martes, 9 de febrero de 2016

Borge y Ulises potencian a Joaquín Julio Hernández López

Astillero
 Pemex, a concuño de CSG
 Contratismo petrolero familiar
 Narro, de la UNAM a Salud
 Borge y Ulises potencian a Joaquín
Julio Hernández López
Foto
CERESO JUARENSE, LISTO PARA ESCUCHAR A FRANCISCO. El gobernador de Chihuahua, César Duarte, visitó ayer el Cereso de Ciudad Juárez, donde recorrió el área que los internos han acondicionado para que el papa Francisco celebre una misa, durante la visita del pontífice a México a partir del próximo viernesFoto Nacho Ruiz /Cuartoscuro.com
E
l 29 de diciembre de 2012, Carlos Salinas de Gortari llegó en avión privado (obviamente) a Coatzacoalcos, Veracruz, para convivir con Juan Antonio González Anaya, quien con el inicio de ese mes, y del sexenio en curso, había sido designado director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Entre diez y doce camionetas Suburban, de acuerdo con los reportes periodísticos, acompañaron en los trayectos de ida y regreso al ex presidente de la República,  en una estancia en tierra que fue de las 14:15 a las 19:10 horas, según el reportero local Juan Antonio Valencia.
Era una reunión de familia. González Anaya está casado con Gabriela, hermana de Ana Paula Gerard Rivero, la esposa de Carlos Salinas de Gortari. Pero, además de los relevantes concuños, estaba presente el padre del anfitrión en la calle Buenavista de la mencionada ciudad veracruzana, José Antonio González Pereyra, quien fue unpoderoso contratista de Pemex y aspiró fallidamente a ser candidato priísta a presidente de su municipio durante el gobierno estatal de Agustín Acosta Lagunes.
El hijo (y concuño), González Anaya, ahora ha pasado a la dirección general de Petróleos Mexicanos y, aparte de cumplir con el encargo de administrar esa empresa con tantos significados para su familia (incluida la política), remueve la cultivada pretensión de ser candidato del PRI a gobernador de Veracruz no en esta minigubernatura, pero sí dentro de dos años, ideada para saltar el escollo electoral llamado Javier Duarte (en cuyos dominios sigue imperando la falta absoluta de legalidad, ayer con una reportera, Anabel Flores, secuestrada de su casa por un grupo armado con vestimenta tipo militar).
González Anaya es economista e ingeniero por el Tecnológico de Massachusetts y doctor en economía por la Universidad Harvard. Ha ocupado diversos cargos en el extranjero y en el aparato gubernamental mexicano, en sus inicios bajo las órdenes de José María Córdoba Montoya, el jefe de la oficina presidencial de Salinas de Gortari. Releva en Pemex a Emilio Lozoya Austin, otra pieza de las atribuidas a la colección de quien ocupó Los Pinos después de Miguel de la Madrid. El joven Lozoya es hijo de uno de los fundadores del grupo político que se hizo del poder en 1988 y en 2012 tomó su segundo aire de la mano de Enrique Peña Nieto, quien cedió el manejo económico al grupo de Luis Videgaray, hechura de Pedro Aspe, quien fue secretario de hacienda durante el primer salinismo.
Además, el Orgullo de Atlacomulco nombró a la sobrina de CSG, Claudia Ruiz Massieu, secretaria de turismo y luego la pasó sin más fundamento a Relaciones Exteriores. Rosario Robles, primero en la electoral Sedesol, y luego en la Sedatu, también lleva la marca de Salinas. Y en la SEP, cuerpeando al inexperto Aurelio Nuño, quedó uno de los voceros del sexenio salinista, Otto Granados, y otro de esos portavoces, José Carreño Carlón, dirige el Fondo de Cultura Económica.
Lozoya deja Pemex en el contexto de la caída de los precios del petróleo y el brutal impacto en las dependientes finanzas públicas mexicanas. Su paso por el estratégico cargo acrecentó la opacidad en el manejo de esos recursos petroleros (es decir, el tufo a gran corrupción), respetó en lo general las parcelas arbitrarias del sindicalismo tradicional, sostuvo la inercia histórica del contratismo y, al amparo de las reformas estratégicaspeñistas, acomodó los nuevos intereses extranjeros en el estante desvencijado de una empresa estatal en agonía. Además, Lozoya Austin fue, antes de llegar a Pemex, miembro del consejo de administración de OHL México, una de las firmas emblemáticas del entendimiento corrupto de políticos y empresarios. Es decir, por si faltara un punto de referencia.
Además de los antecedentes familiares de contratismo petrolero, y del concuño incómodo, el nuevo director de Pemex habrá de satisfacer los intereses de consorcios como el formado por Sierra Oil & Gas, Talos Energy LLC y Premier Oil PLC. Este conjunto de firmas fue el único que consiguió adjudicaciones durante la primera licitación de la ronda uno, y en ese entramado hubo dinero (75 millones de dólares) que provino de Jerónimo Gerard Rivero, cuñado de González Anaya y de Salinas de Gortari, quien pareciera quedar en inmejorable posición para el aprovechamiento y remate de la depreciada pero aún importante riqueza energética ­nacional.
Otro nombramiento significativo fue el de José Narro Robles como secretario de salud. A pesar de la poca presencia de mujeres en el gabinete de Peña Nieto, se prescindió de la doctora Mercedes Juan y se cumplió el muy extendido pronóstico de que en su lugar quedaría quien fue rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Tres meses después de la elección de Enrique Luis Graue como rector, Narro llegó a la SS.
Ya otro profesional de la medicina, Juan Ramón de la Fuente, había ocupado esa secretaría, aunque, a la inversa de Narro, del plano gubernamental federal pasó a la jefatura universitaria. Este grupo, con choques y distancias entre sus figuras, pero con entendimiento en lo sustancial, ha controlado la más importante de las casas públicas de estudios en una dinámica que ha implicado la cercanía política con el poder público, característica evidente en el caso de De la Fuente con Ernesto Zedillo y, ahora, de Narro con Peña Nieto.
La renuncia de Carlos Joaquín González al PRI es resultado de la obcecación cavernaria del actual gobernador, Roberto Borge, en impedirle ser candidato priista a la sucesión, y de la pésima operación política del delegado nacional priista, Ulises Ruiz Ortiz. Con esta división, que rompe el cuadro beltronista deunidad forzada que se dio en anteriores postulaciones de las candidaturas a gobernador de este año, el PAN y el PRD quedan en óptimas condiciones para hacerse de un candidato electoralmente viable, no para cumplir con la presunta doctrina de esos dos partidos, sino, cuando menos (lo cual no es poco), de atenuar las posibilidades de que se repita el desgobierno extremo del mencionado Borge. ¡Hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero

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