viernes, 28 de enero de 2011

¡Justicia para Ciudad Juárez, fuera los federales! Carlos Murillo González


Ya tenemos que denunciar todo lo que nos está pasando

Héctor “Teto” Murguía, alcalde de Ciudad Juárez

¿Por qué ahora sí no es aceptable la forma de actuar de la Policía Federal por el asesinato de un escolta del presidente municipal Héctor “Teto” Murguía? Este tipo de reacciones no hace otra cosa que ampliar más las diferencias entre sociedad y gobierno. Ese mismo día, unas horas antes en la colonia Chaveña agentes de la Policía Federal asesinaban a un hombre y un adolescente cuando perseguían a presuntos sicarios, además de levantar a otro ciudadano del que no se sabe nada, ¿quién va a alzar la voz por ellos, por las otras siete mil víctimas en Juárez de la "guerra" contra el narco?

Las declaraciones de Murguía en rueda de prensa mostraban su indignación y su comprensión de lo que le está sucediendo a la sociedad juarense, pero no es suficiente ¡los federales deben partir! Desafortunadamente los empresarios, partidos, políticos y gobiernos tienen amarres entre ellos más allá de las urgencias sociales y prefieren seguir en concordancia antes de dar resultados. La carnicería que están haciendo los federales en Juárez, ¿a qué obedece?, ¿por qué la saña?, ¿quién(es) están ordenando la violencia contra la ciudadanía en Ciudad Juárez?

No es cuestión de percepción, se llama realidad. En sociología existen conceptos como universo simbólico (Berger y Luckman) o imaginario colectivo (Castoriadis) para definir los significados y significantes de lo que llamamos realidad en la cotidianidad de la gente. La percepción de esa cotidianidad en lugares como Juárez, indican que la aparición de las extorsiones, secuestros, escuadrones de la muerte y violaciones a los derechos humanos coinciden con la llegada del ejército y la Policía Federal hace tres años, no hace falta ser inteligente para darse cuenta de ello. El imaginario colectivo juarense percibe también la violencia a través de los uniformes policiacos y en su universo simbólico los ubica como peligrosos.

Es lamentable el grado de barbarie donde hemos caído como sociedad, como ciudad y como país, para mantener en el poder a sanguinarios presidentes espurios (Calderón) y para que la sociedad estadounidense haga negocio a costa de nuestras vidas (drogas, armas, política). Llevamos tres años comprobando que el destino violentado de una ciudad y su gente no valen más allá de un discurso político mediocre; o sea, nada. La política del miedo implementada por gobiernos terroristas como el de Estados Unidos está siendo aplicada en México con el traidor visto bueno del gobierno panista, sus aliados priístas y demás. El gran perdedor: la sociedad mexicana. Sólo es cuestión de tiempo, de seguir las cosas así, para que todo México entre en la misma dinámica de Ciudad Juárez, Monterrey, Tamaulipas…

Se ha dicho hasta el cansancio que la “estrategia” antinarco está mal, que hay que legalizar y despenalizar las drogas, que se requieren programas preventivos, de rehabilitación y así. Pero no, se criminaliza a toda la sociedad y a las y los activistas se les aniquila considerándoseles enemigos del Estado. Solo se atiende a las exigencias de Washington y se hace caso omiso de las recomendaciones y denuncias de Amnistía Internacional o la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La sociedad civil no sólo no se oye, tampoco se ve ni se toma en cuenta (a menos que sea periodo electoral) tal vez porque se le considera desechable.

También es patética la reacción de apoyo al Teto por el atentado, ¿o es que en realidad iba dirigido contra él?, lo cierto es que comparado con el trato brindado a otras víctimas como estudiantes, universitarios, pequeños empresarios, mujeres, jóvenes, maestros(as), médicos(as) ha sido el silencio, la opacidad, la falta de compromiso y el descobijo: nadie de parte del gobierno, instituciones públicas (incluidas las universidades) y sociales (como los sindicatos) han brindado apoyos de verdad y optan por mantenerse vergonzosamente herméticos. Los sectores más pobres y marginados son además los que ponen la mayor cantidad de muertes, de ellos ni siquiera se habla, ¿es que acaso valen todavía menos?

Estamos en medio de una severa crisis mundial, se prevé más desempleo, escasez de alimentos y hambrunas, pérdida de derechos sociales y reordenación del orden político global. Esta situación está llevando a conflictos sociales, protestas y un descontento generalizado en aumento de numerosos países. En este país insólito llamado México, es increíble el grado de aguante de su pueblo, pero no falta mucho para que esa crisis reviente aquí también, después de casi tres décadas de neoliberalismo. Pero el daño de la enajenación a través del individualismo egoísta, el consumismo inconsciente, la educación de mala calidad, el autoritarismo y la falta de oportunidades en una sociedad de clases parece, hace difícil el despertar de las conciencias.

Los federales deben partir y Calderón enfrentar un juicio político junto con la clase político-empresarial que lo apoya.

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Carlos Murillo González

carmugo6699@hotmail.com


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Carlos Murillo González, sociólogo y maestro en ciencias sociales por la UACJ, miembro del Colegio de Sociólogas y Sociólogos de Ciudad Juárez, investigador asistente de El Colegio de Chihuahua y adherente de La Otra Campaña; es autor del Libro La Sociedad Anónima: los factores socieoeconómicos y políticos del abstencionismo en el municipio de Juárez, entre otros escritos. Su experiencia abarca la docencia, la investigación, la asesoría, el activismo y la música.

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