida de las publicaciones especializadas y la producción académica, más audaz para plantear preguntas, arriesgar hipótesis, formular críticas, y en el que participen tanto especialistas como legos, maestros como alumnos, funcionarios como padres, etc. Una publicación que contribuya a la conformación de una nueva agenda de discusión pública sobre la educación, más atenta a las necesidades, preocupaciones y aspiraciones ciudadanas y desde donde sea posible formular y articular un discurso y un proyecto educativo alternativo al dominante. Un espacio, en definitiva, desde donde se impulse la conformación de un pensamiento crítico sobre la educación.

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